sábado, 7 de septiembre de 2013

Crítica de ¿Quién Son Los Millers? (We’re the Millers)

 
 
Posteriormente de actuar opuestos en Quiero Matar A Mi Jefe, Jason Sudeikis y Jennifer Aniston se reúnen para protagonizar, en compañía de Emma Roberts y Will Poulter, una comedia ingeniosa de constantes carcajadas. Para una semana tensa en el trabajo, esta obra posee la combinación esencial para romper el estrés. 
 
Pese al estilo vulgar, la obra se percibe en buena vibra gracias al respeto que manejó Rawson Marshall Thurber durante la edición. Es de esperarse escuchar toda clase de palabrotas pero aun así se trata de una dirección limpia donde inclusive una familia con hijos adolescentes podrá disfrutarla sin prejuicio alguno. Realmente no es para asustarse, las temáticas manejadas no son nada nuevas y Marshall se cerciora de no mostrarlo gráficamente.
 
Generalmente las formas grotescas se dan indirectamente a través de diálogos explícitos que nuestra mente cochambrosa más tarde las visualiza. Las acciones de ese modo son más reservadas porque los bailes de striptease se dan a la brevedad pero con creatividad. Quizás haya una escena fuerte pero el enfoque no permanece en esa imagen por más de 3 segundos, son dos vistazos a la velocidad de la luz.
 
La estructura del guion consiste en un viaje de ida y vuelta llevada a cabo por un contrabandista que contrata a una familia falsa para poder burlar la seguridad fronteriza y en su proceso, entregar una mercancía de drogas a su jefe para saldar una cuenta pendiente. A esto se le suma una buena introducción contextual y un proporcional desarrollo de personajes. Por esa razón uno entiende a los personajes y hasta surge una conexión emocional.
 
Dicho lo anterior, el gran triunfo de esta comedia clasificada R es por la extraordinaria química que comparte el elenco. Cada escena por su propia cuenta o en conjunto se percibe de forma natural, las expresiones fluyen por su cuenta que hacen que las acciones hablen por sí solas. Obviamente los adultos cargan el peso de la trama pero los jovencillos se mantienen a la altura del desafío.        
 
Jennifer Aniston nuevamente vuelve a sorprendernos con su extroversión. Desde su ninfomaníaca participación en Quiero Matar A Mi Jefe, adopta las malas palabras y el sensualismo y las fusiona con su instinto maternal. Indudablemente luce en las secuencias del bebé y el segundo baile de striptease.
 
Los diálogos le pertenecen a Jason Sudeikis quien ha ido en crecimiento desde su comienzo fugaz en Locura de Amor en Las Vegas. El sarcasmo y su actitud de patán son formidables porque en cierta manera mantiene en ritmo la historia. Asimismo la inmadurez distinguida en su personaje es de apreciarse como el encariñamiento que surge con sus colegas.   
 
Emma Roberts finalmente obtiene un papel relevante en su carrera y lo conquista sin miedo alguno. Posteriormente de catalogarla como niña buena o chica inocente, desde un inicio le da un giro de rebeldía a su imagen. Aunque la difuminé un poco, su esencia de vagabunda sigue siendo la misma durante toda la función.
 
Nadie hubiese esperado que el niño fastidioso de Las Crónicas de Narnia 3 podría convertirse en una figura hilarante donde con su mero rostro es suficiente para hacernos reir. En ese caso, Will Poulter es la sorpresa desde los besos dados con su supuesta hermana y madre, el piquete de la tarántula y su tierna interacción con Molly Quinn.
 
Entre algunos por acreditar tenemos a Ed Helms, Nick Offerman, Kathryn Hahn y Luis Guzmán. Sorpresivamente también se debe resaltar que la comedia se torna crítica por cuestionarse los valores de la sociedad, los asuntos de la pubertad, la sexualidad liberal, homofobia, corrupción policiaca, contrabando de drogas y el cruce migratorio.
 
En conclusión, su cinematografía y aspectos técnicos serán básicas pero lo que tienen los Millers son la ingeniosa manera de hacernos reír con su núcleo histórico bien representado por un elenco dedicado, novedoso y de naturaleza familiar.
 

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