El tercer año en Hogwarts resultó un drama más oscuro, personal e intenso comparado con las primeras dos novelas. La escritora J. K. Rowlings nos entregó un relato superior y más vivo, me sorprendió que su valentía en emplear este estilo porque la novela no va dirigida sólo a los niños sino también a los adultos. Cabe mencionar que es la única novela donde no participó Voldermort en ninguna clase de forma.
Comprendo porque Chris Columbus decidió levantarse de la silla del director, su estilo mágico y familiar no va de acorde con la nueva dirección de las novelas. Al menos optó por producirla. En su lugar contamos con Alfonso Cuarón, quien tiene más experiencia al manejar esta clase de temáticas. El director mexicano aclamado por filmes como Y Tú Mamá También y Niños de los Hombres, ejerció una excelente coordinación al transformar esta novela en película. Las situaciones se mostraron con adultez, la inocencia pasó a segundo plano, la atmosfera intimidó y la música fue más original que la anterior.
Me agradó observar que el guión no se centra en explicar los hechos al 90% como lo hicieron con las antecesoras. En este caso innovaron las escenas, resumieron los hechos pero a la vez hicieron agregaciones fascinantes que resultaron por endulzar a la novela de una gratificante forma. A muchos nos disgusta ver los nuevos cambios mientras otros detestamos mirar exactamente lo mismo que leímos. La clave radica en la palabra adaptación y toda adaptación novelística debería apoyarse en este modelo, porque es la forma perfecta de mantener la fidelidad combinada con la innovación.
Hubo un cambio de orden en la línea del tiempo principalmente el regalo del Firebolt, el cual conformó el cierre eliminando la intriga del misterioso obsequio manejado en el texto. Me gustó la omisión del juego final de Quidditch y el triunfo de la casas, porque así no se cae en repetición. Un absoluto cumplido es para su diferente forma de narrar el viaje al pasado, la forma junto con la abundante participación de Hermione es provechosa. Continuó la reducción necesaria de la Familia Dursley; la rivalidad entre Malfoy y Potter fue reducida al mínimo y la descripción del encanto Fidelius fue removido por completo.
Entre otras diferencias notables tenemos que la Tía Marge sólo está de visita en lugar de pasar varias noches en la casa de los Dursleys y en cuanto Harry la hace inflar, en lugar de flotar hasta el exterior, ella sólo se queda pegada al techo. Asimismo nunca se menciona de un coro musical, es un añadido lógico. Es una lástima no contar con la broma de Malfoy y sus secuaces cuando se disfrazan de Dementors con la intención de costarle el juego a Harry. Curiosamente Cho Chang nunca aparece hasta la cuarta.
Había olvidado por completo el subtema de pleito entre Ron-Harry contra Hermione por la posesión de cosas. Inclusive se ignora su arreglo y su asistencia en el caso del juicio de Buckbeak. Siento que fue buena idea haber reducido el viaje secreto a Hogsmeade a uno sólo, pero hizo falta la interacción con Snape. Aunque por lo menos me dio gusto de verlo actuar más al final en protección del trio contra el Hombre Lobo en vez de quedarse inconsciente como se narra en la novela.
Los aspectos que no debieron eliminarse son: el mapa marauder y quienes lo crearon, el escape de Sirius Black, las clases de pócimas de Snape, la situación del hombre lobo y sus tres amigos que lograron convertirse en animales para acompañarlo en las noches de luna. Fue adecuado que los guionistas se centraran en el caso de Sirius Black y su conspiración. Sin embargo fueron todavía muy detallistas en la educación; lo cual hubiese preferido lo opuesto. Incluso se omite la superstición de Trelawney sobre el primero que se levanté de una mesa de trece personas, será el primero en morir. No sé por qué pero la encuentro bastante interesante para ignorarse.
Por primera vez se nos muestra un lado oscuro de Daniel Radcliffe dentro del personaje de Harry Potter. Su actuación es más personal y en momentos intensa especialmente cuando habla de matar a Sirius con el propósito de vengar la muerte de sus padres. Emma Watson cumple levemente con la descripción de la novela, muestra un poco de frustración pero realmente nunca llega a explotar. Rupert Grint se comportó serio y disciplinado a gran diferencia de su inmadurez en la anterior. En el papel de Dumbledore contamos ahora con Michael Gambon, si no hubiera sabido que se trataba de otro actor, no me hubiera dado cuenta.
Un dato curioso a resaltar es que en la segunda película, Hermione tiende a desaparecer durante el tercer acto convirtiéndose en el mismo caso de Ron en esta entrega. Tal parece y la escritora optó por este modelo para darle distinción y un lazo único entre Harry-Ron y Harry-Hermione.
Entre las nuevas caras tenemos a Gary Oldman en el adecuado papel de Sirius Black y a David Thewlis como el profesor Lupin. Ambos interactúan satisfactoriamente con Daniel Radcliffe entregando las mejores escenas dramáticas y de suspenso. Cabe destacar a Emma Thompson como la profesora de Adivinación, esos lentes y enormes ojos la hacen ver divertida. Aunque se debe apreciar que no parezca un fraude como lo percibimos mientras leemos de sus clases.
La música de John Williams opta por un giro medieval y clásico. La calidez de las composiciones pasadas es expresada a la brevedad. El material es absolutamente original y el conductor-compositor recibió una nominación al Oscar. Los efectos especiales fueron más realísticos y escalofriantes principalmente por los Dementors. Me dio gusto que no hayan insertado secuencias de acción en donde no había y se hayan enfocado más en el ambiente, la cinematografía y el suspenso.
En conclusión, Harry Potter y el Prisionero de Azkaban es una secuela que se diferencia de la trilogía por su estilo y avanzado desarrollo hacia la oscuridad. Un tema de adultos contado a través de protagonistas adolescentes cuyos sentimientos son admirables. No obstante, sentí la primera hora un poco cansada por el estilo gótico, medieval y meticulosa drama, pero luego me dejó asombrado por cómo se desenvuelve la segunda hora ya que Cuarón es un maestro en entregarnos secuencias continúas de un mismo suceso como lo fue en este caso: el sacrificio del Hipogrifo seguido del viaje al pasado.
Para comprender este magnífico relato, es necesario leer la novela
ya que la adaptación dejó varias interrogantes sin explicar.
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