miércoles, 22 de febrero de 2012

Crítica de Contrabando (Contraband)



Chris Farraday es un ex contrabandista que actualmente trabaja como instalador de alarmas privadas y vive tranquilamente con su esposa Kate y sus dos hijos en Nueva Orleans. Desafortunadamente su cuñado se mete en serios problemas durante un contrabando, poniendo en peligro no sólo a él sino a toda su familia. Sin poseer otra alternativa, Farraday decide arreglar la cuenta inmiscuyéndose de nuevo en este mundo oscuro.

En sí la historia se desenvuelve a paso veloz, repleto de cambios y saturado de información. Una sola distracción y podrías descarrilarte ya que en cierto modo su ejecución está sujeta a confusión, pero descuiden, son cuestiones básicas al final de cuentas. Existe cierta brutalidad en las escenas de peleas y los diálogos tienden a ser vulgarmente repetitivos. Es disfrutable y divertida en momentos específicos, aunque mayormente es tensa por las circunstancias en que se encuentran los integrantes.

Me hubiera gustado una puntuación en el guion, es decir, se basa en la acción cuando había espacio para añadir un buen desarrollo de personajes. Asimismo se podría haber reducido ciertas secuencias para una mejor profundidad. Sinceramente es un estilo arriesgado que funcionó en cartelera por la buena publicidad. De lo contrario no sería actualmente un éxito moderado. Cabe destacar que cuando se trata de material nuevo, siempre se le recibe con anticipación.

Baltasar Kormákur introduce una dirección poco desordenada para mi gusto; los encuadres son borrosos por la agites en las tomas y como consecuencia no se pueden saborear los pequeños detalles. Sin embargo, intenta adoptar el estilo de Tony Scott pero todavía le hace falta más experiencia para generar ese impacto limpio y conmovedor. Curiosamente hay buena tensión pero por sus aspectos técnicos porque desde los actorales, he aquí su verdadero desafío. Tengo fe de que el director hallará una manera en un futuro no distante.

Debido a un guion concentrado primeramente en la velocidad de la acción y los cambios constantes de sus entornos, no se puede evitar sentir un aire de superficialidad en el reparto. Los villanos no son tomados en serio porque están escritos de un modo débil. El protagonista realmente no se luce como debería y la mayoría de las escenas recae en la violencia que en ocasiones se muestra exagerada. Más ello no significa que haya excepciones.

Mark Walhberg es estable pero no memorable, de hecho encuentro su intervención un poco inferior a The Italian Job y Los Infiltrados. Obviamente se detecta su inspiración en la creación de los robos perfectos y esparcir esa comedia con su expresión directa, pero lamentablemente es una combinación bastante reducida. En su lugar, debo señalar a Ben Foster como el verdadero protagonista ya que nos presenta a un personaje completamente desarrollado gracias a que sus únicas escenas son exclusivas del género drama.

Kate Beckinsale nos deja deseando ver más pero ni modo así es su papel. Enhorabuena contribuye con dos maniobras evasivas y un segmento intenso, lo cual se conforma como la esencia del suspenso. Añadiendo a su belleza: su cabello rubio le sienta bien. Por otra parte, Giovanni Ribishi compensa su credibilidad como mafioso con su brutalidad física. En cierto modo se justifica y merece atención. Brevemente Diego Luna hace una aparición pero presiento que una ligera extensión no hubiera causado daño.

La localización en Nueva Orleans sirvió de perfecto contexto para toda la situación. Inclusive la ciudad de Panamá contribuyó mucho a la persecución. No podría llamársele genérica pero es inquietante notar que la edición intenta compensar mucho la falta de un desarrollo temático. Sin duda fue un gran riesgo sacarla al mercado, pero funcionó y a su propia manera. A diferencia de otras, esta ha sido la excepción con $ 65 millones de dólares en los Estados Unidos.

En conclusión, es una obra inmersa de adrenalina. Desde principio a fin va a exceso de velocidad y llevándose a cada obstáculo que está en su camino. En momentos se siente irreal, el sufrimiento es imparable y el suspenso se pierde con los giros eternos en las circunstancias. El detalle fue la ausencia de un freno porque para comprender y engancharse con el conductor, es necesaria la inserción de una pausa. Sin más por agregar, Contrabando es puro entretenimiento.


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