Una década ha pasado desde que Perseo derrotó al Kraken salvando a la princesa Andromeda. Ahora en un mundo donde los dioses están perdiendo sus poderes y los titanes han debilitado la prisión subterránea de Tartarus con la intención de escaparse, Perseo es llamado nuevamente por su padre Zeus para detener este contiguo apocalipsis, pero inevitablemente Hades y Ares tienen otro propósito en mente.
Debo admitir que la historia tomó una dirección completamente distinta a lo imaginado. Añadir un tono de decadencia resultó demasiado temprano, además de un paso de 10 años donde nada ocurrió. Simplemente se describe como la ausencia de fe la cual provocó este embrollo. Si yo hubiera sido el guionista, me hubiera concentrado en un periodo cercano a la conclusión de la antecesora.
Si no me equivoco, el final pasado daba la noción de que existirían más aventuras mitológicas ya que el miedo eventualmente traería de vuelta a Hades, pero quizás el estudio decidió no tomar un sendero repetitivo, mas al fin de cuentas reutilizó el mismo modelo donde la secuencia de Kronos es igual de breve al del Kraken. Entre los aspectos sobresalientes se encuentran la dinámica empleada entre Hades y Zeus, las participaciones de Ares y Andrómeda y las armas de los dioses.
La ausencia de Io está injustificada y se suma al lío de inconsistencias. No un panorama de nuestro agrado ver a nuestro héroe retornar a su oficio de pescador habiendo descuidando toda habilidad de guerrero. Del mismo modo que los dioses, se ve bastante vulnerable en sus combates y a pesar de ser puramente entretenimiento, hubiéramos preferido ver un poco más de supremacía divina. El mejor segmento involucra la defensa de Zeus y Hades, aunque desafortunadamente fue demasiado fugaz para apreciarse.
Como en el estilo anterior, existen diversos elementos retomados de la mitología pero se fracasa en adentrarse en su plenitud. Entendemos que Kronos es el padre de Hades y Zeus, pero no tenemos la menor idea del por qué quiso matar a sus hijos y del proceso que lo llevó a transformarse en un monstruo de lava. Si en ese entonces no los quería, para que apoyar a uno de ellos en esa actualidad a cambio de su inmortalidad. El sentido no tiene sentido por más simple que se haya escrito.
Mas no todo está perdido, las secuencias de acción son satisfactorias a pesar de una edición un poco temblorosa. La secuencia de la prisión de Tartarus es impresionante aunque esperaba conocer también el otro lado de este inframundo. En segundo plano, contamos con una buena batalla conclusiva y básicamente tres interesantes duelos por parte de Perseo. Si vale la pena verse en el formato 3D, descuiden la imagen es más nítida a diferencia de la anterior porque en esta ocasión se filmó y se editó como una verdadera película 3D.
La cinematografía es otro factor que garantiza el extra-pago en 3D; una época espectacularmente transferida, no cabe duda. La animación de los titanes y cualquier otro tipo de monstruo contiene excelentes pixeles y movimiento realistas. Las texturas y las tonalidades del desierto junto con los laberintos de Tartarus nos hacen sentir dentro de una odisea surrealista. Lamentablemente vuelvo a repetir, esta adaptación se decae por tratar a los titanes y a su líder como breves elementos a vencer y no figuras narrativas de extrema relevancia.
El director Jonathan Liebesman habrá logrado un buen suspenso y excedente acción militar de lo esperado en Batalla: Los Ángeles, pero en esa producción no se requería atención en los alienígenas ya que el enfoque se encontraba en el punto de vista de los militares. Aquí en Furia de Titanes 2 tenemos un antecedente, sólo conocíamos a dos dioses y al resto se nos daba una cierta idea, pero ciega al final del día.
Nosotros buscábamos conocer más y en su lugar nos encontramos con la escasez. Lo que intento decir es que un poco más de contexto no hubiera hecho daño. Sé que el director tiene como objetivo seguir el guion pero también posee influencia para darle un giro o pausar la pre-producción para una mejor calidad. En fin, lo hecho está hecho y no se puede cambiar. Sólo se puede aplaudir el esfuerzo empleado en la coordinación de las peleas, el estilo visual de los efectos especiales y las decentes actuaciones.
Retomando el último aspecto, Sam Worthington no se ve físicamente distinto a su primera persona hace dos años (refiriéndome en tiempo real). El cabello largo no despista para nada su transición de diez años, pero no se puede negar que se trata de un semi-dios por lo que quizá el envejecimiento se da de forma lenta. Su papel es un poco más vulnerable pero eficazmente interpretado en motivos de acción. En tanto a dramatismo, es decente pero presiento está ingresando al encasillamiento.
Rosamund Pike transforma a la princesa Andromeda en una reina guerrera sin aparente esposo, inusual porque en esos tiempos suele haber un rey de por medio. Tan fácil habrá sido eliminar a Io para darle una mezcla con otra mujer cuando en primer lugar ella fue rechazada en la playa. Hollywood y sus maneras. En resumen, pudo haber dado más si no fuera por su limite de pantalla y por emplearse como un símbolo de coqueteo.
Édgar Ramírez sorprende como Ares, el dios de la guerra, se podría referir a él como un autentico villano. De nuevo carece de gran importancia por su omisión en la primera parte. Era de esperarse que esta función fuera robada por el dúo de Liam Neeson y Ralph Fiennes. Los actores son estables como es de esperarse y entregan personajes memorables. No obstante, nos quedamos con las ganas de haber visto más que su relación implícita. Cabe destacar las apariciones de Bill Nighy y Danny Houston; buenos actores usados en tan pocas escenas.
En conclusión, Furia de Titanes 2 es una secuela que hace ver mucho mejor a la primera. Sin embargo, cumple con entretenernos con acción constante y uno que otro diálogo cómico. Tampoco podemos dejar pasar la interacción clásica entre los veteranos Liam Neeson y Ralph Fiennes.
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