Si tuviera que usar un
par de palabras para recomendar a esta obra, creó que iría por un drama provocador
con suspenso pausado. Por un tiempo Réquiem por un Sueño había sido la elección
visual para los centros de
rehabilitación, ahora expandieran su catálogo con la historia ficticia de este
piloto heroico que logra colisionar el avión con la menor cantidad posible de pérdidas.
Como cualquier tragedia, debe existir un culpable y desafortunadamente para el
Capitán William Whitaker, su prueba de
sangre contenía sustancias tóxicas.
Obviamente existen
otros datos relevantes en este guion de John Gatins quien cuenta con previa experiencia
en el manejo de los sentimientos y errores humanos. La trama principal son las
adicciones y el alcoholismo pero situados desde un contexto no común. Hemos
sabido de doctores o policías que operan bajo la influencia del alcohol y hasta
maestros que enseñan de ese modo. Ni se hable de los músicos lo cual es
bastante normal que suceda en sus conciertos. Aun así, la idea de presenciar a
un piloto en este estado es bastante sugestiva.
Se requiere paciencia
porque sus 139 minutos se desarrollan con extrema cautela. Cada escena requiere
de su tiempo por encontrarse constantemente en construcción. Lo interesante es
el suspenso que experimentamos por no tener idea de lo que va a suceder con el
protagonista cuyas acciones nos tiene al filo de nuestros pensamientos. Asimismo
las situaciones responden asertivamente y se crea un poco de controversia al
añadir el acto de Dios.
Los aspectos legales
y las teorías con respecto al negocio de las aerolíneas son de nuestro agrado. Inusualmente
suceden secuencias fuertes que suelen sentirnos un poco incomodos. Sin embargo,
es un éxito poder sentirlo porque así es este modo de vida. La conducta ética
desaparece y se corrompe con la doble moral. Un camino oscuro que
inevitablemente la mayoría cruza a través de las distintas adicciones.
¡Y Así nomás!
Posteriormente de 12 años desde que dirigió un drama con actores en carne y
hueso, Robert Zemeckies entrega un notorio relato con algunos ajustes en su
estilo. Por ejemplo: añadió la desnudez, los cigarros, las drogas, la
pornografía, las groserías y una especie de antihéroe. Es un abrumador giro en
comparación con Naufrago, Forrest Gump y El Expreso Polar. Fielmente los
elementos de una buena narración siguen presentes pero con atrayentes
alteraciones.
En mayor parte
también se aprecia por la emotiva y reciente actuación nominada de Denzel
Washigton. Este actor cumplió con las expectativas del papel y por así decirse,
interpreta al borracho bueno. No sabemos del todo cuáles fueron las razones que
lo guiaron hacia ese túnel de la perdición, más no nos cuesta trabajo
identificarlo como tal. El remordimiento está presente en contraste con su
iniciativa. Su forma de relacionarse con el resto de los actores es bastante
impresionante y en ningún momento se cuestiona la tensión originada por un
desconocido pasado.
Asimismo Kelly Reilly
contribuye con estabilidad aunque su personaje se sienta de relleno porque
nunca obtiene ese valor que se merece. Su inyección a la temática central es
ingeniosa pero simplemente se desvanece al interactuar con Washigton y hasta
salir de cuadro. John Goodman se distingue con diversión sólida y quizás la
mejor imagen de su carrera. Melissa Leo aparece en forma de cameo pero en esos
minutos nos recuerda su reconocimiento al haber ganado el Oscar en El Peleador.
Bruce Greenwood y Don
Cheadle representan el lado del sindicato en su forma de tratar los asuntos
legales de la tragedia. Son caracterizaciones centradas que no se desenvuelven
del todo, quizás uno de los mínimos errores por enfocarse en la perspectiva
exclusiva del protagonista. Cabe destacar que existe un actor en la escena de
las escaleras del hospital cuya interpretación del joven cancerígeno simplemente
es estupenda. Indudablemente la mejor escena y es una lástima no haber
aprovechado al máximo la química de este trio.
Cualquiera que la
haya visto podrá asegurar que los primeros veinte minutos son lo máximo. La
secuencia a bordo del avión está llena de tensión y ello que no existe acción
física. Sólo es edición de sonido, diálogos y las actuaciones. De ahí tiene sus
altas y bajas, un poco de repeticiones y algunas acciones dudosas si se emplea
la lógica. Fuera de eso, es un drama recomendable por su modo de enfrentarse a
los demonios guiando a una certera catarsis. No hay nada nuevo en este oscuro
mundo; simplemente es el contexto, la dirección y la actuación la que la convierten
en un estable atractivo.
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