domingo, 21 de abril de 2013

Es Difícil No Enamorarse del Cine

  
El amor es un sentimiento divino porque “Amar a alguien es ver el rostro de Dios” como se expresó durante el acto final en Les Miserables. Aunque este amor sea superficial, eso no lo hace malo. Lo mismo se aplica en el amor al arte, la música o el deporte, tomados por algunos como pasatiempos mientras otros como una forma de vida y hasta laboral, lo cual esto último es lo que uno quisiera tener.  
 
La primera película que vi en el cine fue El Pacificador, un suspenso de acción protagonizado por George Clooney y Nicole Kidman. Inmediatamente la encontré fascinante pero no lo suficientemente poderosa como para declarar mi gran pasión por el séptimo arte. Aunque sólo se necesitó de un par de meses como ya algunos sabrán, y si por casualidad lo desconocen, hago referencia al re-estreno de la trilogía Clásica de Star Wars. 
 
Cuando buscamos divertirnos, tenemos comedia como Alguien Tiene Que Ceder, Qué Pasó Ayer, Damas en Guerra y Quiero Matar a Mi Jefe. Nunca sobra la acción y el suspenso viene en todo tipo de formas y franquicias innovadoras. Los dramas son para verse ocasionalmente y para reconocerse con estatuillas doradas como Argo, Gladiador, Los Infiltrados... El romance ayuda a generar sueños y quizás rostros insatisfechos, pero quien verdaderamente conoce la esencia y propósito del cine o las películas, entonces sabe pasársela bien.  
 
Como siempre ha sido mi lema: “El cine es para disfrutarse por lo que es y no por lo que uno quisiera que fuera”. A veces somos muy duros con lo que vemos que no disfrutamos la función, como podría ser el caso de mis compañeros de la carrera de Comunicación. No falta quien odié la fantasía porque simplemente de niños nunca tuvieron imaginación y otros digan ser casi lo mismo, pero es aquí donde de uno depende hacer las cosas interesantes.
 
Si la vida de por sí es una gran rutina, es de esperarse ese formato transmitido en la gran pantalla. No obstante, existen sus excepciones como lo hemos visto con Joss Whedon en Los Vengadores, Christopher Nolan en El Caballero de la Noche, Ben Affleck con Atracción Peligrosa y David O. Russell en Los Juegos del Destino. Es nuestra naturaleza humana complicarnos pero también divertirnos con ese contexto propuesto.  
 
El cine no se aleja de la política, en cierto modo ambos entretienen con risas, suspenso e historias redactadas. Generalmente es un espectáculo, una ilusión,  todos lo sabemos aunque nos dejemos llevar por la pasión de los colores. Es cierto que las secuelas, precuelas y aventuras paralelas están saturando el mercado, pero también se ha hecho una excelente labor para compensarlo con obras originales y memorables como lo presenciamos el diciembre pasado con Argo, Django Sin Cadenas, Amour, Amigos, La Vida de Pi, Lo Imposible, etc.       
 
¡Imposible de negar! Cuando estamos deprimidos, siempre solemos recurrir a ver una película ya sea en casa o en el cine sea antes o posteriormente de un encierro en la oscuridad. En los desamores ni hablar (Diario de Una Pasión o cualquiera adaptación de Nicholas Sparks), pero regularmente se adopta por cortar el malhumor con Los Vengadores de Marvel, ya que siempre el elenco te hace sonreír y las secuencias visuales te distraen con profundo asombro.
 
Cuando uno está tenso en la madrugada y no puede dormir, lo primero que solemos hacer es prender la televisión y en sincronía ir por un vaso de agua, sin importar el orden al final uno buscará una película con la cual distraerse y volver a recuperar el sueño. Desde otro punto, se suele asistir de nuestro catálogo en casa como es mi caso.  
 
Lo anterior dará risa y más por la recepción mixta de las precuelas, pero me ha resultado efectivo el Episodio II de Star Wars. Mi razón es que el ritmo pausado de la trama de El Ataque de los Clones me relaja por ser la única película de la Saga, por su debido momento, que comienza tranquilamente y en su primera hora se desenvuelve con drama, misterio, romance y para cerrar con broche de oro, la inolvidable batalla en la Arena. Lamentablemente para entonces, ya logré conciliar el sueño.
 
Cada quien tiene sus propios métodos y son válidos. En conclusión, el cine no sólo nos entretiene o nos hace críticos sino también funciona como un  reductor de tensiones, desahogo e impulsadora de buenos momentos. Por lo tanto es difícil no enamorarse de las películas.  

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