Una historia centrada
en la fe persistente de un hombre a través de sus 12 años de esclavitud. De por
medio sabemos que Solomon Northup existió y el guion se basó en sus memorias
descritas en 1853, por lo que este relato conmovedor te hace experimentar
múltiples sentimientos en conjunto con una opinión fuerte acerca de ese
contexto histórico del cual ningún ser humano debió haber vivido ni debería de
vivir.
El guionista John
Ridley llevaba años sin redactar un guión, de hecho esta biografía narrativa
había estado desaparecida por 100 años hasta volver a resurgir en 1968. Tras
leerla, inmediatamente Ridley captó la esencia del libro manteniendo la
identidad de Solomon durante su secuestro hasta su desenvolvimiento en las
plantaciones. El que haya sido un hombre libre, nos da a pensar sobre la
constitución política de esa época.
Me hubiese gustado un
poco de explicación política en el principio porque en Washigton D.C. no había
esclavitud “o eso suponemos” mientras en Lousiana sí. Eso de cargar con los papeles legales me suena
bastante a la migración actual.
Interesantemente muchas de estas problemáticas mostradas siguen
existiendo en nuestro mundo a través de otros seudónimos tales como: secuestro
exprés, opresión y el tráfico de personas.
La esclavitud es
consecuencia de las perspectivas de los hombres poderosos por una falta de
conciencia humana, un carácter ego-centrista y una malinterpretación de la
palabra de Dios. Una cosa es dar la palabra y otra cumplirla, por tanto si no
se sigue ese testamento divino, esas palabras carecen de valor. Anteriormente
las películas de este género habían optado por hacer referencias pero Ridley
hizo un excelente trabajo en profundizarlo.
Mis respetos para Steve
McQueen, si no fuese por el estilo innovador de Alfonso Cuarón en Gravedad,
este director hubiese recibido el mismo reconocimiento. Dirigir diversas
emocionales suele ser lo más complicado, pero aquí no se tratan de escenas
momentáneas, aquí el sufrimiento es imparable de inicio a fin. La moral se nos
baja y el contagio emocional es dolorosamente inevitable. Verdaderamente no fue
un filme fácil de hacer, ni tanto para McQueen ni su elenco.
Hay desnudos, golpes,
vulgaridades, atrocidades, elementos psicóticos, crisis existenciales,
injusticia, traición, asesinatos, abuso sexual, sumisión… El balance entre el
bien y el mal está desproporcional, las acciones buenas se cuentan con los
dedos de una sola mano. McQueen fue audaz en ser directo durante las
ejecuciones de estas temáticas y por ende, la edición de estos actos inhumanos
sobresale por su realismo crudo.
Indudablemente
Chiwetel Ejiofor entrega la actuación de su carrera, tanto humanismo en su
rostro y tanta perseverancia para no caer en el abismo. En pocas palabras, le
hace justicia a Solomon Northup. Lupita Nyong’o obtuvo un debut formidable como
Patsey a pesar de sólo concentrarse en el aspecto emocional. Michael Fassbender
proporciona un antagonismo excepcional debido a que cada movimiento corporal o gesto
nos hace detestarlo enormemente. Lo mismo va para Sarah Paulson, vaya sorpresa
que nos da con esa mirada fría.
Es inusual contar con
un Benedict Cumberbatch más “bondadoso” con esa voz notoria de villano, Brad
Pitt aparece poco pero eficaz en su postura, la actitud de Paul Dano es adecuada
como la de Paul Giamatti. Cabe mencionar a Adepero Oduye cuya escena con los
niños es desgarradora. Generalmente hablando, el reparto responde al acatamiento
y a la humillación con un fervor realismo debida principalmente por la
interacción conflictiva entre Ejiofor y Fassbender.
Cinematográficamente
la adaptación cumple con los parámetros de la atmosfera. Tanto vestuario,
música y edición de sonido la mantienen al filo de la oscuridad. La escena de los latigazos y el climax te
parten el corazón. De por sí uno se encuentra emocionalmente ligado que nos
destroza presenciar estas atrocidades porque a pesar de ser actuados, somos
humanos y está en nuestra naturaleza sentirlo. Además sabemos que en algún
momento sucedieron como de igual forma siguen sucediendo de uno u otra forma.
En conclusión, 12
Años Esclavo es una de las mejores películas de 2013 por tratarse de una adaptación
difícil de ver por su contenido real. Uno nunca se despega de este recorrido
personal de Solomon del cual se aprende mucho sobre la integridad de un hombre
bajo el respaldo de la fe. Lamentablemente la justicia humana está limitada,
pero al final, el mensaje está claro.
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