Se sentirá similar a
las películas que hemos visto de Liam Neeson pero para nuestro agrado, la
acción se desplaza al fondo para darse prioridad al buen suspenso generado por
este intrigante y ligeramente divertido trama de la cual Neeson protagoniza con
exquisita seriedad.
Primeramente me fascinó
que su ambientación se haya ubicado en el año 1999, antes de la era digital y en
plena fobia del milenio. Inclusive aprecié ver aquellos celulares tamaño ladrillo y recordar
cuando los periódicos gozaban de credibilidad antes de ser destrozados por las
redes sociales.
Scott Frank maneja un
tono oscuro combinado con un ritmo pasivo. En ningún momento causa aburrimiento
ya que se aprecia cada minuto de su desenvolvimiento narrativa. Definitivamente
hizo una gran labor adaptando la novela de Lawrence Block, lástima que no haya
sido un éxito en taquilla.
Suele robarnos un par
de sustos a causa del sonido; la rectitud en los encuadres benefician de por sí la excelente ejecución en
su edición ya que las pocas secuencias de acción resaltan no por la coreografía
de los movimientos, sino por el sello sentimental capturado en los actores.
La música de Carlos
Rafael Rivera ilumina la humilde cinematografía de Mihai Malaimare Jr. El
concepto en sí gira en torno a la urbanidad y los peligros que rondan en cada
esquina o casa, especialmente en el mundo criminal. Uno encuentra perdición
pero asimismo observa la salvación.
La actitud madura de Liam
Neeson en base a su profesionalismo culmina en el centro de la atención.
Indudablemente destaca por su correcto comportamiento, nos mantiene al tanto
del avance de las circunstancias y en momentos, nos llega a importar su
seguridad.
Por otro lado, Neeson
no necesariamente carga con el peso, el resto del elenco se crece alrededor de
su presencia. Conforme nos enganchamos con este escenario psicótico, somos
testigos de la evolución de los involucrados. Gracias a un guión impredecible,
uno que otro nos agarra desprevenido.
Dan Stevens y Boyd
Holbrook dan mucho de qué hablar como los hermanos Kristo. Varios secretos
activados por sus opuestas caracterizaciones. A duras penas simpatizamos pero
dado el giro de la historia, estamos atentos a las decisiones que vayan a tomar
ya sea juntos o por separado.
El jovencito Brian “Astro”
Bradley demostró tener mucho carisma además de que en ningún momento se
intimida ante Neeson, al contrario, la química fluye entre ambos de una forma
inusualmente complementaria. Creo que en un futuro volverán a unirse, veo mucho
potencial en este dúo.
Para finalizar, Un
Paseo por las Tumbas se desvía de la familiaridad de Neeson adoptando un estilo
metódico, criminalmente sugestivo y personal. Tampoco es el típico juego de al
gato y al ratón, aquí se trata de estar adelante de los criminales esperando no
volverse a cometer los mismos errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario