Sé que a la mayoría
de los lectores no les simpatiza enterarse por primera vez que una de sus
novelas favoritas reciba el tratamiento de Hollywood. Entre más extenso sea el
contenido, inferior será la fidelidad de la fuente. Para quienes nunca han
conocido el material, resulta fascinante y con el tiempo recurren a la novela
complementándose de más trama.
Lo anterior solía ser
mi caso, a mi no me gustaba explorar el universo de los libros por carecer de
visualizaciones y lo mismo decía de la radio. Conforme estudié la locución y el
fenómeno taquillero de libros como Harry Potter y La Saga de Crepúsculo, fue
cuando verdaderamente entendí la importancia de leer una novela y ver su transformación
en la pantalla grande.
No suelo ser tan duro
con las adaptaciones, después de todo son un punto de vista que difícilmente
llegará a ser del agrado del lector. La imaginación es infinita mientras la
edición es limitada, y por tanto la mente de un guionista como director debe ir
de acorde a las políticas de un estudio o mercado. Concuerdo en que no todas las novelas deberían recibir este
tratamiento, es más, algunas quedarían perfectamente como una serie televisiva
y en este caso El Conde de Monte Cristo era una de estas.
Lamentablemente el
autor Alejandro Dumas había muerto en 1870, bastante tiempo para haber apoyado
en la versión fílmica de 2002. Es asombroso ver cómo hasta la actualidad sigue
permaneciendo una obra maestra demandada; pese a su enorme volumen, uno puede encontrarla
en cualquier librería o incluso en línea.
Es cierto que con
sólo presenciar el libro, uno se llena de flojera porque parece tener mucho más
hojas que la Sagrada Biblia. Pero indudablemente vale la pena leerse sin
importarse los meses que uno tarde, en mi caso, duré cuatro meses gracias a que
me encontraba en las vacaciones largas de verano.
Curiosamente di con
aquella novela por una compañera mientras estudiaba Comunicación. Si no me
equivocaba tenía cerca del año cargando con aquél libro. Era su joya y por
tanto comencé a sentir celos, pensé que en un futuro me gustaría presumir haber
leído esta obra histórica, intelectual y aventurera. Entonces decidí tomarme el
reto y sin pensarlo dos veces, me puse de objetivo leer 30 hojas diario. Eventualmente
la cifra aumentaba hasta concluir en 100 hojas al día.
Madrugaba leyendo, al
mediodía continuaba y cerca de la noche me detenía a duras penas; ya sea en mi
recamara, afuera de la casa, en el patio, inclusive leyéndosela al perro, dudo
que me haya entendido por mi mala dicción pero al menos se quedaba tranquilo.
Tal parece había
encontrado una buena adicción. Obviamente conforme avanzaba desechaba la
película, tuve que poner mi mente en blanco para desvanecer el resentimiento de
haberse echado a perder una de las grandes obras literaturas de todos los
tiempos.
Interesantemente hoy
en día contamos con la oportunidad de leer las más de mil páginas, cuando el
libro se publicó por primera vez en 1844, no fue de un golpe sino mediante una
serie de 18 partes durante dos años. Quién
se tomé el desafió de leerla comprenderá la bolsa de valores y su vínculo con la
sociedad.
Asimismo uno analiza
el contexto político de Francia e Italia durante el Gobierno de Napoleón I, El
reinado de Luis XVIII de Francia, de Carlos X de Francia y de Luis Felipe I de
Francia. Por otro lado, es sugestivo saber que el personaje principal de Edmon
Dantés está basado en las memorias de un zapatero llamado Jacques Peuchet cuya
historia parece estar acorde a los eventos descritos incluso en el Castillo de
If donde fue encerrado tras ser acusado de ser un espía de Inglaterra.
Las temáticas de
traición, justicia, venganza, piedad y el perdón nos mantienen en absoluto
suspenso debido a la adictiva narrativa de Dumas, el enfoque estará en un
protagonista pero el reparto nos mantiene a tanto de la situación porque en sí
es un relato impredecible en contraste con la película. Aquí el encarcelamiento
dura más tiempo y a su vez se aprovecha para educarnos, el escape hacia la isla
es cautivador y la venganza, sinceramente nos mantiene en larga espera porque
nadie hubiese anticipado que Dantés fuese un paciente estratega a diferencia del
impulsivo Jim Caviezel.
Un dato interesante
es ver como la película protege mucho a la esposa y al supuesto hijo, porque
créanme, ese final feliz no tiene absoluta nada que ver con el clímax de la
novela, por eso lo digo, sacrificaron esa maravillosa esencia sólo para
entregarnos un cuento de hadas apto para toda la familia.
Es cierto que cuando vi
la película, me emocionó y me dejé llevar por su simpleza, no tenía noción de
la novela ni ninguna intención de profundizar en este contenido extensivo. El
director Kevin Reynolds era reconocido por Robin Hood, Jim Caviezel comenzaba a
llamar la atención y Guy Pearce contaba con mucha experiencia que
inevitablemente terminó robándose la función.
Fue un rotundo
fracaso en la Taquilla a pesar de haberse agregado secuencias de acción los
cuales eran innecesarios considerando la poderosa trama. Actos importantes se
simplificaron, algunos con suerte recibieron referencias, hubo omisión de personajes
importantes y las relaciones cambiaron drásticamente. La recepción crítica fue
favorable y se entiende, yo la probé al desconocer la obra, para cualquier
recluta podrá encontrarla placentera si la ve en la televisión por la primera
vez.
En conclusión:
después de haber leído la novela no quedé satisfecho con el producto final.
Volví a poner la película y el gusto había cambiado por insatisfacción. Quizás
si hubiesen respetado el final original, el resto se hubiera encomendado con
gratitud, pero no fue el caso. Por el momento no existe planes de volver a
readaptarse, pero con tantas series televisivas, creo que esta estaría mucho
mejor dentro de este formato que El Juego de Ender y Los Cazadores de Sombras.
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