Gracias a la Semana
de Cine Mexicano en la Sala Carlos Monsiváis de la Cineteca Tijuana – CECUT,
finalmente se me dio la oportunidad de ver esta producción del director Jorge
Ramírez-Suárez y bajo la modalidad de entrada libre. Durante sus últimos días
en la cartelera me encontré con la desventaja de que la proyección digital
estaba dañada y por tanto me privó de formar parte de esta recomendable
experiencia.
Para quienes no la
pudieron ver por diversas razones, anoche fue el momento ideal para hacerlo. Además
de que contaríamos con la presencia del director quien nos ofreció una
introducción seguida de una invitación a una sesión de preguntas y respuestas al
concluir su filme. Previamente había asistido a esta sala pero no tenía idea de
su proyección en alta definición e impresionante sonido. Creo que de ahora en
adelante le prestaré más atención a los boletines del CECUT.
No busco extenderme
mucho en la trama, creo que muchos podrían coincidir en que es una joya rara y
valiosa en el cine actual de nuestro país. No nos zafamos del narcotráfico,
pero tampoco se redundó, simplemente nos hace recordar que existen lugares en
que las alternativas son limitadas y que a su vez la búsqueda del sueño
americano se ha contaminado de la misma línea mortal.
El contexto de
Alemania y sus integrantes nos mantiene intrigados, especialmente por la frialdad
que tienden a ser referidos. Me agrada ver como se hacen pedazos los
estereotipos entre el mexicano Ramon y la alemana Ruth, ambos esculpidos bajos
los mismos valores y la seriedad en que observan la cruda realidad.
Sinceramente es un drama emocional que te quiebra desde las primeras
interacciones entre estos dos excelentes actores.
Krystyan Ferrer
interpreta al mexicano honesto, optimista, consciente y ligeramente malhablado.
Me asombra ver como transmite nuestra cultura no sólo con orgullo sino frescura
a través de su rica personalidad, baile y cocina. Ingeborg Schoner es la
alemana carismática, relajada y complaciente, su necesidad por ayudar nos roba
la atención. A pocas penas este dúo llega a entenderse con palabras, pero
indirectamente, aquellos gestos representan una tremenda cátedra.
El contenido que
maneja Jorge Ramírez es precioso, su cinematografía artística, hace falta
directores como él para que moldeen nuestra típica visión del cine mexicano.
Aquí la comedia es espontanea, los sentimientos fluyen sin exageración y la
conexión entre actores y expectantes es profunda por su eminente contagio humano.
En conclusión, Guten
Tag Ramón es una de las mejores diez películas de este año y si le dan la
oportunidad de competir por México en los Oscares, podría hasta sorprendernos
aún más.
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