Cualquier cristiano
estará familiarizado con la historia de Moisés, quizás hasta el no religioso
tendrá una noción por Los Diez
Mandamientos la cual nunca puede faltar cada pascua. Evidentemente no hay
comparación ya que la dirección de Cecil B. Demille fue perfectamente frívola bajo
el esquema hollywoodense mientras Ridley Scott optó por el sentido humano,
cultural y razonable.
Existen ligeros
cambios en su trama siendo más importante la omisión del bastón de Moisés, en
su lugar se favorece a una espada egipcia para simbolizar la neutralidad de Moisés,
después de todo era un príncipe de Egipto. Asimismo sirve de vínculo hacia Ramsés
II cuya hermandad es promovida con sentimentalismo.
Con todo respeto a
Russell Crowe, Christian Bale tenía en frente a Charlton Heston ¿Cuánta elegancia,
carácter y presencia? Bale sabía que cubrir sus zapatos sería imposible. No
obstante, algo tenía a su favor y era el enfoque humano. Gracias a esto, cualquiera
puede identificarse con este Moisés y más dada su relación con Dios.
En Noé se cometió el
error de omitir la presencia de Dios, los sueños abstractos no eran suficientes.
Aquí Dios es representado como un niño (en el fondo aparece el arbusto en
llamas pero curiosamente no es el enfoque). Esto es sugestivo, porque uno como
adulto no puede explotar ante un niño.
En el papel de Noé, a
Crowe lo colocaron al borde de perder la
fe en los hombres, Heston lució como una figura con autoridad cuyo pasado no
importaba y en cuanto a Bale, éste se distinguió con preparación, educación,
militarismo, cultura, inteligencia y humanidad. Este Moisés no mandó a volar su
pasado, al contrario trató de defenderlo para mantenerlo con vida.
La preocupación en
torno a su hermano Ramses II es impactante de principio hasta el fin, incluso
me fascinó que hayan reservado un momento privado entre ellos durante el
partimiento del Mar Rojo. Ahora comprendo porque Scott se la dedicó a su
hermano Tony, quien lamentablemente perdió la fe.
En algún momento
hemos cuestionado a Dios ya sea por caprichos o tragedias a nuestro alrededor y
por esa misma razón puedo aceptar este dinamismo. Presenciar las diez plagas no
ha de haber sido nada fácil, sobretodo la muerte de los primogénitos. Me
fascina como la fe se cuestiona al tratar de justificar las razones detrás de
estos fenómenos.
Como humanos nunca
vamos a comprender estas acciones, aplaudo este hincapié no sólo en Bale sino
en Joel Edgerton. A diferencia de otros
críticos, Edgerton merece estar aquí porque no es el típico villano, sino es un
junior por así expresarse y un padre de familia. No se aleja mucho de nuestros
presidentes, si uno mira de cerca en su forma de gobernar un pueblo.
Para mí, Edgerton
resultó la gran sorpresa, este Ramsés II tiene corazón, la vanidad opacará su
preocupación hacia su hermano más si posee la capacidad para amar y la evidencia
yace en su hijo. ¿Quién alaba a un Dios que
mata niños? Esta línea es fantástica, siendo honestos, cuántas veces no hemos
escuchado a algunos quejarse de esta forma ante circunstancias ajenas a nuestra
comprensión.
Este Ramsés II es una figura moderna, su comportamiento ego-centrista y complejo de Dios suele verse en las personas con poder. Esto siempre ha sido a través de todos los años y la trama lo justifica con Seti I al mencionar que siempre gobiernan los menos preparados. Así que Edgerton no tiene porque preocuparse, esta es un actuación digna de una futura nominación.
Este Ramsés II es una figura moderna, su comportamiento ego-centrista y complejo de Dios suele verse en las personas con poder. Esto siempre ha sido a través de todos los años y la trama lo justifica con Seti I al mencionar que siempre gobiernan los menos preparados. Así que Edgerton no tiene porque preocuparse, esta es un actuación digna de una futura nominación.
Tampoco descartemos
al impresionante reparto de Aaron Paul como Joshua, John Turturro como Seti I,
Ben Kingsley como Nun, Sigourney Weber como Tuya, María Valverde como Zipporah
y Hiam Abbass como Bithiah. Dado que la prioridad aquí es el conflicto entre
Moíses y Ramsés, se sacrificó el desarrollo de estos personajes secundarios.
Aparecen en ciertas
etapas y comparten un par de diálogos con los protagonistas, pero aquello no
debería ser tomado con negativismo, está justificado. El libro de Éxodo no es
un relato descriptivo, es breve y conciso. Diversas interpretaciones la rodean
al respecto pero el mensaje sigue siendo el mismo. Por ende, la esencia es
notable gracias a cada uno de estos actores.
Como es de esperarse
Ridley Scott es un maestro: cinematográficamente la obra trasciende en el
panorama visual. Vemos en su apogeo al Imperio Egipcio con su política,
costumbres y esclavitud; el sonido nos inquieta, el vestuario es precioso y la
música de Alberto Iglesia es enriquecedora. Tal parece esto fue bastante
personal para Scott en comparación con Gladiador, Cruzada y Robin Hood.
Ámenla u ódienla…
Éxodo: Dioses y Reyes dará de qué hablar y no sólo en lo literario, sino en
aspectos técnicos, visuales, actorales y principalmente en el enfoque multifacético
de la Fe cristiana. No es la típica película de acción, si contamos con una
extraordinaria secuencia de guerra y ¡las plagas! pero en sí, es un drama épico
que te humanizara el punto de vista sobre este icónico relato bíblico.
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