lunes, 2 de noviembre de 2015

Crítica de Sicario: Tierra de Nadie


La Agente Kate Macer es llamada para asistir una operación anti-cuartel como consultora. Debido a la pérdida de dos de sus compañeros y tras el descubrimiento de veinte cadáveres, Kate se ofrece como voluntaria para tratar de darle fin a esta serie de atrocidades. Sin embargo, una vez adentro se dará cuenta que nada es lo que parece y por lo tanto, terminará no sólo perdiéndose entre la delgada línea de la legalidad sino desconfiara incluso de aquellos a quienes sirve.

Primeramente empezaré a aclamar el grandioso elenco de Emily Blunt, Benicio del Toro y Josh Brolin. Una inocente agente operando de acorde al reglamento, un mercenario despiadado y un líder cínico  dispuesto a rebajarse al nivel del enemigo con tal de restablecer el viejo orden. Con respeto a Oliver Stone y sus Salvajes, absolutamente nada que ver con esta inquietante y sublime adaptación de Denis Villeneuve.

En el papel de Macer, Blunt nos cautiva con su inocencia. No sólo nos demuestra su capacidad para sobresalir en las secuencias de la acción, sino se pone en contacto con sus propias emociones hasta el punto de presenciar un total desagrado tanto en su físico como en su comportamiento. En pocas palabras. Blunt es el gancho por el cual nos introduce a este mundo del cual siempre escuchamos  y tememos por las razones adecuadas.

Será cierto que Blunt comienza como la protagonista pero al final es Benicio del Toro quien se roba la función al entregarnos una actuación merecedora de una nominación. No se necesita de discursos ni lloriqueos, sólo la mera presencia y un acento oxidado son suficientes para silenciarnos. Del Toro es un maestro de la actuación y por ende me quedó atónito de haber presenciado algo tan extraordinario.

Josh Brolin tampoco se queda atrás. Al lado de Benicio hacen buena mancuerna por su tosquedad. Me agrado su forma de relacionarse con Blunt. Siempre a un paso delante de ella, manteniéndola desinformada y confundida para que cumpla con su único propósito del cual ya dependerá de ustedes descubrirlo. Eso sí, resulta que es cada vez más raro es encontrarnos ante un elenco que dejé huella.   

Obviamente esto tiene mucho que ver por la dirección y su guión, por suerte Taylor Sheridan entregó un guión digno de nominación y hasta inclusive gane por seguir de forma directa y concisa la travesía de cómo se opera hoy en día el mundo del narcotráfico. No es tanto el desarrollo de los personajes sino su desenvolvimiento conforme las reglas son ignoradas y el fuego se esparce sin confrontar límites.  

Podría decirse que Villeneuve retomó algunos elementos técnicos de su entrega pasada Prisioneros. Sobre todo en la ambientación percibida en su cinematografía porque la ciudad de Juárez si llega a impactarnos hasta el grado que nos da miedo considerarlo. Ni se diga de los efectos especiales, música y sonido ya que en definitiva son de la más alta calidad. De por sí su edición es limpia comprobándose mediante los encuadres seleccionados personalmente por Villeneuve.   

En conclusión tenemos una obra no fácil de digerir, enfermiza, confusa y provocativa. No puedes evitar sentir la tortura ante la incertidumbre constante de la protagonista ni tampoco desviarte por completo de esta al asumir al verdadero protagonista y amo de la película. Tal como lo dicen, no sabremos nada al principio pero al final todo recobra su sentido y efectivamente. Posteriormente de residir en sufrimientos, cada una de nuestras dudas se aclara en un tercer acto que jamás olvidarás.

Créanme que esta supera por mucho a Tráfico, El Abogado del Crimen y Salvajes. No se guarda nada, tal como su título lo indica, sabemos exactamente de lo que se trata y a lo que nos metemos y aunque no podamos distinguir la diferencia entre héroes y enemigos, al menos nos hará pensar al respecto forjándose así una idea de la cual estará presente al momento de comer.        

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