Va a haber muchas opiniones respecto a esta interesante adaptación
centrada en la resurrección de Cristo desde el punto de vista de un ateo.
Añadiendo el esencial contexto romano, entonces tenemos un sugestivo
protagonista con una gama infinita de decisiones y reacciones de las cuales no
difieren de nuestra percepción emocional.
Todo se resume en los sentimientos encontrados conforme nos adentramos
en la historia. En esta ocasión el enfoque radica en Clavius, un tribuno
ordenado a encontrar el cuerpo de Cristo para evitar un tumulto que amenace con
desestabilizar el Imperio Romano. Un decente guión por parte de Kevin Reynolds
quien también se desenvuelve como el director.
Mis respetos para Reynolds, una segura y estable estructura narrativa
llevada a cabo de la forma más respetuosa, honesta y real. En sí cualquiera puede ponerse en las sandalias
del ateo, compartir las mismas incertidumbres, miedos y necesidad por saber la
verdad. No se exagera en la violencia ni tampoco recurre a la fantasía visual
para relatar uno que otro milagro.
Contextualmente hablando, aplaudo su maravillosa cinematografía en
especial la recurrida en el tercer acto. Todo parece estar acorde a la época,
inclusive algunos diálogos o escenas van acorde a la Biblia. Obviamente se
tomaron la libertad de inferir en cuestiones de seguridad o políticas aunque al
final es viable que haya sucedido, ya que siempre tiende a haber un colado.
Sí buscabas secuencias grandiosas de batalla tipo Cruzada, Éxodo:
Dioses y Reyes o Gladiador, me temo que tendrás que conformarte con los
primeros diez minutos ya que la estrategia coordinada es impresionante mientras
dura. De ahí en afuera contamos con un suceso de investigación seguida de
espiritualismo.
Claro que tampoco es la quinta maravilla; comparada con La Pasión de
Cristo o Ben Hur, se quedó corta incluso de su verdadero potencial. Después del
giro, la trama opta por conformarse en lo familiar dejando a un lado el
desenvolvimiento personal del protagonista trayendo como consecuencia una débil
catarsis.
Así nomás pierde peso el personaje y es una gran pena considerando la
ingeniosa personificación de Joseph Fiennes. Este soldado frío, serio y cansado
en necesidad de una vida tranquila, sin muertes, paz como la mayoría lo desea. Fiennes
siempre ha tenido presencia y aquí no es la excepción, además de su capacidad
física, aquí su lado emocional lo hizo conectar.
Pudo haber pasado más pero Fiennes comete el error de conformarse al
igual que el resto de sus compañeros con la excepción de Tom Felton y Cliff
Curtis quienes hacen lo posible por dejar su huella como Lucius y Jesús. Incluso
Curtis nos entrega la mejor escena al escenificar el milagro en un leproso.
Honestamente me conmovió al igual que el enfrentamiento entre Clavius y Lucius.
Fuera de un tercer acto donde el protagonista pierde peso, La
Resurrección de Cristo podría servir como una secuela a La Pasión de Cristo. Aunque
siendo honesto, no puedo evitar sentir que hubiese sido mejor desde un
principio haberse enfocado solamente en Jesús y sus discípulos ya que esa
relación fue el motivo por la cual la conversión de Clavius se tornó pasajera e
incompleta.
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