Debido a un sangriento pasado marcado por La Purga, la senadora
Charlie Roan tiene como objetivo ponerle fin de una vez por todas a este
inhumano evento impartido por los Nuevos Padres Fundadores de los Estados
Unidos. Debido a su cercanía por ganar las elecciones, se pone en marcha el asesinato de la candidata para impedir su
alcance a la presidencia.
Haciendo un breve recordatorio, encontré potencial en la primera parte
por este concepto controversial sobre una posible forma de economizar, por así
ponerlo, ya que al final su fundamento recae en la conspiración capitalista la
cual no está tan distante de la realidad. Recuerdo sentir el miedo de sólo
pensar encontrarme bajo esas circunstancias.
Lamentablemente no cumplió con las expectativas hasta que decidieron
irse a las calles mediante una historia vinculada entre varias personas con una
agenda en común: sobrevivir. A excepción de un protagonista cuyo pasaje de
venganza concluyó en redención, manteniéndose esta esencia en esta tercera
entrega.
En sí La Purga 3 funciona como un cierre a una escalofriante e
intrigante trilogía. La base de lo que hizo a la segunda en un éxito superior a
la original sigue presente en conjunto con el riesgo de llevarlo al plano político
del cual ingeniosamente congenió con las elección presidencial de este año. Me
sorprende lo cuan actualizado yace en su contenido.
Seguramente muchos religiosos terminarán detestándola por su enfoque
religioso, especialmente en el tercer acto donde un sermón te deja boquiabierto.
Uno debe comprender que es una pieza de
entretenimiento que cumple con su propósito, además de hacernos cuestionarnos
sobre nuestra naturaleza humana.
Así como somos capaces de hacer cosas maravillosas, también somos
capaces de hacer un mal tan inimaginable si se nos da la oportunidad como se
nos plasma en esta arriesgada adaptación, que merece sin duda respetarse por
cruzar ese camino que muchos no se atreverían. Porque en sí, el horror está en
tercer plano, el núcleo radica en la esperanza y lucha por un mejor mundo.
Las temáticas son correctamente establecidas por el guionista y
director James DeMonaco. Ni se diga de su edición, iluminación y cinematografía
porque conforman una atmosfera que te mantiene en suspenso en cuando suena la
sirena. Asimismo la música, vestuario y los efectos especiales son tan
efectivos que sientes la tensión al lado de un par de sustos.
Desde un principio sabía que Frank Grillo debía regresar tras haber
dejado su huella en la segunda entrega. Pese a no ser el elemento central, su
química con Elizabeth Mitchell es lo que pone a esta secuela en otro plano
porque es tanto su fe en esta actriz que interpreta a la senadora, que nos
contagia de su necesidad de protegerla a toda costa.
Fácilmente Mitchell se posiciona como el corazón y alrededor de ella,
los nuevos integrantes como Mykelti Williamsom, Joseph Julian Soria, Betty
Gabriel, Edwin Hodge y demás terminan agradándonos hasta el grado de
conmovernos. Tampoco descartemos a los chicos malos porque su psicosis es tanto
de temerse como de odiarse.
Ya para que yo lo diga, porque probablemente me vayan a criticar por
haberle dado un puntaje favorable, no lo puedo evitar. Es una secuela que supo
desenvolver su caótica historia con una fuerte voluntad de esperanza. No la
siento como la definitiva conclusión en víspera de lo mencionado en el clímax,
pero en cuestiones de trilogía, cierra como debería.
Calificación: 4 de 5 estrellas
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