domingo, 10 de marzo de 2024

Mary Poppins y El Sonido de la Música

   Hace 21 años de haber nacido en 1986, llegó una adaptación musical que cambió al mundo de una forma nunca antes vista para ese entonces. Por decir que para el noviembre de 1966 ya se había convertido en la película mundialmente más taquillera con $ 286.2 millones con un presupuesto solamente de $ 8.2 millones. Difícil de creer que haya vencido a Lo Que El Viento Se Llevó.  

   Interesantemente, ambas comparten su duración prolongada de tres horas y ambas fueron acreedoras a las estatuillas importantes en los Premios de la Academia. Dicho eso, La Novicia Rebelde (The Sound of Music) fue galardonada por Mejor Película, Director, Edición, Música y Sonido. Cada uno bien merecido, eso no se lo cuestiono. Inclusive fue nominada por Mejor Cinematografía, Vestuario, Dirección de Arte, Actriz de Reparto y Actriz Principal. 

   El factor común entre las dos producciones de las cuales quise ver consecutivamente recae en su protagonista Julie Andrews, quien a esas alturas era una estrella en todo sentido de la palabra. Cualquier papel que tomara, lo hacía con valentía y elegancia. Me temo que a mi mente sólo me aparecían los títulos de El Diario de la Princesa, Shrek 2 y no se diga la serie televisiva de Bridgerton en donde su voz perfecciona el drama descrito por Lady Whistledown.

   Así que me resulta extraño verla en este papel tan joven e ingenua, y no se diga Victor Victoria o Mary Poppins de la cual revisité ahora en mi adultez. Tampoco puedo descartar el jovenazo Christopher Plummer, que en paz descanse, haya sido todo un caballero y galán. Quién hubiese imaginado que tanta presencia podría trascender de este señor que conocí en Una Mente Brillante y cuyas interpretaciones me tocaron apreciar en Inside Man, Tesoro Nacional, Se Busca Pareja, La Casa del Lago y Todo El Dinero del Mundo.  

   Nunca se es tarde para conocer a estos talentos y darnos cuenta del impacto y el legado que dejaron conforme se van yendo de este mundo. Es triste saber que nada dura para siempre, a excepción de esta chispa que compartieron Andrews y Plummer por resultar en escenas inolvidables a pesar de sentirse cansada esta adaptación. 

   No es mi intención desacreditarla, lo menciono de nuevo, para alguien que creció en los noventas y que nunca se ha distanciado del cine desde entonces, resulta complicado tratar de verla con aquellos ojos porque mi mente sin querer queriendo se encuentra adelantada para los ideales y limitaciones contextuales y técnicas de esos tiempos. 

   No planeo tampoco criticarla en tonos culturales, no está en mi derecho hacerlo como tampoco lo estará cuando el hoy pase a ojos de las futuras generaciones. Sólo podemos echar un vistazo al pasado, tratar de unir las piezas, comprender y finalmente aprender, y lo que he aprendido de La Novicia Rebelde es que la vida continua y se fortalece con la libertad siempre y cuando los valores se mantengan por adelante. 

   Para mi sorpresa los números musicales ya me eran familiares, algunos los he escuchado, en especial en El Pacificador. No sé si recuerden aquella comedia de espías en donde Vin Diesel interpretaba a un niñero, el jovencito al que cuida se encuentra ensayando justamente ¨Sixteen Going on Seventeen¨. Esa y la de ¨My Favorite Things¨. 

   Imposible no volverme loco con sus amables coreografías y muy en especial en ese tercer acto en donde el suspenso y la lucha por sobrevivencia nos pone al filo de nuestros asientos porque de verdad nos importa el destino de cada uno de estos integrantes. Tan así que sentí el miedo en el número final de ¨So Long, Farewell¨. 

   A decir verdad, no fue tan malo haberla visto en su totalidad. Obvio que le hubiese quitado una hora y hubiese simplificado la narrativa para que no abarcara tanto. Algo irónico que el exceso de tiempo no haya cumplido con la expectativa de profundizar en los personajes, pero eso no le resta importancia alguna al elenco y al director porque cumplieron con su trabajo. 


   Tal como sucede con Mary Poppins, en víspera de que hace poco presenciamos el retorno de este icónico personaje en los modales de Emily Blunt en Mary Poppins Regresa y no se diga de la fascinante El Sueño de Walt (Saving Mr. Banks) en donde Emma Thompson hace el papel de la autora Pamela P.L. Travers en un drama biográfico que merece promoverse por su relevancia significativa. 

    Siendo fan de los Power Rangers y de las películas de Batman de Tim Burton, como que se complicaba disfrutar Mary Poppins. Seguramente no soy el único, y quizás algunos de ustedes coincidirán en que nomás no conectábamos con nada ni nadie. La historia por sí sola me aburría por lo absurda que solía tornarse en ratos. Canciones sin sentido, a excepción de dos pegajosas. 

   Por lo visto no es del todo fiel al libro en que se basó, subrayando que la autora no quería que se convirtiese en un musical y la comprendo. Mary Poppins es un drama infantil que hasta pudiese ser de madurez y del fin de la niñez dado el delicado recuerdo en el que está inspirado. Obviamente el Sr. Disney tenía la intención de que fuese comercial y espectacular. Lo bueno de cumplirle a la autora en ese final no planeado.  

   En una nota optimista: los números musicales están decentes, la melodía pegajosa y el tercer acto es lo mejor pero lamentablemente su cimiento se desaprovechó en los dos primeros actos en donde los niños nada más no me convencen por lo sobre actuados que llegan a sentirse. Lo siento, pero si de niño no me los comía, de adulto menos. Si no fuese por Julie Andrews, ni siquiera Dick Van Dyke hubiese lucido en ese espantoso segmento caricaturesco. Todavía la secuela supo editarlo de un modo que fuese justificado.  

   Sí que tengo bastante en común con P.L. Travers, si Mary Poppins se hubiese filmado como las de Nanny McPhee, Charlie y La Fábrica de Chocolates o Cuando Un Monstruo Viene A Verme, no hubiese envejecido tan mal porque la intención no era que te rieras con absurdidades sino de que comprendieras que el enfoque principal era la redención. Tal como sucedió con El País de Nunca Jamás de Johnny Depp y Kate Winslet, en donde el objetivo del autor era que los niños se imaginaran a su madre moribunda yéndose a un paraíso de infinita felicidad; aquí la autora quería salvar a su padre de la tragedia que le aguardaba.  


   Haber vuelto a ver El Sueño de Walt Disney me robó una gran sonrisa y me hizo apreciar las escenas del padre en Mary Poppins. De lo malo me quedó con lo bueno y a parte de que la dirección de John Lee Hancock (Un Sueño Posible) fue de lo más agradable por la belleza resplandeciente en la niñez de Travers conforme disfrutaba de los últimos años de vida de su padre. Es que la escena de ver a a una niña abrazada con su padre mientras cabalgaban a caballo por las praderas era tan conmovedora que con esa melodía terminaba por romperte el corazón.  

   Sin importar que no sea 100% fiel, la esencia se mantiene como el mensaje compartido entre la charla de Disney y Travers. Hanks y Thompson merecían la nominación sólo por esa escena, más cuando Thompson se agarra bailando cuando su personaje descubre que los guionistas redimieron a su padre con esa inigualable  ¨Let's Go Fly a Kite cuya letra inspiró a ¨Nowhere To Go But Up. 

   Descubrir que, por 20 años, la autora se estuvo aferrando a no venderle los derechos es de admirarse como ver las cosas desde otra perspectiva. Aquí podemos identificar los elementos que caracterizan a la versión de la película  pero que lamentablemente no brillan como deberían por esa excesiva infantilización. 

   Sé que hubo muchos que le aplaudieron a Tom Hanks por interpretar a Walt Disney, por mi parte prefiero a Paul Giamatti porque pese a hacerla de un chofer, es el único personaje al que podríamos identificarnos la mayoría y estoy seguro de que quienes hayan visto la película, concordaran. Sin descartar a Colin Farrel y hasta Ruth Wilson a quien había olvidado que aparecían. 


   Con un presupuesto de $ 35 millones, me da gusto que haya conseguido $ 112 millones a nivel mundial y siga disponible a través de Disney Plus. No era mi intención regresarme al 2013 ni seguirle al 2018 porque era inevitable no irme de paso con Mary Poppins Regresa. Hace cinco o seis años acerté en que esta secuela por más familiar que fuese, debió haberse estrenado en Mayo y no en Diciembre. Estoy seguro que a Solo: Una Historia de Star Wars le hubiese ido mejor en víspera de que la secuela de 50 años ni siquiera pudo acercarse a los $ 400 millones de dólares mundialmente. 

   Y es a lo que me refiero, Mary Poppins no se convirtió en ese eterno fenómeno que prometió Disney porque su trama no supo aprovechar el giro revelado en la producción biográfica. Me temo que fue algo exclusivo de su generación y a pesar de que hubo una mejoría en el guion respaldada por Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda y Ben Whishaw, con mejores canciones y una trama moderna, nomás no hubo elemento de nostalgia y vaya que hicieron hasta lo imposible por promocionarla como un evento de alta calibre. 

   Volverla a ver, me hizo acordar de los buenos sentimientos que te desatan y a su vez me inspiró a ver la adaptación biográfica. Obvio que el Director Rob Marshall se benefició de los avances tecnológicos pero quizás un reinicio le hubiese sentado mejor en esta situación. Es lo bastante entretenida, no digo lo contrario, hasta se lo toma en serio y con encanto. Nada de absurdidades e incoherencias, sino un carisma que te hace sentir niño de nuevo. 

   Lamentablemente, le afectó el paso de las cinco décadas y el auge de los superhéroes. En conclusión, si no te interesa en absoluto ver La Novicia Rebelde o Mary Poppins, no las vean. Así de fácil, no te pierdes de tanto en comparación con Ben Hur o los 10 Mandamientos, películas de las cuales hablaré en mi siguiente entrada por lo que se pondrá bueno este Retrocine. En su lugar, si les recomendaría El Sueño de Walt Disney, de ese si no tengo la menor idea de que la disfrutaran y hasta de más. 

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