domingo, 30 de septiembre de 2012

Crítica de Dredd


 
La primera adaptación de 1995 obtuvo una mala recepción y curiosamente tiende a confundirse con Hombre de Demolición por contener a Sylvester Stallone. John Wagner, uno de los creadores, también se disgustó por la falta de fidelidad y desapego al revelar el rostro del personaje principal, teniendo en cuenta que en los comics rara vez sucede y si se daba el caso, la imagen era difusa.
 
17 años después y el guionista Alex Garland en conjunto con la consultoría de John Wagner, decidieron regresar a Dredd a la pantalla grande pero desde un concepto más apegado a los comics, omitiendo por completo la versión pasada. El resultado consistió en una historia agresiva donde el desarrollo de personajes se desenvuelve con la violencia ejecutada dentro de un detallado contexto futurístico.
 
Debo admitir que a pesar de una sencilla premisa, existe mucha concentración en sus temáticas. Las secuencias de acción son constantes e innovadoras. El suspenso nunca se detiene y los estilos de combates son letales. Garland realizó un excelente trabajo en definirnos a Dredd y mantener el misterio de su identidad. Asimismo ingresar a la novata sirvió para comprender este nuevo mundo desde su inocente punto de vista.
 
El crimen mostrado no difiere de nuestra realidad, la corrupción siempre está presente al igual que los buenos hombres luchando contra ella o los traicioneros alimentándola con el fin de obtener dinero sangriento. Esta situación enfermiza nos pone a pensar sobre la existencia de este sistema de policías-jueces-verdugos. Fue tanto el cuidado por no hacerlos ver tan autócratas que no estaría mal proponerlos en nuestro sistema judicial. De por sí la ley se cumple a la conveniencia de nuestros regidores y por la mayoría del tiempo, pasa desapercibida.  
 
Es interesante analizar como los personajes reaccionan a los sucesos del momento. No existe una escena en donde los villanos como los chicos buenos suelan sentarse a discutir sus conflictos. Aquí todo se torna a la violencia cruda y a las interacciones frías. Cada personaje madura conforme asume las responsabilidades de sus propias decisiones. La catarsis es inevitable y la tensión es un recorrido disfrutable de principio a fin.  
 
Por ese motivo debo aplaudir la dirección de Pete Travis ya que transformó el guion de Garland en una obra que da más de lo esperado. Si de por sí se encuentra limitada por los recursos y espacios, aquí se siente un ritmo acelerado a pesar de varios momentos de cámara lenta. Travis manifestó creatividad en las secuencias de las drogas, en ningún momento cansan por la nitidez en sus elementos visuales.
 
Karl Urban adopta el modelo de Christian Bale en el sentido en que la personalidad es caracterizada a través de su voz. Sin embargo carece de sentimentalismo por el cubrimiento absoluto de su rostro. Sus movimientos son toscos y se percibe ese gran odio. En constraste, Olivia Thirlby es impresionante como la novata. En cierto modo es la verdadera estrella por mostrarnos su evolución en las diferentes etapas por las que atraviesa. En el aspecto antagonista, Lena Headey denota gestos impresionantes en su papel de psicópata dominante y abusadora de hombres.
 
Enfocándonos a la cinematografía, las estructuras de las mega-ciudades se muestran fascinantes aunque sean a la brevedad. Su introducción en la toma panorámica seguramente ha de disfrutarse en la tercera dimensión por los efectos climatológicos. Esta urbanidad del futuro diseñada por Anthony Dod Mantle (Quisiera Ser Millonario) luce en mayor parte a la edición de Mark Eckersley.  
 
El edificio de The Peach Tree es una representación de los barrios bajos donde la delincuencia gobierna  por la ausencia de una ley determinante. Travis hace buen uso de los corredores y aprovecha cada rincón, elevador o habitación para esparcir el suspenso. Mantle se apoya en su experiencia y destaca las facciones decadentes de cada nivel. En cuanto a Eckersle, cumple al proporcionar la atmosfera brutal la cual da vida a este relato por el buen uso del sonido y la realística implementación de las visualizaciones.
 
Entre las secuencias más sobresalientes se encuentran: los efectos secundarios  del pasó de tiempo al 1% por la droga digerida, las distintas modalidades de fuego del rifle de Dredd, el estado psíquico de la novata, las formas de morir, los caídos, la escena de interrogación, la llegada de los refuerzos y la conclusión. Añadiendo la composición musical de Paul Leonard-Morgan, debo aclarar que haber trabajado en Sin Limite fue de gran ayuda por su similitud en el tiempo pausado. Asimismo es similar a El Origen dando por hecho la tremenda inspiración que ha sido en la ciencia ficción.   
 
En un periodo donde los trajes tienden a ser similares, el de Juez Dredd es intrigante especialmente por mantener el rostro cubierto. Ese misterio sirve de protección pero podría convertirse en la razón de desinterés porque para la mayoría es necesario contar con la presencia física de nuestro héroe. Si existiese una secuela, esperando sea un éxito internacionalmente, espero y se exploren los orígenes.  
 
En conclusión, Dredd es brutalmente estable. Estarán presentes las negociaciones pero inmediatamente se recurre a la sangrienta violencia. Cada personaje está motivado y conserva una sombra de prestigio por mantenerse centrados en el presente en lugar de acudir al pasado. El contexto está fijo y los obstáculos del mal llevan una poderosa ventaja sobre el bien que triunfalmente concluye con una gran satisfacción.
 
 

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