La primera adaptación
de 1995 obtuvo una mala recepción y curiosamente tiende a confundirse con
Hombre de Demolición por contener a Sylvester Stallone. John Wagner, uno de los
creadores, también se disgustó por la falta de fidelidad y desapego al revelar
el rostro del personaje principal, teniendo en cuenta que en los comics rara
vez sucede y si se daba el caso, la imagen era difusa.
17 años después y el
guionista Alex Garland en conjunto con la consultoría de John Wagner,
decidieron regresar a Dredd a la pantalla grande pero desde un concepto más
apegado a los comics, omitiendo por completo la versión pasada. El resultado
consistió en una historia agresiva donde el desarrollo de personajes se desenvuelve
con la violencia ejecutada dentro de un detallado contexto futurístico.
Debo admitir que a
pesar de una sencilla premisa, existe mucha concentración en sus temáticas. Las
secuencias de acción son constantes e innovadoras. El suspenso nunca se detiene
y los estilos de combates son letales. Garland realizó un excelente trabajo en
definirnos a Dredd y mantener el misterio de su identidad. Asimismo ingresar a
la novata sirvió para comprender este nuevo mundo desde su inocente punto de
vista.
El crimen mostrado no
difiere de nuestra realidad, la corrupción siempre está presente al igual que
los buenos hombres luchando contra ella o los traicioneros alimentándola con el
fin de obtener dinero sangriento. Esta situación enfermiza nos pone a pensar
sobre la existencia de este sistema de policías-jueces-verdugos. Fue tanto el
cuidado por no hacerlos ver tan autócratas que no estaría mal proponerlos en
nuestro sistema judicial. De por sí la ley se cumple a la conveniencia de
nuestros regidores y por la mayoría del tiempo, pasa desapercibida.
Es interesante analizar
como los personajes reaccionan a los sucesos del momento. No existe una escena
en donde los villanos como los chicos buenos suelan sentarse a discutir sus
conflictos. Aquí todo se torna a la violencia cruda y a las interacciones
frías. Cada personaje madura conforme asume las responsabilidades de sus
propias decisiones. La catarsis es inevitable y la tensión es un recorrido
disfrutable de principio a fin.
Por ese motivo debo
aplaudir la dirección de Pete Travis ya que transformó el guion de Garland en
una obra que da más de lo esperado. Si de por sí se encuentra limitada por los
recursos y espacios, aquí se siente un ritmo acelerado a pesar de varios
momentos de cámara lenta. Travis manifestó creatividad en las secuencias de las
drogas, en ningún momento cansan por la nitidez en sus elementos visuales.
Karl Urban adopta el
modelo de Christian Bale en el sentido en que la personalidad es caracterizada
a través de su voz. Sin embargo carece de sentimentalismo por el cubrimiento
absoluto de su rostro. Sus movimientos son toscos y se percibe ese gran odio. En
constraste, Olivia Thirlby es impresionante como la novata. En cierto modo es
la verdadera estrella por mostrarnos su evolución en las diferentes etapas por
las que atraviesa. En el aspecto antagonista, Lena Headey denota gestos
impresionantes en su papel de psicópata dominante y abusadora de hombres.
Enfocándonos a la
cinematografía, las estructuras de las mega-ciudades se muestran fascinantes
aunque sean a la brevedad. Su introducción en la toma panorámica seguramente ha
de disfrutarse en la tercera dimensión por los efectos climatológicos. Esta urbanidad
del futuro diseñada por Anthony Dod Mantle (Quisiera Ser Millonario) luce en
mayor parte a la edición de Mark Eckersley.
El edificio de The
Peach Tree es una representación de los barrios bajos donde la delincuencia
gobierna por la ausencia de una ley
determinante. Travis hace buen uso de los corredores y aprovecha cada rincón,
elevador o habitación para esparcir el suspenso. Mantle se apoya en su experiencia
y destaca las facciones decadentes de cada nivel. En cuanto a Eckersle, cumple
al proporcionar la atmosfera brutal la cual da vida a este relato por el buen
uso del sonido y la realística implementación de las visualizaciones.
Entre las secuencias
más sobresalientes se encuentran: los efectos secundarios del pasó de tiempo al 1% por la droga
digerida, las distintas modalidades de fuego del rifle de Dredd, el estado psíquico
de la novata, las formas de morir, los caídos, la escena de interrogación, la
llegada de los refuerzos y la conclusión. Añadiendo la composición musical de
Paul Leonard-Morgan, debo aclarar que haber trabajado en Sin Limite fue de gran
ayuda por su similitud en el tiempo pausado. Asimismo es similar a El Origen dando
por hecho la tremenda inspiración que ha sido en la ciencia ficción.
En un periodo donde
los trajes tienden a ser similares, el de Juez Dredd es intrigante especialmente
por mantener el rostro cubierto. Ese misterio sirve de protección pero podría
convertirse en la razón de desinterés porque para la mayoría es necesario
contar con la presencia física de nuestro héroe. Si existiese una secuela,
esperando sea un éxito internacionalmente, espero y se exploren los orígenes.
En conclusión, Dredd
es brutalmente estable. Estarán presentes las negociaciones pero inmediatamente
se recurre a la sangrienta violencia. Cada personaje está motivado y conserva
una sombra de prestigio por mantenerse centrados en el presente en lugar de
acudir al pasado. El contexto está fijo y los obstáculos del mal llevan una
poderosa ventaja sobre el bien que triunfalmente concluye con una gran
satisfacción.
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