sábado, 28 de septiembre de 2013

Crítica de Rush: Pasión y Gloría

 
Son pocos quienes tendrán referencias sobre la extraordinaria rivalidad entre James Hunt y Niki Lauda la cual se desenvolvió en las carreras épicas de Fórmula Uno durante la temporada de 1976. Ahora no habrá excusas para explorar este mundo desde el lado humano puesto que Ron Howard hace uso de la vieja escuela para brindarnos una experiencia completa en todos los aspectos posibles con un acercamiento directo y respetuoso.
 
Para los amantes de este género encontraran el guion bastante fenomenal y para los nuevos conocedores se quedaran deseando saber más de las vidas de estos corredores porque sus caracteres opuestos son desenvueltos a través de una historia lineal a excepción de la introducción donde antes de embaucarnos al evento trágico, nos regresan al pasado para explicarnos a detalle el crecimiento de Lauda y Hunt en esta peligrosa profesión.
 
La ejecución de Ron Howard es magnífica debido a su enfoque humano siendo compensando momentáneamente con breves segmentos de adrenalina para esparcir esa velocidad de la que muchos hablan al momento de presenciar una carrera de la Formula 1. En ningún momento se siente el melodrama ni tampoco se vuelve pesada esta doble biografía. Debido a esta dirección, los sucesos simplemente fluyen a buen ritmo siendo pausados para respaldar los tonos emocionales. 
 
En sí es una adaptación que cubre todo lo posible con referencia a la rivalidad de Hunt y Lauda, desde sus relaciones amorosas, estilos de vida, controversias, habilidades, dones, confrontaciones y negociaciones agresivas. Asimismo el uso de sarcasmo es un excelente amortiguador para reducir la tensión y no puedo evitar sentirme conmovido por los mensajes que se manejan, principalmente el de la perseverancia y el deseo por ser el mejor en lo que uno hace.
 
Quizás el guion parezca darle preferencia a Lauda pero ello se justifica por tratarse de una persona centrada en su oficio a diferencia de Hunt, quien era un mujeriego fiestero por tanto la ausencia de una actitud madura evita que no sea un modelo a seguir.  No obstante, ambos reciben el mismo respeto e igualdad y en conjunto nos introducen a esta fascinante industria con pasión y gloria.  
 
Si la música de Hans Zimmer llega a estar nominada en la próxima entrega de los Oscares, será un candidato difícil a vencer porque tenía rato que no escuchaba una composición sensible. Dicho en este sentido porque siendo cómplices de estos eventos, la melodía nos contagia de tanto honor y sufrimiento humano. Se pudo haber centrado en las canciones populares de aquella época pero fue sensato dejar al Señor Zimmer desarrollar su propia interpretación.
 
Los efectos especiales también salieron a relucir ya que se apoyaron en las auténticas pistas del Reino Unido, Alemania y Austria. Para profundiza en su realismo, se emplearon réplicas de las cuales fueron aprovechadas visualmente y en compañía de la sobresaliente edición del sonido,  resultaron en lo más impactante de la temporada de 1976. Fácilmente el accidente de Lauda y su hospitalización se destacan como las escenas esenciales de la película.  
 
Cabe señalar la ambientación climática, los efectos de las llantas mojadas, los descarrilamientos, las explosiones, los procesos quirúrgicos y los modelos de los carros. Los uniformes están cercanos a la época al igual que los vestuarios de las mujeres. Otro factor relevante fueron los buenos encuadres de los distintos escenarios cinematográficos. Como podrá notarse, Hollywood no tuvo influencia alguna.  
 
A pesar de contar con escenas limitadas, Olivia Wilde y Alexandra Maria Lara constituyen un excelente reparto. Wilde se ve bellísima con esos atuendos y su acento es adictivo, me hubiese gustado que Howard hubiese llevado a cabo la escena con Russell Crowe quien interpretaría a Richard Burton. Por otro lado, Lara nos cautiva con sus expresiones de tortura interna ya que no dependió de diálogos para mostrarnos el constante miedo por perder a su esposo.  
 
Indudablemente las verdaderas estrellas son Chris Hemsworth y Daniel Bruhl. Desde sus primeras escenas, ambos actores definen a sus personajes que lo que sigue es simplemente evolución humana. La rivalidad se siente muy personal en la primera hora pero posteriormente se adopta una madurez que se torna en un acto humano de conciencia. Incluso el mismísimo Niki Lauda coincidió con este acercamiento.  
 
Con este papel, Hemsworth demostró  que no necesita de grandes músculos porque  en la escena donde golpea al reportero, nos demuestra lo cuan poderoso puede llegar hacer al desatar sus emociones. En cuanto a Bruhl, pone en alto el nombre de Niki Lauda porque su mero comportamiento nos gana el corazón y nos conmueve en los momentos más culminantes de su carrera.
 
En conclusión, estamos ante un candidato a recibir múltiples nominaciones que del mismo modo podría tratarse del retorno de Ron Howard a los Oscares ya que llevaba un buen tiempo sin ofrecernos una historia memorable con efectos fuertes y actuaciones de primera clase.
 

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