Son pocos quienes tendrán referencias sobre la extraordinaria
rivalidad entre James Hunt y Niki Lauda la cual se desenvolvió en las carreras
épicas de Fórmula Uno durante la temporada de 1976. Ahora no habrá excusas para
explorar este mundo desde el lado humano puesto que Ron Howard hace uso de la
vieja escuela para brindarnos una experiencia completa en todos los aspectos
posibles con un acercamiento directo y respetuoso.
Para los amantes de este género encontraran el guion bastante
fenomenal y para los nuevos conocedores se quedaran deseando saber más de las
vidas de estos corredores porque sus caracteres opuestos son desenvueltos a
través de una historia lineal a excepción de la introducción donde antes de
embaucarnos al evento trágico, nos regresan al pasado para explicarnos a detalle
el crecimiento de Lauda y Hunt en esta peligrosa profesión.
La ejecución de Ron Howard es magnífica debido a su enfoque humano
siendo compensando momentáneamente con breves segmentos de adrenalina para
esparcir esa velocidad de la que muchos hablan al momento de presenciar una
carrera de la Formula 1. En ningún momento se siente el melodrama ni tampoco se
vuelve pesada esta doble biografía. Debido a esta dirección, los sucesos
simplemente fluyen a buen ritmo siendo pausados para respaldar los tonos
emocionales.
En sí es una adaptación que cubre todo lo posible con referencia a la
rivalidad de Hunt y Lauda, desde sus relaciones amorosas, estilos de vida,
controversias, habilidades, dones, confrontaciones y negociaciones agresivas.
Asimismo el uso de sarcasmo es un excelente amortiguador para reducir la
tensión y no puedo evitar sentirme conmovido por los mensajes que se manejan, principalmente
el de la perseverancia y el deseo por ser el mejor en lo que uno hace.
Quizás el guion parezca darle preferencia a Lauda pero ello se
justifica por tratarse de una persona centrada en su oficio a diferencia de
Hunt, quien era un mujeriego fiestero por tanto la ausencia de una actitud
madura evita que no sea un modelo a seguir. No obstante, ambos reciben el
mismo respeto e igualdad y en conjunto nos introducen a esta fascinante
industria con pasión y gloria.
Si la música de Hans Zimmer llega a estar nominada en la próxima
entrega de los Oscares, será un candidato difícil a vencer porque tenía rato
que no escuchaba una composición sensible. Dicho en este sentido porque siendo cómplices
de estos eventos, la melodía nos contagia de tanto honor y sufrimiento humano. Se
pudo haber centrado en las canciones populares de aquella época pero fue
sensato dejar al Señor Zimmer desarrollar su propia interpretación.
Los efectos especiales también salieron a relucir ya que se apoyaron
en las auténticas pistas del Reino Unido, Alemania y Austria. Para profundiza
en su realismo, se emplearon réplicas de las cuales fueron aprovechadas
visualmente y en compañía de la sobresaliente edición del sonido, resultaron en lo más impactante de la temporada
de 1976. Fácilmente el accidente de Lauda y su hospitalización se destacan como
las escenas esenciales de la película.
Cabe señalar la ambientación climática, los efectos de las llantas
mojadas, los descarrilamientos, las explosiones, los procesos quirúrgicos y los
modelos de los carros. Los uniformes están cercanos a la época al igual que los
vestuarios de las mujeres. Otro factor relevante fueron los buenos encuadres de
los distintos escenarios cinematográficos. Como podrá notarse, Hollywood no
tuvo influencia alguna.
A pesar de contar con escenas limitadas, Olivia Wilde y Alexandra
Maria Lara constituyen un excelente reparto. Wilde se ve bellísima con esos atuendos
y su acento es adictivo, me hubiese gustado que Howard hubiese llevado a cabo
la escena con Russell Crowe quien interpretaría a Richard Burton. Por otro
lado, Lara nos cautiva con sus expresiones de tortura interna ya que no
dependió de diálogos para mostrarnos el constante miedo por perder a su esposo.
Indudablemente las verdaderas estrellas son Chris Hemsworth y Daniel
Bruhl. Desde sus primeras escenas, ambos actores definen a sus personajes que
lo que sigue es simplemente evolución humana. La rivalidad se siente muy personal
en la primera hora pero posteriormente se adopta una madurez que se torna en un
acto humano de conciencia. Incluso el mismísimo Niki Lauda coincidió con este
acercamiento.
Con este papel, Hemsworth demostró
que no necesita de grandes músculos porque en la escena donde golpea al reportero, nos
demuestra lo cuan poderoso puede llegar hacer al desatar sus emociones. En
cuanto a Bruhl, pone en alto el nombre de Niki Lauda porque su mero
comportamiento nos gana el corazón y nos conmueve en los momentos más
culminantes de su carrera.
En conclusión, estamos ante un candidato a recibir múltiples
nominaciones que del mismo modo podría tratarse del retorno de Ron Howard a los
Oscares ya que llevaba un buen tiempo sin ofrecernos una historia memorable con
efectos fuertes y actuaciones de primera clase.
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