viernes, 30 de enero de 2015

Crítica de Inquebrantable (Unbroken)


Basada en la vida del atleta olímpico Louis “Louie” Zamperini, se narra su intenso naufragio en el océano hasta su cautiverio en varios campos de guerra. La trama se mantiene fiel a los hechos y en ningún momento se torna melodramática, al contrario, se asimila a la fortaleza de Zamperini y en su proceso termina siendo una obra inspiradora.  

Para tratarse de su segunda película como directora, no puedo evitar sentir que le robaron la nominación a Angelina Jolie. Tal parece experimentó el mismo caso que Ben Affleck. Esta talentosa mujer vuelve a mostrarnos que tiene lo que se necesita para posicionar un drama, pues oficialmente cumplió con las expectativas al hacerle justicia a este gran hombre.

Lo mejor del caso era la cercanía que tenía con Zamperini ya que durante una entrevista, Jolie reveló que eran casi vecinos. Su amistad le brindó no sólo experiencia sino conciencia al momento de llevar a cabo esta poderosa adaptación de la cual se encuentra actualmente disfrutando de los frutos aunque lamentablemente Zamperini no haya alcanzado a verla.

Prácticamente Jack O’Connell es un novato, tratándose de su primer protagonismo. Una producción que estuvo cincuenta años en planeación debido a su contenido sensible y de la nada O’Connell se vuelve el afortunado en interpretar a Louie. Bajo la tutela de Jolie, O’Connell se sumerge en la caracterización, conservando siempre aquella fuerza emocional y el espíritu de sobrevivencia.

Otro actor en ascenso es Domhnall Gleeson, recientemente estuvo en una comedia pero su especialidad es el drama por su seriedad natural. Aquí su actitud nos mantiene enganchados y por tanto nos cuesta desprendernos una vez que sale de cuadro. Lo mismo pasa con Garret Hedlund, Jai Courtney, Luke Treadaway, Alex Russell, entre otros.

La esencia de hermandad es evidente dentro de esta extraordinaria cinematografía de Roger Deakins. Para tratarse de un escenario de guerra lleno de torturas, los encuadres no pierden su gracia. Inclusive la música de Alexandre Desplat refuerza el conflicto de los personajes y a su vez nos contagia de esperanza.     

Tampoco podemos descartar a Miyavi en el infame rol de Mutsuhiro “El Pájaro” Watanabe. Con sólo un par de escenas y de prisa experimentamos el resentimiento por ver a Zamperini al borde del colapso. No cabe duda que su antagonismo se beneficia de su dicción; no me sorprendería verlo próximamente interpretar a un icónico villano.  

El guión de los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson trasciende por mantenerse en la línea artística y no tanto típica de Hollywood. Resulta más que una película de Guerra, es un relato de sobrevivencia donde la importancia no radica en la violencia sino en la propia resistencia de mantenerse vivo hasta el final.

La acción aquí se resume en el primer acto el cual viene intercalado con la niñez y la temprana carrera atlética. Los efectos especiales yacen en las actuaciones aunque también la edición y mezcla de sonido lucen principalmente en la secuencia del bombardeo. Enhorabuena uno se lleva un buen susto durante el naufragio.

En conclusión, Angelina Jolie no habrá obtenido el crédito que se merecía pero al menos Louis Zamperini sí lo obtuvo gracias a que esta adaptación no siguió el camino amarillista, sino se mantuvo fiel a la fortaleza de este aclamado sobreviviente que hoy en día nos sigue dando mucho de qué hablar. 

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