A excepción de Tom Wilkinson, el elenco de aclamados veteranos se embarca
en una segunda aventura de la cual inmediatamente profundiza en los eventos
culminantes de la original. Cabe señalar que no existe una introducción, la
trama retoma las relaciones o implementa nuevas requiriéndose de haberse visto
la primera para comprender no sólo las situaciones sino a los personajes que la
protagonizan.
El director John Madden continúa bajo el mismo dinamismo e incambiable
humor mientras el guionista Ol Parker aprovechó para indagar en las problemáticas
tanto de los jóvenes como de las personas de la tercera edad. En conjunto
diseñaron una secuela digna de verse por cualquiera, independiente de la edad en
la que te encuentres. Si buscas sabiduría y noción de la vida, estás ante una
grandiosa elección.
Obviamente no sólo se trata de endulzarse con las excentricidades de
uno que otro integrante, créanme que uno se divierte bastante por la chispa de
alegría que nos proyectan; pero también hay mucha incertidumbre, dolor y nostalgia
ante las distintas circunstancias a las que se enfrentan nuestros personajes. Cada
vez nos hacemos viejos y cometemos el error de confiar en los prejuicios en
lugar del corazón, olvidándonos que el tiempo se nos agota.
En cualquier situación que nos encontremos, tendemos a darle más
importancia a las cosas que nos dañan a las que nos proporcionan felicidad, he
aquí la dichosa agonía, la delgada línea entre el bien y el mal, el equilibrio,
la retroalimentación o retrospección. Por subsecuente, El Exótico Hotel
Marigold 2 florece al entregarnos una pieza valiosa de no sólo conocimiento
sino comprensión acerca de nuestros errores como humanos.
Tampoco esperes una repetición, como lo comenté al principio, la
secuela se va directo a la siguiente oleada de historias personales. Algunas
novedosas y otras que se retoman con un buen grado de desarrollo. Inclusive se
carecen de referencias o vistazos al pasado. Dado su humilde triunfo en la
Taquillera, me encantaría ver una tercera y seguramente conclusiva parte porque
pese a que lo tenía difícil, la secuela demostró estar a la altura.
En esta ocasión Maggie Smith se torna en el alma de la película,
aunque Judi Dench no se queda distante. Ambas actrices continúan regalándonos
una magnifica cátedra definida por su humanismo y sinceridad. Debo confesar que
me fascinó el entusiasmo extremista de Dev Patel. Verlo cometer error tras
error seguido de una laguna de autocompasión, relacionarse con Smith y Gere lo
hizo crecer como actor.
Aprovechando su inclusión, Richard Gere indudablemente encajó a la perfección. A pesar de aprovechar sus dotes, congenia de maravilla con los de por sí agradables Bill Nighy, Celia Imrie, Penelope Wilton, Ronald Pickup, Diana Hardcastle y Tina Desae. Seas hombre o mujer, cualquiera puede identificarse con algunos de ellos ya sea en el plano social o emocional.
De nueva cuenta la cinematografía, edición, musicalización, arte y vestuario
nos hipnotizan con su infinidad de colores emitidos por la cultura hindú. En
cuanto a los segmentos musicales, especialmente la ceremonia de la boda, podría
referirse como una de las mejores formas de concluir la segunda aventura; de
esa forma el testimonio al final no nos destroza por su aliento de esperanza.
Honestamente haya una tercera porque tratándose de una secuela a un de
por sí suculento drama, su contenido de conciencia, espiritualismo y belleza
indudablemente nos hacen conectar con nosotros mismos y el mundo exterior de la
forma más humanamente posible.
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