Con el objetivo de salvar al mundo, el exconvicto Scott Lang adopta la
identidad del Hombre Hormiga a petición de Hank Pyme, el científico y creador
de la partícula del encogimiento. En compañía
de Hope y otros aliados, se dan a la tarea de detener a Darren Cross de llevar
a cabo la réplica de esta amenazante y secreta tecnología.
Había inquietud sobre la dirección detrás de este nuevo superhéroe, ya
que desde un principio se ha sabido de las dificultades con las que ha lidiado
la producción tras la salida abrupta de Edgar Wright cuyo guión respetó su
esencia a pesar de haber sido modificado por Joe Cornish, Adam McKay y hasta el
mismo Paul Rudd.
Peyton Reed no es ningún experto en el género, a excepción de la
comedia. Habiendo logrado éxitos como Sí Señor y Viviendo Con Mi Ex, pudo inyectar
ese sentido del buen humor mediante ocurrencias físicas. En sintonía con
Guardianes de la Galaxia, Reed se toma la libertad de no seguir al pie de la
letra los lineamientos esperados de una película de Marvel.
Existen referencias a Los Vengadores, S.H.I.E.L.D. y hasta HYDRA más
no se vuelve el enfoque central. Aquí se presta para diseñarse múltiples
escenarios y Reed hace exactamente eso, deja volar su imaginación manteniéndose
en el borde de la fantasía. No satura el contenido ni tampoco compensa, al
contrario, nos sorprende con un estilo táctico, metódico e irrespetuoso.
Podría decirse que está más en liga a la primera fase por concentrarse
en otro relato de orígenes, lo cual a estas alturas es bien recibida por
recordarnos lo bueno que suele ser Marvel en esta área ya que cuando abarca
secuelas, tiende a sobre emocionarse, con la excepción de Capitán América: El
Soldado del Invierno.
Tanto cinematografía como su edición son estables. Ver las instalaciones
de los Vengadores fue emocionante como sus directas referencias a través del
prólogo, el intermedio y su conclusión. En cierta manera se burla del contexto
de La Era de Ultrón y aprovecha para moldear el panorama anti Stark para
Capitán América: Guerra Civil.
Aplaudo el gran riesgo que corrieron con los Efectos Especiales, nada
fácil ante su escala simplificada. Realmente se diferencia del resto de los superhéroes,
incluyendo a los de DC Comics. Dicho esto porque suele tornarse anticlimática,
pero de igual forma uno termina disfrutándola porque tiene corazón pese a estar
la mayor parte del tiempo burlándose de su propio contenido.
He aquí una similitud con Guardianes, la total carencia de seriedad.
Esto la hace difícil de tomarla en serio. No obstante, una de sus debilidades
recae en su desinspiradora música. Hizo falta hacer unos ajustes en sus
melodías para que conectaran con la atmosfera sentenciada.
De ahí en fuera, Paul Rudd no será la gran revelación como lo fue
Chris Pratt ni tampoco estará a la altura de Robert Downey Jr. o Chris Evans,
pero de que se esfuerza, se esfuerza y por lo tanto se aprecia la comodidad en
la que se desenvuelve. Es de esperarse muy buenas cosas en el futuro, es casi
un hecho y se lo merece.
No obstante, las verdaderas joyas son Michael Douglass y Corey Stoll.
El veterano y el villano, ambos limitados por el tiempo pero de igual forma no
les impidió dejar su huella. Como que el guión sacrificó su trasfondo para
darle cavidad a la ejecución de la misión, la cual nunca llega a desenvolverse
en su plena capacidad.
Evangeline Lilly es perfecta como Hope y algo me dice que seguirá
siéndolo. Michael Peña es la fuente de comedia, lo cual es bueno porque roba
pantalla con sus excentricidades. Siempre es un placer contar con Hayley Atwell
como la Agente Carter aunque la verdadera emoción fue contar con Anthony Mckie
en una capacidad combativa como el Halcón.
Lo anterior en conjunto con la junta de S.H.I.E.L.D., el robo a la
casa de Pym, la intrusión al Edificio de Tecnologías Pym y la batalla final, resumen
a esta primeriza adaptación en una muy buena experiencia cinematográfica. No al
nivel de Guardianes o Capitán 2, pero al menos sí le da una buena cachetada a
Avengers 2.
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