miércoles, 23 de septiembre de 2015

La novela y película de Maze Runner: La Prueba del Fuego (The Scorch Trials)


La segunda parte continúa de inmediato en donde culminó la antecesora; tal parece el autor James Dashner retoma el modelo de El Imperio Contraataca al separar a los personajes en sus propias aventuras, sin embargo fracasa en desenvolver tanto la historia como los personajes porque nada llega a concretarse entre sí.

En definitiva muchas cosas están pasando y el bloqueo mental o pasado de los involucrados sigue sin revelarse en su totalidad. Tampoco contamos con el detrás de escenas proporcionado por WICKED, su vistazo aquí se resume a una fugaz aparición injustificada y a un escaso reporte que es utilizado como gancho para la tercera y supuesta conclusiva parte.

De por sí es inesperado y dado el contraste con los primeros avances de la película, se trata de otra distinta experiencia de la cual inicia entreteniéndote pero conforme se adentra al contexto de la ciudad apocalíptica, se pierde el sentido de la trama ¿Cuál es el objetivo? Nada está claro porque en vez de avanzar, solamente se rodea una y otra vez en la misma premisa.

No me malinterpreten, Dashner sigue teniendo una buena prosa, el detalle fue su falta de ingenuidad. Estaba la intención para irse a lo grande pero nomás optó por rellenar los huecos con las mismas acciones mediante diferentes personajes. Y todo para concluir en un clímax que deja deseándote mucho tras leer 300 páginas de pausada y confusa divagancia.  

 Si no fuese por mi imaginación, no creo haberle hallado gusto considerando que nada de los avances me causaba ese entusiasmo. En cuanto vi la película, los primeros minutos me emocioné por la forma en que habían aprovechado los productores para compensar la ausencia de acción. Incluso adentro de las instalaciones de WICKED había mucho por admirar.

El problema es que una vez afuera en el Scorch, la adaptación no se salva de los errores de dirección del novelista. Wes Ball se cruza de brazos continuando con la misma escasez, tenemos un cruce entre Resident Evil: La Extinción, Mockinjay Parte 1, Insurgente y Soy Leyenda. La innovación de la original cesa de existir.

Confieso que hubo secuencias impresionantes como el escape a través de un edificio colapsado, la tormenta eléctrica y la explosión masiva de la Fábrica: secuencias que no venían escritas pero que aquí brillaron por sus efectos especiales. Aunque la edición falló en dejar excederse en los encuadres temblorosos y la mala iluminación.

Aprovechando en lo de sus diferencias, qué puedo decir a excepción que solamente el 10% de lo que leemos en la novela está presente en el guión de T.S. Nowlin. Mucho relleno y pese a su expansión cinematográfico los personajes no se crecen. Además de que no suelen estar casi juntos en la total travesía.

Teresa sólo aparece al final y su amistad con Aris es desechada al igual que la telepatía entre ellos y con Thomas. Ava Paige recibe dos apariciones pero su antagonismo es demasiado débil al igual que la de Winston. Brenda termina robándose la función en conjunto con Jorge y Vince mientras Thomas y su pandilla decaen en el fondo al volverse planos y aburridos.

En ningún modo es culpa de los actores. Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, King Hong Lee y Jacob Lofland dan su máximo esfuerzo pero al final Giancarlo Esposito, Barry Pepper, Rosa Salazar y Kaya Scodelario los superan en calidad más no en tiempo. Este guión necesitaba desesperadamente salvar esta secuela como fue el caso de El Príncipe Caspian o Amanecer 4.2.    

Entre unos de cientos de cambios, tenemos que Chuck es hermano de Brenda, se omite el romance entre Teresa-Thomas y Thomas-Brenda, la resistencia del Brazo Izquierdo es un invento del guionista, Teresa no traiciona ni entrega a sus compañeros a la Doctora Paige, Minho no es capturado ni le cae un relámpago. El espionaje de Thomas estuvo de más, incluyendo su fuente Sonya.

En sí se trataba de otra gran prueba llevada de forma directa y pronunciada por WICKED. Aquí el giro se da a la Insurgente y Los Juegos del Hambre al dictaminarse varios bandos con varios líderes para librar una batalla pendiente de concluirse en una conclusiva entrega. Lo bueno de que La Cura de la Muerte no se dividirá en dos, como en  los innecesarios casos de Leal y Mockinjay. 

No puedo tampoco evitar sentirla como una especie de copia directa a Resident Evil: La Extinción sobretodo en sus localidades desérticas, laboratorios subterráneos, tecnología, anatomía y físico de los evolucionantes zombies o cranks y en su concepto del virus La Llamarada la cual tiene un parecido con el T-Virus.

Y a pesar de la mixta recepción, yo encontré fascinante Resident Evil por su historia, porque a pesar de contar con menos de dos horas, pudo justificarnos un verdadero viaje de sobrevivencia mientras que en La Prueba del Fuego se nos hizo una eternidad que con el aire acondicionado en los cines, pues tampoco ayudó a promover los buenos sentimientos.

Como lector me encuentro decepcionado aunque como lo dije previamente en la crítica, no me sorprende. La novela no era la gran cosa, pero ahí radicaba la belleza de los realizadores, en darle esa esencia como fue el caso de Matt Damon y Paul Greengrass con la trilogía de Bourne.

No se sigue al 100% el contenido original y menos cuando éste carece de creatividad y calidad. Tampoco se compensa con acción, la clave era inyectarse una razón de ser o de lo contrario, cuál sería el punto de los sobrevivientes del Laberinto. Es de esperarse respuestas con la tercera. 

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