Han pasado 14 años desde que Toula e Ian se casaron y ambos encuentran
ignorando sus problemas maritales por enfocarse plenamente en su hija Elena,
quien está decidida a ingresar al Colegio más lejano de su activa familia. Entre
todo este embrollo, un secreto es revelado poniendo en marcha una segunda y aún
más demandante boda griega.
Vaya que Nia Vardalos se tardó bastante en escribir una segunda parte,
muchos la pedían y fue inusual su retraso considerando su gloriosa Taquilla en
2002. Sin duda alguna, la larga espera valió la pena porque nos encontramos
ante un continuación bellamente escrita debido a su fórmula cultural.
Es seguro afirmar que se retoman los elementos que hicieron famosa a
la primera sin necesariamente caer en la repetición. Cada uno de los personajes
es fiel a su esencia conservándose así el buen humor y la gran importancia de
no sólo pertenecer a una Familia sino valorarla por lo que representa.
Es seguro decir que esta experiencia resultó más divertida y notable
desde el punto de vista educativo. Es un drama que ninguna familia querrá
perderse por el manejo de los valores. Es más, está lo bastante apegada a la
actualidad que podría servirnos para darnos una clara idea de cómo estabilizar
ciertas relaciones conflictivas, ya sea entre padres e hijos, hermandades o
esposos.
Lo curioso de esto, es ver la evolución de los personajes, cada uno de
este elenco se desenvuelve con profundidad, he aquí su madurez. Sus
interacciones retoman lo previamente visto pero a su vez existe una mejoría en
su forma de expresarse lo cual hace de cada escena, un exquisito disfrute que
nomás no quieres que terminé por lo cómodo que llegas a ponerte.
Me agrada analizar la dinámica entre Nia Vardalos y John Corbet, no
han cambiado en lo absoluto. Siguen conservándose igual aunque sorpresivamente
no solemos verlos juntos en pantalla hasta el tercer acto. Ello debido a la
dirección tomada en la historia. Honestamente no pudo haber sido de otra forma.
Elena Kampouris es una excelente adición como la hija de Toula. A
muchas madres se les ha de haber hecho familiar esta popular problemática que
siempre está presente en cada generación o matrimonio. No será todavía tan
conocida como actriz, pero su inclusión aquí fue más que perfecta. En verdad se
siente como si fuese la hija de Toula.
En esta ocasión Lainie Kazan y Michael Constantine se desplazan al
centro de la atención. Muy bien merecido ya que esta pareja de Maria y Kostas
siempre han sido un imán al lado de Andrea Martin como la Tía Voula.
Personalidades tan enganchadoras aunque inesperadamente Gerry Mendicino y Joey
Fatone estuvieron muy serios.
No obstante Fatone compartió una de las escenas más emotivas al lado
de Lainie. Esa revelación de su pareja secreta y el miedo a casarse posicionan
esta secuela en un nivel más emotivo. Tampoco podemos descartar la chispa
recuperada entre Vardalos y Corbett durante la boda, excelente selección de la
canción de All of Me de John Legend.
Entonces, nada mal para Kirk Jones cuya dirección no pasó
desapercibida. Desde un principio comprendió a los personajes y fue tanto su
respeto por Nia Vardalos que decidió mantenerlos como tal sin descartar la
posibilidad de hacerlos madurar en sus interacciones. La modernidad es tomada
en cuenta y el mensaje de permanecer unidos como independizarse se aprecia.
No es de esperarse una inmensa cinematografía pero debo señalar que la
dirección de arte sigue siendo atractiva. Habrá una tercera entrega, yo creo
que sí y quizás en menor tiempo dado que este fin de semana recuperará su
inversión. No es obligatorio ver la original, pero créanme que una vez vista
esta secuela, querrás revivir toda esta maravillosa locura desde su origen.
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