Basada en la novela de William P. Young,
cuyo manuscrito fue rechazado por 26 editoriales que si no fuera por sus seres
queridos con quienes fundó su propia compañía de publicaciones, nunca hubiéramos
contado con esta maravillosa adaptación la cual lleva alrededor de dos meses en
cartelera pese a la fuerte competencia de títulos de la primavera-verano.
MacKenzie es un padre en riesgo de
perderlo todo ante una tragedia familiar. Atormentado por su complicado pasado,
es un hombre que se descarrilado al no poder ver más allá de su dolor, culpa a
Dios por lo sucedido y bajo ese juicio, es llamado a La Cabaña para enfrentar
de una vez por todas el origen de lo que lo condujo a este sendero de
oscuridad, venganza y falta de amor.
En manos de un director inexperimentado,
Stuart Hazeldine resultó ser un profesional en su modo de acercarse a este
controversial relato. Hacerlo de la forma más humana posible y espiritual fue
su mejor sello porque es imposible no compartir el dolor que experimenta el
protagonista conforme descubrimos otro acercamiento a Dios y el significado de
soltar como perdonar.
Nadie suele explorar estas tres poderosas
identidades, a duras penas se hacen por separado y más si se centran en Jesús
lo cual el guionista John Fusco lo describió aún mejor de lo percibido.
Posiblemente haya mantenido una relación con el autor porque la esencia es notoria
mediante sus representaciones e interacciones con el principal, se puede
percibir en el diálogo.
De por sí su contenido es fácil de
entender que con la mente abierta, uno puede encontrar veracidad en algunos
puntos de vistas. Inclusive hasta respuestas con relación a la delgada línea
entre el bien y el mal ¿Qué nos hace buenos o malos? ¿Pensamientos o acciones? ¿Por
qué ciertas tragedias son permitas? Dato que Cuando Un Monstruo Viene A vernos nos los desenvuelve.
Visualmente es una producción
enriquecedora, los efectos especiales no caen en lo fantasioso sino en la
belleza de la naturaleza y con esa misma me refiero también a la humana. Además
con la música de Aaron Zigman (Lo Mejor de Mí) y la canción temática de Tim
McGRaw en dueto con Faith Hill, no puedo haber estado en mejor manos.
De verdad estoy impresionado por el
concepto utilizado en esta extraordinaria trama debido a la perfecta esencia en
las que no sólo fue escrito sino llevado a cabo. Desde todos los ángulos,
elementos y efectos, La Cabaña es una novela riesgosa de contarse por enfocarse
en Dios, Jesús y el Espíritu Santo. Ahora entiendo porque su universalismo ha
sido rechazado por las Iglesias.
Al final del día es una película, pero no
puedo negar la gran enseñanza que nos obsequia. Esa perspectiva que te hace ver
las cosas de una manera distinta, fluida y con tanta libertad que quizás cueste
aceptarse a la primera. La tragedia está escrita en todos lados, pero te ofrece
respuestas a ciertas incertidumbres que en sí, terminan siendo coherentes.
Indudablemente recibiré muchas críticas
negativas como me sucedió con Dios No Está Muerto, Belleza Colateral, Cuarto de
Guerra, Milagros del Cielo y El Cielo Sí Existe, pero comparado con estas, La
Cabaña se convierte en mi favorita de todas porque su forma de representarnos a
Dios es magníficamente humana, sentimental y comprensiva.
Ha sido un buen que Sam Worthington no
nos había entregado una actuación poderosa, aquí sin duda estuvo en su mejor
momento al lado de los por sí talentosos Octavia Spencer, Radha Mitchell, Aviv
Alush, Sumire, Tim McGraw y Alice Braga. Esta película la compraré en cuanto
salga a la venta porque merece estar en mi librero y con eso creo que ya lo
dije todo.
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