lunes, 18 de marzo de 2019

Merlí T1-C11

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Encontré fascinante todo este capítulo sobre los Sofistas (pensadores de Grecia, profesionales de la palabra y defensores como vendedores) en especial porque el flujo de frases fue imparable. Eso de cuánto mejor preparado estés, te va peor y cuando consigues trabajo suelen ser mal pagados porque los buenos yacen afuera del país. El que sean desempleados no debería ser sinónimo de flojos o buenos para nada, es cierto que trabajo hay de sobra pero seamos honestos, a veces uno tiene que correr el riesgo de esperarse al indicado por lo que lo mejor es olvidarte de lo que se diga de uno poruqe tampoco querrán trabajar por una miseria. Además, eso es personal.

Ese impulso de querer estudiar, dejarse llevar por la curiosidad sin tener algo a cambio, te pone a pensar porque tiene mucha veracidad. Y también la de que el sistema nos quiere encerrados para en cuanto salgamos seamos productivos. El 80% está por trabajar y todos sin excepción contando los días para irnos de vacaciones, siendo yo la excepción por otra razones. Y no me ha tocado comer al lado del mediocre que paga pero ya me hago una idea. Aquí lo importante es convertirme en uno de esos suertudos que consiguen estar en el trabajo que quieren estar.

Directo a la trama, Merlí saca al sofista dentro consiguiendo que sus alumnos no salgan corriendo ante el primer timbrazo. Hizo de las suyas, tras colocar a Iván y Pol juntos para estudiar ocasionando que ambos se enfrentaran entre sí. Puso en aprietos a Gina por convertirse en la Presidente del AMPA. El regalito de Eugeni lo hizo no sólo volverse más odioso sino presentar uno de los tópicos que deben lidiar los profesores cuando se presentan alumnos conflictivos junto con las demandas de los padres de familia. Estás reuniones nos pone a pensar que los maestros han perdido fuerza porque cada vez suelen ser menos respetados y limitados.

Tania diciéndole a Pol de ser un put* egoísta fue maravilloso porque lo hizo analizar justo lo que Iván le había dicho. Tampoco ayuda que Bruno se tomé a pecho el comportamiento de Pol, sigue yéndose al extremo con Santiago que es difícil no sentir simpatía. Lo de Berta es otro claro ejemplo de lo que un padre necesita hacer cuando su hijo no muestra interés en la educación. Merlí ayudó a su madre a ver que había otra clase de estudio. Muy cierto que necesitas ganarte la aprobación del chulo popular de clase para ser aceptado, resulta grotesco pero es la realidad.

Hubo muchos temas para ser honesto y no quiero decir que este capítulo ha sido el mejor porque hasta el momento todos lo han sido, pero aquí se percibe el crecimiento del elenco. Además la introducción de Oliver en los últimos minutos es inesperada y obvia cuando revela su orientación sexual. La primera vez me pareció como metido a la fuerza pero al ver cómo se vincula con Bruno, me di cuenta de la valiosa contribución que nos entrega gracias a su personalidad.

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