domingo, 1 de septiembre de 2024

El Guardian Invisible: 7 años después

   En el río Baztán, situado en el norte de la Comunidad Foral de Navarra, es hallado un cuerpo de una joven que pondrá en evidencia el retorno de un asesino serial que solamente la inspectora de la sección de homicidios Foral cuenta con la capacidad de resolver, pero para ello, tendrá que enfrentarse a su pasado al regresar a su pueblo natal del cual se la ha pasado huyendo toda su vida.

   No es mi intención ponerme nostálgico, pero es que me pesa saber que han transcurrido 7 años desde que la adaptación de la primera novela de la Trilogía del Baztán salió en los cines. Siendo una producción española, la única forma que tuve oportunidad de verla fue gracias a que Netflix la incluyó en su catálogo a finales del año 2017. Siendo tan sólo el principio tras anunciarse que las siguientes serían producidas e igualmente estrenadas bajo la misma plataforma.

   Más emocionado no pude haber estado porque este género me fascina en el sentido de que el énfasis recae más en el contexto y en sus protagonistas, y no tanto en los psicópatas como otras adaptaciones tienden a justificar sus monstruosas intenciones para que el público romantice con estos. Lo cual desde un punto personal no ayuda, pero al final de cuentas es entretenimiento así que no puedo ser tan severo. 

  Es lo que es y con esta sinopsis, yo creo que cualquiera podría encontrarle interés y en cierto modo podría consolidarse como un desafío mental para intentar desenmascarar al verdadero asesino porque no tenía ni la más mínima idea de lo cerca que se encontraba de Amaia, hablando de la misma familia, familia que es dura con la propia inspectora y es justo esta subtrama lo cual nos tiene enganchado desde el primer minuto.

   Obvio que no se trata de la primera vez que la veo, tal como lo especifiqué al inicio, decidí regresar a este crimen tras haber recibido el libro de la autora Dolores Redondo. Impresionante descubrir que haya sido galardonada por los Premios Planeta 2016 y Bancarella 2018.

    Agradezco a una compañera de trabajo por este bello obsequio, así que me puse de objetivo leer cada novela para así ir volviendo a ver las películas para comentar en mis humildes palabras lo que me han parecido cada una de estas, empezando con El Guardian Invisible.

    Tomando como base el contexto circunstancial, las localizaciones y la mitología vasca, no hubo forma de que me las pudiera perder en ese entonces y mucho menos ahora tras haber leído la primera novela. En parte los avances ayudaron bastante a atraer el interés pese a la controversial recepción que le acechaba al ser demasiados duros con esta, porque lo fueron.

   Por decir que la película permanece impresionante, confieso que la encontré superior a la novela por no sólo mantener la esencia sino por darle su propio enfoque y dinamismo cultural. Siendo sincero, la narrativa de Dolores es demasiada pausada, ordenada y sin ritmo a gran diferencia de la dirección inyectada por Fernando González Molina, quien la pone a la altura de El Silencio de los Inocentes o eso intenta al abrazar el aspecto sobrenatural porque termina por inquietarnos aparte del caos que habita en la mente de Amaia.

   Cabe resaltar que González es reconocido por sus trabajos como Tres Metros sobre el Cielo, Tengo Ganas de Ti y Palmeras en la Nieve. No cualquiera pasa de dirigir dramas juveniles a dramas de asesinatos, que ni fueron las típicas por la importancia que le da al desarrollo de los personajes, y aquí tampoco fue la excepción.

   Marta Etura es perfecta como Amaia Salazar, ya que logra capturar esa capa de misterio que rodea a esta calificada agente que de repente empieza a perder la cordura. No puedo evitar comparar su actuación con la de Clarisse de Jodie Foster, lo cual sería un cumplido y bien merecido por destacar entre sus compañeros.

   Elvira Mínguez como Flora es intensa pero no tan intensa como se describen los pleitos en el libro, aparte de que le restaron importancia a su papel viendo que es ella quien descubre y se encara al antagonista. Y no podía ser de otra manera, porque eso es lo que termina por debilitar la historia de Amia, por encontrarse siempre a un paso atrás y nunca adelante. Y lo digo de principio a fin, literalmente hablando, el título podría referirse más a Flora que al Basajaun.

   Francesc Orella como Fermín Montes da justo en el clavo y a pesar de quedarse corto en tiempo, se defiende en compañía de Itziar Aizpuro que como la Tía Engrasi aprovecha la extensión de su papel mientras que Patricia López se desvanece en el fondo como Rosaura. Entre las sombras, Quique Gago hace todo lo posible por vendernos la monstruosidad en Victor y lo logra mediante el énfasis de su discurso revelador.

   Lamento decirlo, pero el libro de El Guardián Invisible es puro hablar y hablar sin dirección entre sus participantes, escasa acción, leve suspenso y una atmosfera que se aleja de lo sobrenatural a diferencia de la adaptación cinematográfica en donde predomina hasta el grado de hacernos creer que de verdad existe y es la mera causante de dichos asesinatos.

   La identidad del Basajaun sólo se menciona por texto más tenemos la dicha de verla y hasta escucharla mediante el silbido en escenas que trascienden a nivel visual, mientras que el asunto de la madre de Amaia y su niñez sigue siendo lo mejor que nos describe la autora Dolores que para haber sido la primera novela de esta trilogía, aun así es de aclamarse por su originalidad y enriquecimiento cultural.

   Si no fuese por su atrevimiento, Fernando y compañía no hubieran tenido siquiera la oportunidad de hacer esta historia invisible en una claramente visible e impactante desde diversos sentidos, y no sólo físicos sino psicológicamente hablando. Por tanto, yo la pensaría dos veces antes de escuchar a los críticos porque esta entrega lo vale cada minuto de nuestra atención. En cuanto al libro, ahí si la pensaría dos veces, pero dependerá de ver cómo resultó la segunda parte.

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