viernes, 1 de noviembre de 2024

El Pacificador: La Venganza disfrazada de Justicia

 

    Recientemente me encontré entre las plataformas de streaming: El Pacificador, un drama político, de suspenso e indirectamente de venganza del año 1997. A duras penas se sabe de su existencia, a excepción de personas como yo que la hemos visto y hemos sabido apreciarla por lo que representa.  

   Esta adaptación fue dirigida por Mimi Leder (Impacto Profundo) y protagonizada por el carismático George Clooney y la estrella en ascenso Nicole Kidman. Logró recaudar $ 110 millones de dólares a nivel mundial logrando un leve reconocimiento hasta desvanecerse con el paso de los años, siendo esto una gran pena.

   Concuerdo con la directora Leder sobre la importante realización de producciones situadas en el mundo real y sobre todo en sus secuencias de acción, ya que la persecución en Nueva York fue filmada en la hora pico de Nueva York. En su defensa, la barra tenía que estar así de alta cuando se trataba de salvar al mundo de un “justiciero” que en realidad era un vengador dolido.    

   Como era de esperarse, la recepción crítica fue bastante negativa considerando el 46% de aprobación, aparte de que a duras penas se cubrió el presupuesto de $ 50 millones que en ese año era bastante y debo admitir que bien aprovechados ante la tremenda calidad percibida en los distintos conflictos mostrados en Macedonia del Norte, Filadelfia y Bratislava.  

   Lo bueno de esos años era que nadie se interesaba tanto por lo que dijera la crítica especializada, tampoco era como que los reportes de Taquilla fuesen tan impactantes en los noticieros y con la total ausencia de las redes sociales. Uno sí que era libre de decidir qué película ver en los cines porque los avances no revelaban tanto como los de hoy en día que hasta se han dado caso de escenas borradas en la edición final.  

   En los noventas no había nada de ir preparados, era cuestión de tantearle y más tratándose de un padre y una madre en su búsqueda por llevar a sus hijos a ver la película indicada porque tras años de llevarlos al cine de Disney, había llegado el momento de romper la barrera de la realidad y, por lo tanto, no sólo me emociona sino me conmueve confesar que El Pacificador fue esa película que me introdujo a las películas de live action en la gran pantalla.

    Una experiencia inigualable que recuerdo como si fuera ayer, tendría nueve años de edad y mis padres habían platicado conmigo porque desconozco si lo hagan en la actualidad, pero se me leía la cartilla por así decirlo. No gritar, no preguntar, serio, quietecito y atento a cada momento, después de todo era uno de muchos que iban a entretenerse y lo menos que quisieran es tener a un niño enfadoso, y peor aún a un adulto que le siguiese el rollo.

   Tampoco era disciplina absoluta, sino me comentaban con seriedad de que lo que vería en pantalla no era verdad sino una interpretación basada en situaciones que pudieron o podrían suceder en cualquier parte del mundo. Tratándose de una compleja narrativa de un hombre queriendo vengarse de Estados Unidos por haberles costado la vida de su esposa e hijo. Y me refiero a un hombre porque a pesar de tratarse de un terrorista, aún existía un ligero aire de humanidad del que se apoyan nuestros protagonistas para hacerle entrar en razón de que ese acto de justicia que se trae en manos, en nada menos que un acto de venganza.

   Siendo más consciente de lo esperado a esa edad, y el exceso de timidez, fue lo que me enganchó a la trama presentada en sus primeros quince minutos. Honestamente, ese comienzo con las diez ojivas nucleares siendo robadas en suelo ferroviaria ruso por un comando renegado y provocando un accidente explosivo para encubrir lo que resultó ser un “ataque terrorista” fue un golpe duro en mi cabeza al desconocer esta desenvoltura militar en la gran pantalla.

   Nada comparado con los villanos de Walt Disney o los Power Rangers, estas personas de carne y hueso que incluso podrían ser conocidos o parientes, de verdad asesinaban a gente inocente con el fin de llevar a  cabo su propia agenda que empieza bajo misterio pero conforme se va desenvolviendo la historia cobra bastante sentido, riesgo e interés por lo bien que estuvo encaminada en manos de la directora Mimi.

   Cada plano, asalto, decisión, combate, persecución tanto en tierra como en el aire brillan porque su calidad narrativa fue transferida a la gran pantalla con realismo y profundo respeto en el aspecto sociopolítico. Y eso que el guion de Michael Schiffler estuvo basado en el artículo de One Point de Leslie y Andrew Cockburn.

   El guionista supo transmitir esa venganza impulsada por el miedo que se emanaba de aquellas palabras y las presentó en una guía de la cual Mimi le dio vida y que todavía Hans Zimmer elevó a la tercera potencia al hacernos sentir ese caos, esa impulsividad y esa vulnerabilidad que se ve envuelta entre los participantes, que al final consta de personas tomando lo que ellos asumen son la mejor decisión para cumplir con su misión o destino, llamémoslo como sea, sin quedar exentos de sufrir las consecuencias como le pasaría a cualquiera porque tan así de real se llega a sentir.      

   Al menos eso fue lo que yo sentí cuando la vi por primera a mis nueve años y es curioso, porque me tomó tres décadas volverla a ver y fue como conectar con esa parte que había olvidado de mí y que desesperadamente necesitaba que se me recordarse.

    Cuando uno está en la ¨plenitud de la vida¨ se te enseña a que la cantidad es lo que más importa porque tu juventud se te acabara de un día para otro por lo que hay que apurarse a sumarte toda clases experiencias para así poder gritar a los cuatro vientos que viviste lo que sea que tenías que vivir.

   La profesión de los críticos o analistas del cine es similar, dada a la masiva oleada de no sólo películas sino series televisivas en las diversas plataformas de streaming, el punto es consumir lo más que puedas hasta el grado de sólo enfrascarlos con secuelas o superhéroes.  

   ¿Y qué sucede?

   Que empiezas a perder el gusto, todo se siente repetitivo y tiendes a criticar por criticar porque así como vienen las cosas, así las tomas y es hasta que haces una pausa, una debida retrospección cuando recuerdas un tiempo en donde no importaba el cuándo o el por qué sino el ahora, y el ahora para mi resultó ser justo El Pacificador y redescubrir que 28 años después de haberla visto con ojos de niño, volvía a revivir ese mismo miedo, ese mismo dolor y esa adrenalina como si fuera ayer.

   Lo recalcó porque no todas las películas sobre venganza son lideradas por héroes incorruptibles, a veces son aquellas las que las disfrazan por justicia y eso es mucho peor porque resulta en perfiles calculadores y altamente pacientes, siendo los más peligrosos porque nadie nunca los ve venir por lo silenciosos que son y lo acostumbrados que están a moverse entre la oscuridad.

   Nicole Kidman como la Dra. Julia Kelly fue fenomenal por interpretar a una mujer que de la nada tiene que tomar las decisiones más difíciles de su carrera con tal de ganarse ese puesto de alto mando. Es conforme la marcha cuando aprende que se no se trata de ganar, sino de mantener la paz y para ello debe salirse de su escritorio, exponerse, romper las reglas y hasta arriesgar vidas incluyendo la suya.

   Y qué puedo decir que George Clooney, apenas comenzaba su carrera en los cines al igual que Kidman y ambos fueron perfectos por sus contrastes. Más opuestos no podían ser, pero los roles así lo demandaban y Clooney como el Teniente Coronel Thomas Devoe mantiene el carisma, pero no tuvo miedo al irse al límite al reflejar esa violencia y casos no sólo con sus acciones sino con sus expresiones.

   Incluso existe un momento en donde el amigo del coronel es brutalmente asesinado y esto ocasiona a que el Teniente Coronel terminé por vengarse al desatar su furia. Una escena intensa e incomoda por lo que implica llevar a cabo la venganza, o será que esta si fue un acto de justicia. A eso me refiero con personas haciendo lo que creen que es correcto para ellos. Buenos o malos, esa reflexión es lo que obtenemos con esta película.

   Ambos cargaron con el peso del suspenso a cada momento, nunca se detuvieron, en las escenas serias como las de asalto, siempre escalando la tensión fuesen a donde fuesen hasta literalmente estallar con el segmento de la bomba en la catedral porque me hicieron llorar cuando los bomberos vienen por ellos y me los separan.

   Y es que con Hanz Zimmer componiendo melodías afines a los desarrollos de personajes, era imposible que este joven adulto (ósea yo) no se agarrase llorando como lo hizo aquel niño cuando experimentó por primera vez esta travesía.

   Difícil de creer, pero estos sucesos no podrían estar tan distantes de la realidad por más ficción que sea y por más que quieran seguir sepultándola. Trataré de que no vuelva a pasar tanto tiempo para volverla a ver, entretanto, que mejor hablar sobre de esta adaptación y en alto para que otros tengan oportunidad de verla y tal vez hasta una secuela suceda.

    Se vale soñar y más hoy en día porque hay muchos como Dusan Gavrich, quien es interpretado majestuosamente por Marcel Lures, en el sentido de que buscaba enviar un mensaje al mundo por las colaterales muertes de su esposa e hija. Esa venganza disfrazada de justicia que nos pone seriamente a pensar en cómo las decisiones de ciertas personas, ¨ciertos líderes¨, pueden terminar en la creación de monstruos.

    Actos injustificables pero para aquellas mentes que han sido marcados por los conflictos entre las naciones, no hay nada peor que creer que no sólo es justificable sino necesario enviar esa clase de mensaje y por esa razón, El Pacificador es un título que debe seguir siendo relevante, igual como lo era en 1997 asimismo tiene que continuar más allá de este 2024 porque así de frágiles son las personas y aún más aquellos que han sido tocados por la violencia porque el mal a veces inspira mal y si se deja llevar, como sucede con Marcel, el alma se corrompe ante la venganza. 

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