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Esta nota participa en el Desafío Peliplat Agosto 2025 en el siguiente link: https://www.peliplat.com/es/article/10073142/miracle-in-cell-7-a-cinematic-experience-that-goes-through-you |
En
cuanto descubrí que uno de los desafíos consistía en hablar de películas
foráneas que trascendieron en el mundo sin importar que fuesen habladas en otro
idioma ajeno al nuestro, de inmediato me vino a la mente el drama turco titulado
Milagro en la Celda 7, dándome así la excusa perfecta para no sólo
volver a verla sino promoverla mediante uno de mis escritos y así conseguir que
quienes no la hayan visto, tengan la oportunidad de hasta compartir la
maravillosa experiencia emocional por la que uno atraviesa desde el primer
minuto y hasta el último.
La
primera vez que me enteré de esta readaptación, dado que está inspirada en la
comedia dramática de Corea del Sur de 2013, fue a un par de meses de haberse
anunciado la cuarentena a causa del Covid. Siempre me gusta hacer hincapié en
la importancia de reconocer esta fase por más que el mundo del entretenimiento
lo haya omitido, lo importante a destacar es que somos sobrevivientes y de qué
nos costó duró ante los sacrificios que tuvimos que hacer y no siga de aquellos
a los que tuvimos que soltar en el camino.
No
cabe duda que eran tiempos confusos en donde no sabíamos que iba a pasar con
nosotros y con el mundo. Al menos las plataformas de streaming recurrieron a
títulos internacionales para distraernos y gracias a esta alternativa, me
encontré con este tesoro que, en su duración de 132 minutos, me brindó ese
desahogo que tanto mi familia como yo necesitábamos en ese momento. Y no sólo
eso, sino me hizo volver a creer en la humanidad por su mensaje de amor mostrado
en su estado más puro.
Recuerdo
que sólo me tomó medio minuto para detener el avance e inmediatamente
reproducirla. De por sí había escuchado maravillas en las redes sociales a los
pocos días de haberse vuelto una gran sensación en Netflix. Confieso que no soy muy de ver películas habladas en otros idiomas,
y menos tratándose de una producción filmada en Turquía, todavía aceptó las
producciones españolas por cierta familiarización en su cultura, historia e
idioma.
De Turquía nada sabía y no era tanto mi interés saberlo, aún así,
sentí el llamado y vaya que no se equivocaban en lo absoluto al referírsele
como una montaña rusa de emociones porque después de La Pasión de Cristo, nunca
había llorado tanto, mucho menos desde el primer acto tras estar haciendo
pucheros por la conmovedora e inocente caracterización de Aras Bulut İynemli
como Memo, un padre con problemas mentales que es acusado de asesinato.
La trama inicia en el año 2004, en donde podemos ubicar a una hermosa
futura novia cuyo rostro se conmueve al escuchar entre las noticias de que la
pena de muerte ha sido abolida en Turquía. A través de la reliquia que sostiene
entre sus manos, somos transportados a una delicada vivencia que tuvo con su
padre cuando tan sólo era una niña, compartiendo la misma mentalidad por así
ponerlo, respetuosamente hablando.
La narrativa se desenvuelve en tres actos en donde el primero nos
coloca en medio de esta hermosa y divertida relación entre padre e hija,
supervisada principalmente por la Abuela. La única de esa casa y del pueblo que
se preocupa por su yerno y le da la fuerza necesaria para seguir adelante dado
el constante abuso que recibe de las personas al referírsele como el loco o
retrasado del pueblo.
Habiendo experimentado trastornos del habla durante mi niñez, no pude
evitar sentirme identificado con el bullying que sufría Memo, lamento decir que
me trajo algunos malos recuerdos ya que los niños suelen ser muy crueles,
mientras que psicológicamente resulta dañino la presión de los adultos al
forzarte a “pronunciar correctamente” o referirse a ellos mediante insultantes
adjetivos calificativos, lo cual no debería ser el caso porque nadie,
absolutamente nadie debería ser definido ni tratado por su trastorno.
Nuestra personalidad va mucho más allá que nuestra capacidad física o
expresiva, somos seres humanos que sentimos infinidad de sentimientos y a
travesamos por diferentes fases ya sea solos o en compañía. Y gracias al
protagonismo de Memo y compañía, esta película cumple con esa necesidad de
mostrarnos lo que verdaderamente significa ser humano y la constante
vulnerabilidad en la que se encuentran aquellos que no pueden defenderse.
Hay un escena en donde tras ser golpeado por un Coronel, la Abuela
consola a su hijo Memo diciéndole que nunca se sienta menos porque es mucho más
de la suma de todos los insultos, a lo cual Memo ni le pasa por su cabeza, ya
que a él sólo le preocupa la felicidad de su hija Ova y verla triste por haber
presenciado su golpiza le produce un temor de nunca volverla a ver sonreir a lo
que su abuela le dice, que no se preocupe porque volverá a sonreír aunque no
por las circunstancias deseadas porque esto es tan sólo la antesala del horror
que se avecina para Memo y su hermosa familia.
Sí de por sí los gestos y el comportamiento corporal de Aras te
mantenían intrigado, ahora sumándole la inocencia en la que se desenvuelve Nisa
Aksongur como Ova resulta devastador de experimentar porque su relación es
autentica y una garantía emocional. La mirada de Ova te llega directo al
corazón, el amor es evidente hacía su padre y mutuo. Existe un diálogo en donde
la Maestra de Ova declara que siente envidia de la forma tan pasional en la que
padre e hija se abrazan. Confiesa que, a pesar de ser un buen padre, lamenta
que nunca lo haya podido abrazar como la pequeña Ova lo hace lo cual me hizo darles
un fuerte abrazo a mis propios padres porque este gesto de amor es tan satisfactorio
y siendo lo mejor que no tiene costo alguno.
Nadie está exento de la muerte, en cualquier momento nos podemos
volver ángeles como sucede con la esposa de Memo y la Abuela de Ova, que no
pudieron seguir cuando más eran necesitadas porque como lo comenté al
principio, las fuerzas del mal hacen uso de la fuerza militar corrompiendo a un
Teniente Coronel quien fija todo su poder para hacer un claro ejemplo de Memo,
el presunto culpable de la muerte de su hijo, y destinarlo a la horca.
Es una travesía cinematográfica tan desgarradora de experimentar por
la brutalidad en la que es presenciado Memo, incluso desde su injusta detención
hasta pasar por tremendas palizas por parte de los soldados y de sus compañeros
de celda en donde conforme los van conociendo, éste con su inocencia e infinita
bondad calienta sus corazones sacando ese lado humano del cual se había
olvidado de que lo tenían.
En un giro de eventos, la Celda 7 se convierte en una comunidad de
personas que hacen conciencia de sus pecados y emprenden un camino hacía la
redención al no sólo preocuparse por Memo sino por ayudarlo a reencontrarse con
su hija y en consecuencia tratar de conseguirle su libertad a expensas de la
suya. Entonces, mientras que la maldad parece estar en control, el bien poco a
poco va escalando hasta el grado que la fe y la esperanza se convierten en una
realidad posible a la cual debemos de siempre aferrarnos porque ese impulso es
lo que nos hace ver lo hermosos que podemos llegar a ser cuando se trata de dar
y recibir amor.
En este mundo no estamos exentos del mal, por lo que no podemos dejar
que el odio y los prejuicios nos dominen por algo que está fuera de nuestra
comprensión. Siempre debemos dar el beneficio de la duda, no juzgar y
verdaderamente mirar a nuestro prójimo por lo que es y no por lo que queremos
que sea. Esa proyección de uno mismo sí que distorsionan nuestra realidad,
echándole más leña al fuego por así decirlo porque somos capaces de eso y de
más, es lo que somos, lo que llevamos dentro, luz y oscuridad y depende de sólo
nosotros decidir cuál de estas queremos que prevalezca sobre la otra.
Por tanto, Milagro en la Celda 7 es un claro ejemplo de cómo nosotros
mismos tenemos la capacidad de hacer un cambio en nosotros y de cambiar a otros
a través de nosotros. Sin importar que las palabras estén otro idioma, el
sentimiento es tan claro en cada escenario que nos presenta ya sea mediante el
abrazo espiritual entre Memo y Ova al encontrarse separados por la pared de la
prisión, o sintiéndose inspirado por el amor de Memo hacía los animales o
incluso verlo en sus quiebres al enterarse de la muerte de su abuela y de su
sentencia de muerte al percibir la horca afuera de la oficina a minutos de
despedirse de su hija, por la última vez.
Hay mucho más de lo que quisiera comentar, pero sería injusto de mi
parte revelarles por completo el tercer acto porque al igual que yo, lo mejor
es entrar a esta historia desde cero porque es inevitable que no te sientas
contagiado por cada detalle narrativo. Además, con este elenco, nunca llegué
imaginar la capacidad cinematográfica con la que contaban los turcos. Vaya manera
de quebrarnos el corazón en mil pedazos y todavía uno teniendo que recoger las
piezas porque los pensamientos no paran incluso después de haberse terminado
los créditos.
Así que acércate tu cajita de pañuelos y un vaso de agua, los vas a necesitar durante todo este camino y pase lo que pase, recuerda que está bien conectar con nosotros mismos y liberar nuestros sentimientos. No te quedes con nadas, sácalos y disfruta de esta conmovedora, mejor aún, vívela y quédate con ese mensaje de esperanza, compasión, perdón, respeto, tolerancia, justicia y, sobre todo, de amor. Todo eso y más es notorio en la mirada de la futura novia con la que se nos presentó y con la que cerramos esta obra maestra.
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