domingo, 6 de julio de 2025

28 Años Después: Demasiado buena para ser cierto.

28 Años Después del brote del virus de la ira, padre e hijo se aventuran en territorio británico en busca de maneras de sobrevivir al apocalipsis que los rodea mediante muertos vivientes que han hallado la manera de evolucionar.

Debo confesar que cuando debutó 28 Días Después en el 2002 no me enganchó tanto como a muchos como para volverme amante de los zombies, aunque sí estoy consciente que revitalizó el género quedándose algo corto con su secuela 28 Semanas Después, la cual encontré mucho mejor por su calidad en imagen y secuencias sobresalientes de acción.

18 años después y en víspera de una nueva trilogía partiendo de esta anticipada tercera entrega, me decidí por revisitar las primeras dos a un día antes de acudir a la gran pantalla, percibiendo a la original ahora sí como un clásico que no supe apreciar en su momento por ser apenas un niño adolescente alocado por las precuelas de Star Wars y El Señor de los Anillos.

Empiezo aplaudiendo la dirección arriesgada de Danny Boyle (ganador del Oscar por Quisiera Ser Millonario) y reconozco la confianza que depositó en Alex Garland (nominado por Guerra Civil) por no sólo volver a la franquicia después de 23 años sino por desenvolver lo que parece ser una compleja y emotiva historia sobre la supervivencia humana contada a través de tres partes.

Es obvio su inspiración en el esquema clásico, por lo que, si esta se trató de la introducción, entonces algo me dice que lo que se viene en El Templo de los Huesos va a ser mucho más oscuro y violento para nuestro protagonista, que de antemano su trayecto empezó en ese camino, pero con unos toques de inocencia que funciona al desenvolverse la trama entre la paternidad y la maternidad.

Esa metodología arriesgada es apremiante en Danny al filmar la mayor parte de los escenarios con I-Phones. Logrando así conseguir una experiencia amplia en toda la extensión y protegiendo a la madre naturaleza al no aplicar herramientas actuales del cine. Si no me dicen, ni en cuenta por lo bien que lucen los encuadres y el sonido al lograr situarnos en ese caos inimaginable.

El guion de Alex es impresionante que hasta merece crédito por no limitarse ni conforme como hoy en día suelen hacer los grandes estudios con sus franquicias, Alex corre el riesgo de contarnos algo diferente a lo que hemos visto y Danny aprovechó para ir más allá de las palabras y volverlo tan trascendental que un par de lágrimas sin dudas rodaron en algunos al darse cuenta que esta secuela iba más enfocada en la humanidad y no tanto en los muertos vivientes.

Para nada quiere decir que el horror pierde peso, al contrario, obtiene mucho más peso al dársele respeto y evolución ante la presencia de los alfas, cuyo modo de marcar su territorio da escalofríos como la escena en donde una muerte viviente da a luz. Tardé en aceptar que estaba viendo lo que de verdad estaba viendo. No es algo que pueda escribirlo, es algo que ustedes tienen que verlo por sí solos.

La locación del Templo de los Huesos es ingeniosamente y creativamente espectacular, y es ahí donde sucede el tercer acto que gracias a su simbolismo y a las melodías de Young Fathers, nos llega a conmover. Llámenme loco pero no puedo evitar sentir esta secuela como la mejor de todas e incluso la que le hace justicia a este género que sólo ha optado por volver en superhéroes a nuestros sobrevivientes.

Es curioso que los actores veteranos hayan obtenido el crédito durante la promoción y mercadotecnia, cuando es evidente que la estrella es Alfie Williams, quien a sus 13 años de edad debuta con absoluta supremacía al dejarse el alma. Es interesante que en los tres actos en que se divide esta trama, Alfie interactúe con cada uno de ellos casi por separado, aprendiendo así de los mejores.

Aaron Taylor Johnson como el padre de Spike, es atrevido y tosco. A través de éste podemos ver el enfoque que se la a la paternidad manejándose la camarería, la tensión sexual y el alardear en cada muerte.  Con Jodie Comer como la madre, nos muestra la compasión, el cuidado y el sentimentalismo que existe entre una madre e hijo, ese amor de madre que le da su lugar a la maternidad.

Qué puedo decir del gran Ralph Fiennes, quién insisto en que debió haber ganado el Oscar por Conclave. Su personaje del Doctor es no sólo incomprendido sino desaprovechados por los habitantes de la isla al no contagiarse de su conciencia, intelectualismo y respeto hacia los seres vivientes sin importar que estén contagiados. El momento cuando habla con Spike de los tipos de muerte, resaltando la piadosa es la que termina por desgarrarte.

Esa sola escena con Alfie sosteniendo el cráneo en la cima del Templo de Huesos no sólo fue algo nunca antes visto en la historia del cine, sino demostró una gran capacidad por parte de los creadores que no me sorprendería que recibiese nominaciones importantes en la siguiente temporada de premiaciones. 

Y con eso es más que suficiente para garantizarles una inimaginable experiencia, sí es que se animan a verla. Siendo lo mejor de todo, que no ocupan ver las anteriores para verlas. Eso sí, no esperen un cierre por la forma en que su desenlace conecta con la siguiente. Un paso a la vez, primera véanla y ya después me dicen si vale la pena dar el siguiente paso por lo demasiado buena que termina siendo. 

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