La conmovedora adaptación de la novela de Jonathan Safran es una excelente pieza de entretenimiento para toda la familia. Inusualmente los relatos situados desde la perspectiva de un niño no tienden a generar el suficiente interés taquillero como lo hacen las animaciones, pero no cabe duda que se ha buscado la excepción considerando el reparto estelar y su nominación a Mejor Película.
La historia en sí consiste en la búsqueda del sentido de la vida y en cómo tratar a las personas que han perdido algo importante. Básicamente se concentra en lidiar el dolor, controlar las emociones y en superar nuestros grandes miedos. Durante esta expedición comprendemos el comportamiento humano y ello es esencial tomando en cuenta que nos hemos vuelto una sociedad fría.
Me impresiona observar el alto grado de contenido intelectual que se maneja. Tantas estadísticas, hechos, domicilios y estilos de personalidad. Ingenioso es el sistema de mentiras como su modo narrativo. Dicho esto, la constante narración en momentos puede cansar por el exceso de información, lo cual es parte de la edición. No obstante, cada palabra, oración y acción emitida del protagonista es de alto interés para el espectador.
Para apoyarse en el atentado terrorista de las Torres Gemelas, debo admitir que se logró de la mejor forma. Nada de controversia, cero política, no melodrama… simplemente un niño intentado acercarse a su padre a través de una búsqueda pendiente. Dichosamente esta carga emocional cae en el descubrimiento de la llave, elemento primordial que al instante nos engancha tras descubrirse de una innovadora cualidad.
Es difícil no conmoverse con las escenas sensitivas, después de todo somos seres humanos y ahí existe mucho con que identificarse. Aunque no lo crean, la ciudad de Nueva York constituye un enorme y diverso contexto. Realmente no se trata de una multitud violenta. No es de extrañarse que el escritor Erich Roth haya sostenido el carisma, la inocencia y el sentimentalismo de la novela. Después de todo, es responsable de magníficos guiones como Forrest Gump, El Señor de los Caballos, Munich y El Caso Curioso de Benjamin Button.
Por otro lado, dirigir a un niño nunca es tarea fácil. Inclusive no muchos se lanzan a esa tarea por la necesidad de paciencia. Requisito que no asustó a Stephen Daldry puesto que cuenta con esa experiencia gracias a Billy Elliot y The Reader. En el mismo plano de Clint Eastwood, este director consiguió fuertes emociones en el protagonista, su dolor es tan contagioso que le parte el corazón a cada uno de los presentes. Honestamente ver a un niño llorar de ese modo es trágico por el simple idealismo de que ellos representan la incuestionable felicidad.
Daldry habrá sido criticado como pretensioso y su material puesto como una excusa para competir en los Oscares, pero este filme no se dirigió con esa finalidad. Al contrario, contiene mucho respeto especialmente sobre las víctimas del 911. Trata de abrir nuestras mentes sobre nuestras maneras de actuar y nos pone a analizar sobre lo que sucede a nuestro alrededor. Eventos como tales nos marcan para siempre, pero también nos motivan a ser mejores personas y esa es la razón por la cual Daldry y Roth trabajaron arduamente durante cinco años para compartirla con el mundo.
El peso recae exclusivamente en Thomas Horn y no en los veteranos como solíamos creer. Les parecerá inusual, pero este niño de 12 años nunca había actuado en su joven vida, y lo hace como si ya contará con años en el cine. En aspectos de comedia, es espontaneo por la naturalidad en que se desenvuelven sus actos. En cuanto a la exploración, le da buen uso a sus herramientas y distribuye adecuadamente su energía. Más su grande talento se concentra en sus escenas dramáticas.
Ya sea al lado de Hanks, Bullock, Sydow o el resto, Horn es excepcional que indudablemente debió encontrarse entre los cinco nominados. Es más, su participación era más apropiada que la del El Artista. Hasta la mudez deVon Sydow es más notoria por sus encuadres directos. Bueno, tratándose de su primera obra, está justificada su ausencia pero presiento un gran futuro en su carrera. Sinceramente esas expresiones son de increíble calidad.
Manteniendo su status de Oscar, Sandra Bullock continúa con una emocional y elocuente interpretación. Ese rostro justifica el dolor y a la vez establece el desarrollo de su personaje. Sin embargo, su distanciamiento es un detalle inquietante pero fácilmente se compensa con el dinamismo de Tom Hanks. Usualmente alegre y vivo, su forma de motivar o aconsejar es fascinante. Es una lástima que estos dos grandes actores solo hayan compartido una escena juntos. No se puede negar la presencia y credibilidad invertidas principalmente cuando están hablando en el celular.
Mis respetos para Max von Sydow, si no fuera por Christopher Plummer, estaría seguro que ganaría el Oscar porque el señor no necesitó decir ninguna palabra. Sólo requirió de gestos y señas para ganarnos nuestra confianza, risa y conmoción. Como era de esperarse, Viola Davis ha resultado una figura artística que merece todo el crédito que está recibiendo. Se le agradece a John Goodman por seguir liberándonos de nuestras tensiones con su buen humor. Lo mismo va para Zoe Caldwell quien es extraordinaria como la abuela. Por último, Jeffrey Wright nos demuestra su fortaleza en la sola escena que tiene con Horn.
Encuentro un poco irritante la edición, desequilibrada para ser exacto. El detalle es la representación de las crisis nerviosas. Es ingenioso pero a la vez prefiero ver la expresión física de las personas y no los elementos narrados. No obstante, sabe detallar la familiar cinematografía y además innovarla al mostrarnos otras partes semi-desconocidas, suelen causar buena atención. Tampoco está de más la edición del sonido y la composición musical.
Creo que las dos nominaciones no eran suficientes, este drama merecía también la dirección, guion adaptado y la actuación principal. En Conclusión, es una obra recomendable, te cuestionarás duramente los primeros veinte minutos pero sin darte cuenta, te engancharás con los sucesos y terminarás amándola. Esta historia de valor es maravillosamente conmovedora por lo que se recomienda vayas con una caja de pañuelos. Como diría un compañero del trabajo: “pura lloradera”.
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