Aunque no lo crean
este drama basada en la novela alemana de Noah Gordon ha estado estrenándose en
países selectos desde el año 2013. Dado a su triunfo en Europa, tuvimos la
oportunidad de tenerla en nuestras salas y vaya que tomarse el riesgo de irla a
ver lo valió. Si te gustó Cruzada, lo más seguro sea que te gusté aunque cabe
señalar que no se trata de una relato enteramente de acción.
Centrada en el siglo
XI donde la Iglesia se encuentra peleando contra la supuesta magia negra,
Robert Cole descubre un don durante el lecho de muerte de su madre, siendo
despojado de sus bienes y alejado de sus hermanas, no le queda más que aliarse
con el Barbero del pueblo para sobrevivir. Afortunadamente para éste se
desenvuelve en las prácticas más típicas de la medicina.
Conforme adopta esta
profesión, descubre que existen técnicas mucho más avanzadas impulsadas por el
maestro Ibn Sina en la única universidad científica y médica del mundo.
Motivado por dominar este conocimiento, Cole viaja a Isfahan enfrentándose a la
tormenta del desierto, la tensión de guerra y el amor no correspondido.
Debo asumir que con
esta sinopsis habré despertado un gran interés e incertidumbre por sentir que
hable de más. Descuiden, esto es sólo el planteamiento de una gran imagen. Contextualmente
hablando, El Médico está perfectamente posicionado en esa época y se verifica a
través del vestuario, la cinematografía, los diálogos o discursos, comportamientos
sociales, las temáticas y políticas.
El director Philip
Stolzl nos envuelve con esta sugestiva ambientación, es como si el guionista
Jan Berger hubiera dado en el clavo en la novela porque la esencia se transforma
en arte. Hasta la fecha sólo Ridley Scott ha sido el único en proyectar la
grandeza del viejo mundo, por tanto Stolzl merece crédito por adentrarnos no
sólo a los orígenes de la medicina sino a la cultura que la rodeaba durante su
práctica.
Falta conocerse a Tom
Payne, pero observando su protagonismo como Rob Cole, algo me dice que muy
pronto podría estar en el radar de Hollywood. Su personificación es similar a
Orlando Bloom, caracterizado bajo la humildad y determinación. Tener a Ben
Kingsley como el maestro Ibn Sina le ayudó a destacarse en escena como el buen
aprendiz.
Olivier Martinez es
irreconocible como el Shah, principalmente cruel pero ocultando un granito de
bondad en su interior. El acento que proporciona va acorde a su identidad frívolo
pero conforme lo vamos conocimiento, logra dejar cierta huella en la historia.
Desde ese ángulo me hubiese gustado que exploraran más a fondo de esta
batallas, después de todo ya se tenía todo.
La mujer llamada
Rebecca juega un papel relevante, en el sentido controversial. Emma Rigby es carismática,
soñadora e inocente. Su química con Payne es naturalmente atractiva. Es una
pieza fundamental durante el tercer acto que se insertó cuidadosamente para no
saturar o distraerte del verdadero foco de atención.
A estas alturas Stellan
Skarsgard ha estado en diversas películas de cualquier género, desde
independientes hasta mega-producciones. Aquí se le da la función de posicionar
a Payne a través de su profundidad emocional y buen humor. Podría decirse que
su papel del Barbero es equivalente al de Liam Neeson en Cruzada.
No me queda más que
concluir que esta adaptación multifacética nos pone mucho a analizar en las
creencias, costumbres y políticas del antiguo mundo. Tal parece indicarse que
algunos se estancan en el fanatismo mientras otros avanzan al buscar la verdad.
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