miércoles, 10 de abril de 2019

Merlí T3-C8

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Un poco raro estuvo comenzar con el sueño de Merlí, a su vez nos presentó lo que estaba por venir y vaya que no ha sido nada fácil para Joan quien continúa bajo el centro de la atención al mantenerse con una rabia ante su propia insatisfacción y la enfermedad de su padre. Creo que la escena que comparte con Merlí fue lo opuesta cuando era sensible durante la primera temporada. Como se han volteado las cosas pero al final ha logrado escuchar pese a la intensa terquedad y se ha acercado a su padre en uno de los cierres más simpáticos. Sin duda la serie ha sabido desarrollar a este personaje al lado de su familia.

Sorprendente ver a Merlí aceptar su edad y a su vez impulsar a Jaume, el padre de Joan a salir de fiesta en lugar de dejarse amargar. El convivio y baile con Mireya, Eugeni, Gaby y hasta Natalia fue divertido que te saca un par de sonrisas. Eso y cuando Tania le tiró un pastel en la cara de Pol tras haberse burlado de ella a sus espaldas. Bien merecido aunque inesperado ver a Pol seguir experimentando en su nuevo trabajo en el supermercado. Gusto que le hayan dado seguimiento entre el padre de Pol, Oscar y Gloria.

Tania ha madurado y aunque me haya gustado su relación tierna con Pol, lo digo por el asunto de las camas, fue nostálgico cuando hicieron referencia a Bruno. Por otro lado Iván tuvo las agallas de decirle lo que quería con Berta, y tras hacerse primero la ofendida y luego comprenderlo, entiendo la frustración de no ser correspondido. Todo este asunto de la belleza tiene irritado a Iván que envidia a Pol por ello, sin darse cuenta de que del mismo modo sufre Pol. Oliver se ha vuelto algo sabio.

Me gustó la clase de Plotino, muy profundo ese poema, lo de obsesionarse con la belleza física al no fijarnos en el interior, la búsqueda por uno mismo con tal de conocernos, decidir entre una mirada al cuerpo o al alma, decidir entre un mundo sensible o inteligible. La alma reflexiva se embellece y con ello se discutieron lo de los comerciales con gente hermosa, todo esa crisis de retener la juventud, las cremas antiedad… concuerdo en que los currículos no deberían de pedir por requisito que vengan nuestras fotos porque aquí lo que importa es nuestra capacidad interna y no tanto externa.

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