Basado en el libro de James R. Hansen, se
nos narra la vida de Neil A. Armstrong a través de los años que lo guiaron
hacía la histórica misión del Apolo 11. Verlo como piloto de prueba para la
NASA en 1961 y pasar por varias proyectos donde estuvo tan cerca de la muerte,
me puso a pensar en lo cual complicado fue su travesía y más acompañado de su
distanciamiento con la familia.
Tratar de equilibrar tanto lo familiar
como lo aspecto laboral fue lo que frenó el ritmo de esta adaptación que en
manos del guionista Josh Singer se sintió poco especial considerando las
intensas emociones que destacó en Spotlight, The Post y El Quinto Estado.
Tampoco ayudó que el director se haya conformado en simplificar algo que debía
ser grande desde el principio.
Como que quisieron hacerlo lo más
sencillo posible, sin tomar riesgos ni mucho menos meterse en controversia.
Tras grandes éxitos como Whilplash y La La Land, esperaba que el director fuese
ambicioso con esta adaptación que pudo haber sido más que una travesia pausada
considerando el valioso material que tenía en sus manos. En pocas palabras,
algo tan épico no puede simplificarse ni mucho menos en el cine.
Siendo más específico: un respaldo
histórico hubiese sido de gran ayuda como explorar las circunstancias de ese
periodo, Neil es sin duda la figura principal y vaya que se descuidan sus
acompañantes porque a excepción de su esposa, nadie logra dejar su huella. Demasiada
frialdad ocasiona que uno no pueda conmoverse, asimismo la falta de interacción
para crear esos vínculos emocionales.
La prueba al inicio de la película con la
trama de la niña crea un enganche emocional que l se desvanece conforme pasan
los minutos. Se mantiene en la oscuridad que cuando hacen la conexión en los
últimos minutos, se siente lógico y poco sorpresivo. Hasta eso Ryan Gosling
entrega una poderosa actuación que nos conmueve pero el fallo es haber sido
limitado a la interacción con los demás actores.
La clave aquí era Claire Foy que como la
esposa de Armstrong comparte fácilmente la mejor escena de la película pero al
igual que Jason Clarke, Kyle Chandler, Corey Stoll y Luke Haas, carecemos de
información y desarrollo como para verdaderamente sentir ese dolor. Los riesgos
son claros pero el factor humano aquí simplemente se tornó frívolo como su
protagonista.
Tampoco ayudó haber recurrido al
silencio, la música es lo que nos mueve y ante su ausencia simplemente uno
podría llegar a sentirse un poco cansado y más viendo lo fríamente aislado que
era el protagonista. Con mega-éxitos como La La Land y Whilplash, esperaba que
Damien Chazelle fuese más ambicioso y arriesgado al hacerse cargo de esta
historia.
Como que en sí, no sólo quiso abarcarlo
todo sino hasta justificarlo todo, y en conclusión, Neill no queda del todo
bien como Padre de familia y por ello, a pesar de la ingeniosa actuación de
Ryan Gosling, no logra hacerle justicia al hecho de que Neill fue el primer
hombre en pisar la Luna. Cinematográficamente hablando, las secuencias previas
a la Luna fueron mejor diseñadas y ejecutados que el sólo viaje a la Luna.
Creo que el enfoque más que trazar una ruta,
era irse directo a la luna y explorar las consecuencias posterior al retorno. Resumir
el pasado de su familia y carrera espacial, posicionarse en el presente que era
la Luna y lograr la catarsis de este gran astronauta al tratar de conectar con
su familia porque la verdad, es una buena película pero no la gran película que
merecía ser.
Calificación: 4 de 5 estrellas.
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