No suelo ser de las personas que acude a los cines para asustarse con las películas de horror, pero dado el reciente estreno de La Hora de la Desaparición como que ha surgido mucho ruido en las redes sociales por quienes la han visto al manifestar una especie de ultimátum. Independiente de que la ames o la odies, no se puede negar que se ha convertido en un rotundo éxito al exceder de su presupuesto de $ 38 millones con lo que podría ser una suma final proyectada en los $ 300 millones globales.
Con una premisa que involucra la desaparición de todos los niños de un aula de clase, a excepción de uno quien es señalado como sospechoso en conjunto con su profesora. Sin verlo venir, este horror se torna en mitad misterio-detectivesco y mitad suspenso psicológico que a su vez beneficia las diferentes capas que rodean su estructura no lineal por tenernos siempre a la expectativa de conocer la hechizante verdad.
Desconozco si esté basado en un caso real tal como se nos narra en los primeros minutos, aunque no se puede negar que la posibilidad de serlo por el tipo de relato que nos cuenta. Además, una vez que unes las piezas de este desordenado rompecabezas, no dejarás de pensar en el trauma detonado tanto en las víctimas como en nosotros por lo depresiva e invasiva que llega a percibirse. Catalogada como comedia, nada de lo que vi me causa gracia en lo absoluto y puedo entenderlo, pero igual no es algo de lo que yo podría reírme por lo que implica.
En ese aspecto, debo aplaudirles la valentía por haber hecho lo que nunca creí que fueran capaz de hacer y con niños de por medio. Tan siquiera me siento aliviado de haber un cierre, eso sí, nada de lástima para el antagonista. De que es original y creativa, lo es y gracias al director, productor y guionista Zach Cregger. Vaya manera de mantenernos aferrados al asiento y con el corazón latiendo a mil por culpa de dos o tres tremendos sustos.
La ambientación oscura mezclada con los sonidos y la música nos tienen ansiosos a cada rato que se vuelve inevitable no cerrar los ojos. No obstante, resulta en vano la mayor parte del tiempo porque siempre te golpean cuando menos lo esperas. Zach tiene una habilidad nata para hacerte temblar antes de tiempo, y para sacarte el lado emotivo dada la pausada construcción en sus personajes quienes tienen que lidiar con el estrés y la pérdida.
Bastante ingenioso la crítica que hace hacía la escuela, del departamento policiaco y hasta los padres de familia. Tanto maestros, padres y policías deben actuar de acorde a las “reglas”, fuera de eso por más bondadosas que sean ciertos actos son considerados inapropiados y fácilmente manchan el carácter de uno mismo porque en este mundo ya no importa si lo que haces esté bien o mal sino mientras no vayas en contra de lo “estipulado” por la sociedad, compañía o gobierno.
Me sorprende que el tercer acto me haya puesto a pensar, tan así que me hubiese gustado tener más escenas sobre los sobrevivientes en lugar de sólo ser referenciados mediante diálogos. Me hubiese gustado saber el origen de esta maldad, su sobrevivencia o cómo era que estaba vinculada a esa familia en específico.
Efectivamente el caso de los diecisiete alumnos desaparecidos tiene principio y fin, pero no puedo evitar sentir que había mucho potencial para escarbar más en lugar de desenvolverse en la superficie a través de varios puntos de vistas haciendo un poco tediosa y lenta por repetir ciertos diálogos y acciones.
En lo personal, los relatos de Archer y Justine son los mejores al igual que el de Alex. Este trío de actores nos obsequian personalidades enriquecidas por sus conflictos internos. Mientras que el resto, no les va como debería en base a las tragedias que los envuelve y me temo que así fueron escritos, por decir que están carentes de complejidad y sólo sirviendo de paso para inyectarle acción a una trama generalmente calmada ante la escasez de lo sobrenatural.
Josh Brolin es estable como Archer lo cual no es nada nuevo viniendo de él, Julia Garner nos convence de su inocencia en su problemático papel de la profesora Justine y Cary Christopher se une a la lista de niños talentosos de este año en donde superan las expectativas porque interpretar a Alex Lilly fue un papel demandante tanto físicamente y psicológicamente hablando.
Alden Ehrenreich, Benedict Wong y Amy Madigan le echaron todas las ganas y estuvieron así de cerca de dejar su huella. El detalle fue la falta de un respaldo circunstancial para hacernos que nos importasen por lo desechables que terminan siendo al no ser el enfoque principal, que es ahí el aspecto negativo que yo podría darle. Entonces dividir el metraje en este caso benefició mucho más a los editores y directores por impulsarlos a ser creativos con su cinematografía.
Después de lo visto ¿cuál es la moraleja? Por ahí decían que era como un llamado visual a las balaceras que se han dado en las escuelas y cómo estas han afectado a los niños, maestros y padres al generarles traumas insuperables por así ponerlo. Eso me recuerda a la referencia de la ametralladora durante uno de los sueños por lo que si podría ser un llamado. Incluso se menciona el bullying infantil o la severidad de hacer el bien al ayudar a un alumno o incluso abrazarlo al considerarse una violación de la privacidad del menor. De esto sí que es interesante analizar por cómo se ha vuelto frívola la sociedad.
Más no lo veo por ese camino, ya que sólo se dice sin seguimiento, por eso me refiero a La Hora de la Desaparición como un espectáculo de horror psicológico en donde eres puesto a prueba al ver qué tanto puedes sentir y atreverte a ver, pero al igual que todas las películas, la decisión recae en ti. De haber sabido de antemano a lo que iba, no creo haberme atrevido a abrir esta puerta que me ha estado costando cerrar por no haber sido de mi total agrado como sucedió con Longlegs y Huye.
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