A veces se requiere tiempo y de correcciones
para reparar el daño de una vivencia que nada más parece nunca irse. Lo bueno
de decir nunca jamás porque al final es el mismo tiempo lo que termina por pasar
la página por mucho que parezca imposible en su debido instante.
Y es que justo tuve la oportunidad de ir a
ver Intensa Mente o Del Revés 2 llevándome un mal sabor de boca, que en ese
entonces asumía había sido la propia secuela animada, pero por encontrarme
invadido por mi propia ansiedad (vaya ironía) no terminé por disfrutarla, sino
sus aspectos problemáticos me hicieron abrir puertas que creí haber cerrado hace
mucho, pero mucho tiempo atrás.
Ahora entiendo a lo que se refieren con esas
regresiones que solemos tener de vez en cuando, tal vez es la mente haciéndonos
recordar lo que desde un principio debimos enfrentarnos. Intensa Mente 2 hizo
un espléndido trabajo en mostrarnos cómo procesar las emociones reprimidas al
igual que la primera consiguió no sólo hacernos entenderlas sino aceptarlas sin
prejuicios porque es lo que nos hacen estar vivos y en varios sentidos, sí es
que nos los permitimos.
Como el caballero que soy, no diré que fue
lo que me provocó a que aquel viernes estuviese perdido de la cabeza al dejar
que mis inseguridades se adueñaran de mí hasta el grado de provocarme una
tremenda jaqueca impulsada por un temperamento que terminaron por bloquear lo
maravillosa que había sido esta secuela que tomó nueve años en salir a la luz. Honestamente,
no me puedo quejar, se estrenó justo cuando más la necesitamos.
Y al
decir necesitamos, me refiero a todos (incluyéndome, obvio) en víspera de que
cualquiera es propenso a sufrir un ataque de ansiedad por lo caótico que se ha
vuelto el mundo. Nadie está inmune del
estrés, la fatiga, la confusión, la presión social y la necesidad de ser
aceptados. Ni se diga de las expectativas generadas por uno mismo o demandada
por la sociedad o incluso nuestros familiares más cercanos.
En verano de 2015 quedé absolutamente marcado
por la historia de Riley, verla desenvuelta desde su mente gracias a Alegría,
Tristeza, Miedo, Furia y Desagrado fue una experiencia conmovedora que fácil pudo
tratarse de una ida con el psicólogo al hacernos conectar con nuestras propias
emociones. De por sí soy un llorón, y aquí no fue la
excepción, la gran diferencia fue experimentar la catarsis a través de los ojos
de una niña de 11 años.
La magia del cine, más bien de una animación,
lograda por el poderoso y complejo guion del mismo director Pete Docter, quien a
pesar de ser un cristiano devoto, aseguró que de ninguna manera planea
inyectarlo en sus producciones quizás por considerarlo como algo personal y
correspondiente a las necesidades de cada personal, lo cual se entiende.
Tras presenciar Intensa Mente 2 quebrar la
Taquilla con números potentes, sentí la necesidad de volver a verla. Había
pasado una semana por lo que ya había hecho las pases con mi fugaz malestar,
crisis o como quieran llamarlo. La verdad que no era para tanto, de hecho, nunca
lo es, pero son bajo esas circunstancias cuando uno no sólo aprende sino crece
y hasta con suerte madura aunque sea un milímetro más.
Para ello quise volver a reproducir la
original para recapitular todo lo que había sentido y tal como si fuese ayer,
terminé llorando de nuevo porque me temo que a estas alturas, esta animación aparte
de ser mi favorita, forma parte esencial y cultural de mi persona,
personalidad, vida o llamémosla como quieran. Es evidente lo fundamental que
fue y sigue siendo que hasta nervios me volvieron a dar al acudir al segundo
llamado.
A veces las segundas entregas no superan a
la primera, y quizás fue caso de Intensa Mente 2. Tal como le pasó a Toy Story
2 con Toy Story, aun así, merece bastante crédito por quedarse demasiado cerca,
una pizca por así decirlo que al final es prácticamente nada.
Y es que la primera vez no logré apreciar a
los nuevos personajes, ahora me doy cuenta que todos sin excepción contaron con
su tiempo y fueron operacionales. Estamos hablando de Envidia, aburrimiento, Vergüenza
y Ansiedad, que sin duda le mueven el tapete a Riley justo cuando se activa el
botón de la pubertad. Y es que este tipo de producciones, insisto, son
esenciales para los pequeños de hoy en día, lo que hubiera dado por tener esta
clase de programación durante mi niñez.
Habiendo crecido con cuentos de hadas,
príncipes azules, princesas y finales felices, con razón mi generación se
encuentra dándose de topes al ver que la realidad a la que aspirábamos en
nuestra infancia no se asemeja en lo absoluto con la realidad adulta en la que
nos encontramos ¨algunos¨. Con adaptaciones como estas, aparte de entretenernos,
nos ayudan a procesar de adentro hacía afuera logrando así coincidir en un bien
común.
El punto es estar bien con nosotros mismos y
con los demás, eso es justo lo que busca Intensa Mente 2 o eso quiero creer al
recordarnos lo difícil que se vuelve la vida cuando uno comienza a experimentar
la adolescencia, quedándose en el pasado esa niñez que sólo reviviremos a
través de la nostalgia. Y hablando de nostalgia, debo dárselas a Kelsey Mann
por la forma en que nos la introdujo.
Debo confesar que en mi caso se me ha
adelantado bastante esta emoción, y lo siento por mi Alegría porque por
demasiado tiempo he dejado que Ansiedad se haga cargo de mi personalidad.
Cualquiera podría llegar a dolerle en el alma la frase de “No soy suficientemente
buena” o incluso sentirse identificado.
Me temo que es algo de cualquier fase en la
que nos encontremos, pero honestamente Pixar pudo ejemplificarla a la
perfección y mucho estarán de acuerdo por cómo se llevó a cabo el ataque de ansiedad.
El mundo de Intensa Mente se presta para
infinidad de historias, de sólo imaginarse lidiar a cabo con una muerte, un
trauma, un divorcio, un matrimonio, una boda, universidad, lo que sea, no hay
limites ni imposibles para los creadores y productores de esta potente
franquicia.
Como lo dije al iniciar esta entrada, a
veces es cuestión de tiempo y de esperar el momento, sentí la necesidad de
volver a verla porque tenía que verla y el resultado fue una experiencia casi a
la misma altura de la original de hace 9 años.
Esta vez fui yo quien no la supo apreciar y
con eso, estoy consciente que a veces nosotros mismos nos dejamos llevar por
nuestros complejos y falsas proyecciones de futuros inexistentes. Lo mejor es
ponerle un sofá masajeador a nuestra Ansiedad, sentir todas las emociones por
igual y aceptar nuestra identidad porque eso es parte de vivir, y no
necesitamos que todo sea perfecto, porque muy dentro de nosotros tenemos lo
necesario y lo suficiente para ser felices y eso es lo que me quedo con Intensa
Mente 2, eso y mucho más.
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