De nueva cuenta las frases fluyeron y con Coralina considerando que tenía un buen punto de vista con respecto al miedo de Bruno por ser usado de pelota. A veces se tiene que ser egoísta para estar bien con uno mismo y no puedes estar tratando de contentar a los demás porque entonces uno nunca estará contento con uno mismo. Tampoco pasó desapercibido toda esa cuestión de la mentira por parte de Merlí, un tema bastante profundo que movió el tapete de tanto alumnos, padres como docente.
Un sistema donde no se salva a nadie en base a si son buenas o malas personas, y nunca mentir aunque fuese para salvarle la vida a alguien fueron el centro de atención por parte de Kant. Acción de la cual Merlí ignoró por completo al mentirle a su madre de estar gravemente enfermo para evitar que lo corrieran de la casa. Debo confesar que la venganza de la Calduch con ese giro en su historia de Paris fue lo que me hizo el día de nueva cuenta porque resultó genial. Entiendo el punto de que la mentira más que útil es necesaria para sobrevivir porque si no se mintiera, posiblemente habría más guerras como lo subrayó Merlí. También agradó eso de Kant sobre la necesidad de creer en Dios sin demostrar su existencia.
Merlí tuvo un tremendo pleito con Iván al quererse pasar de listo y al final terminó dándole la razón aunque no del todo porque Gina fue la clave. Y hablando de Gina, su iniciativa con Tony fue inesperado porque esto sin duda traerá cambios. Oksana logra su acometido y Gerard muy feliz de dejarse, de hecho voy viendo como Oksana va metiendo cizaña a la relación de Joan y en cierta manera se lo merece, un poquito. También hay indicios de un posible romance entre Pol y la madre de Iván, creo que nadie quisiera eso por las repercusiones.
Ciertamente se nos enseña desde niños que mentir es malo lo cual es irónico ante la creencia de Papá Noel. Como lo dice Merlí al final, hasta la Navidad es una mentira. Estamos ante otro episodio que nos mueve nuestros conceptos sobre la moral en sí porque es inevitable no mentir, serviría de algo sólo quedarse callado sin dar explicaciones. El modo como siempre es no quedarse con las ganas de decir las cosas, pero no siendo lo más importante el deber moral sino la manera en que se dicen.
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