lunes, 1 de septiembre de 2025

Salvado por la Fuerza

Esta entrada se encuentra participando en el Desafío Peliplat Septiembre 2025 
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 A decir verdad, no solía pensar en mi niñez ni mucho menos en mi adolescencia conforme me encontraba navegando el camino de la juventud hacia la adultez. Desde niño siempre soñaba con ser adulto, para estar libre e independiente. Tal vez por encontrarme algo adelantado para esa edad, debido a que no encajaba con la inmadurez de mis compañeros al desenvolverme con seriedad y frivolidad.

Bueno, ya que estoy siendo honesto, tampoco se las ponía fácil al detestar los deportes o cualquier actividad que implicara algún esfuerzo mínimo o me llenara de tierra. Por decir que en los recesos escolares me iba directo a la biblioteca para leer libros de egiptología o historias bíblicas. Ahora que lo recuerdo, disfrutaba mucho estudiar y hacer mis tareas.

Mi desventaja radicaba en mis problemas de dicción lo cual afectaba mi autoestima, y sumándole a que era un niño sensible y con una voz aguda, solía ser el hazme reír de mis compañeros quienes siempre hallaban la manera de hacerme sentir mal: y si andaban de suerte, hasta lograban hacerme llorar. Y como el devoto adventista del séptimo día que era, me quedaba callado y lo absorbía todo como esponjita. Nunca me defendía por miedo a irme al infierno o ser castigado por ese Dios Todopoderoso.

Era tan sólo un bebé cuando por un milagro en la familia, mis padres decidieron formar parte de la Iglesia Adventista. Una religión tan dura y demandante por estar prohibido el comprar o ver la televisión los sábados, y pobre que te atraparan yendo a los cines o conciertos. Tan así estuve de metido que desde preescolar hasta secundaria estudié en una escuela de dicha naturaleza.

Por tanto, resultó imposible no desarrollar un temor tóxico hacía Dios en lugar de uno amoroso, y es que desde muy pequeño crecí con la representación de un Dios serio y castigador. Ese Dios que todo lo miraba y todo lo juzgaba. Ese Dios que te ponía a prueba como lo hizo con Jacob y por ello lo mejor era siempre dar la otra mejilla y sufrir como Jesús sufrió para ser dignos de su salvación.

Me viene a la memoria un discurso de una profesora sobre que en el cielo se te daría una corona engravada por estrellas, pero he aquí el truco, cada estrella representaba a cada alma que uno mismo había logrado convertir al cristianismo. Lamentablemente, el último año lo cursé como un miembro no perteneciente de la Iglesia y graciosamente por ser el mejor de mi generación, me encerraron con un pastor para hablarme de los planes que tenía Dios conmigo en lugar de hacerlo con un compañero que ese mismo día lo habían atrapado con una cerveza en su mochila, y no se diga de otro que cargaba con el Kama-sutra disque a “escondidas”.

Quizás y haber crecido bajo esta doctrina detonó esa madurez tóxica en mi niñez, eso y la constante confusión e inseguridad en la que solía hundirme al desconocer el sitio en donde me hallaba fueron las consecuencias de haberme vuelto una presa fácil para mis adorables bravucones quienes les fascinaba usarme como un saco de boxeo. (Aquellos viejos tiempos… dicho de forma irónica).

Agradezco que el daño nunca haya sido físico, aunque no puedo evitar pensar en que hubiese sido mejor lidiar con esa clase de dolor porque las heridas ocasionadas por tanta discriminación, burla o aislamiento han tardado en cicatrizar. Ciertamente, las grandes batallas a veces suceden en nuestra propia mente y depende de nosotros mismos, de lo que hemos aprendido, nuestros valores, fe y pasión para sobrevivir porque también somos capaces de hacer lo impensable cuando te sientes incomprendido y fuera de conexión.

No es tanto la soledad o el aislamiento, sino el estado de ánimo en el que te encuentres para tan así cuestionar tu voluntad de vivir. Tan cerca estuve, sí, tan cerca estuve de no sólo hacerme daño sino de quebrarles el corazón a mis padres por estar enfocado en mi oscuridad, por creer que había sido un defecto de fábrica, por no ser lo suficientemente bueno y de que todo fuese mi culpa.

Una anécdota que solía acecharme en las reuniones familiares consistía en mencionar que cuando yo era un pequeñito, cada que alguien me llamaba la atención para decirme en un tono medio regañón: - ¡Ay Adrián! Inmediatamente me agarraba llorando como si de verdad yo hubiese hecho algo terrible.

Era tan gracioso para mis tíos cada vez que lo contaban y tardé décadas en darme cuenta de que para nada era gracioso hacer llorar a un niño haciéndole creer que había hecho algo malo. Era triste y preocupante tratándose de mi autoestima y, por tanto, un claro indicador de que necesitaba ayuda porque esa sensibilidad o sentido de culpa sólo terminaría por afectarme y así sucedió. De igual forma era lo “normal” en esos tiempos, por lo que se vuelve irrelevante.

Ahora ¿por qué me encuentro contándoles algo tan personal y deprimente cuando este desafío tiene como objetivo hablar de la película que nos transporta a la infancia?

Porque opté por bloquear mi niñez en cuanto egresé de la secundaria. Lo mismo hice con la preparatoria y la universidad, pero esas ya son otras historias que podrían contarse. En pocas palabras, odiaba mi niñez y no quería saber nada al respecto de ese pasado “inexistente”. Tan así que no quería estar con niños sino con adultos. De hecho, desde niño prefería estar ahí en las reuniones especialmente de mis tías para escucharlas hablar y hablar.

Cuando se estrenó el Episodio VIII de Star Wars titulado Los Últimos Jedis, mi hermano y algunas personas no entendían el por qué no me había ofendido por lo sucedido con Luke Skywalker y su reciente tormento, culpabilidad y rechazo a la Fuerza. Y se debe a que, dentro de mí, surgió un entendimiento por todo lo que me había ocurrido. Inevitablemente, me vi en la necesidad de explorar esa fase “borrada” de mi existencia.

Recalco borrada porque me temo que los recuerdos seguían ahí reprimidos en mi interior, ahí en la bandeja de espera, pendientes de ser procesados, pero siendo pospuestos una y otra vez hasta que un suceso te hace detonarlos y es justamente lo que sucedió tras ver el Episodio VIII y todo lo que se desencadenó a sus alrededores porque ahora había un ambiente tóxico entre los seguidores de Star Wars.

Honestamente, siempre lo ha habido y lo tengo presente desde el estreno de las precuelas, es más, desde El Retorno del Jedi en 1983, es sólo que no había redes sociales como para hacer mucho ruido como se hace hoy en día ante cualquier desacuerdo.



Llevaba bastante tiempo que me estaba costando trabajo ver las películas de Star Wars, como que sentía el peso de los años, porque tenía como 9 años la primera vez que vi el Episodio IV, referida sencillamente como Star Wars en 1977 y que en 1981 se subtituló Una Nueva Esperanza. Recuerdo como si fuera ayer cuando se encontraba la campaña de las ediciones especiales y siempre me atraía la atención la máscara de Darth Vader y el rostro peludo de Chewbacca.

No tenía idea alguna hasta que mis padres llegaron y me sorprendieron con el VHS del corte original. Habían decidido rentarla y mostrárnosla a mí y mi hermano, y en cuanto pude leer "Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana..." seguido de una apertura musical de John Williams, me quedé engranado con el texto introductorio, leyendo palabra tras palabra, tratando de entender e imaginarme lo que estaba por venir lo cual no pude siquiera hacerle justicia por la enorme escala en que se nos es revelado un destructor para después ser testigos de una lucha entre rebeldes e imperiales liderados por vulnerables héroes y poderosos villanos.

No se me olvida cómo mis tíos les apostaron a mis padres que mi afición por esta Galaxia era tan sólo una fiebre que se me quitaría en un par de meses, pues me temo que han pasado treinta años y esta fiebre no sólo sigue presente sino es la única que me ha ayudado a seguir respirando y disfrutando de lo bueno y lo malo que la vida me ha dado. Si no fuera por este episodio, me temo que no me encontraría compartiendo esta historia con ustedes.

Verán, lo que realmente estaba perjudicando el disfrutar de nuevo la trilogía clásica y las precuelas era por su capacidad de conectar con mi niño interior, ese niño que decidí meter en una prisión en el rincón más oscuro de mi mente, a ese niño que dejé ahí solo, abandonado e incomunicado.

Es difícil de explicar, y de comprender debido a que tuve que estar casi tres años en terapia psicológica para hacer las pases con ese niño y ese adolescente. Parte del proceso, parte del vivir y como tal, la ventaja de comprender el estado depresivo y vulnerable de Luke Skywalker durante su exilio en el planeta oceánico de Ahch-To.

Volver a reproducir Star Wars: Una Nueva Esperanza me hizo recordar los buenos momentos que tuve de niño; como darme cuenta de que mi imaginación de un día para otro me mantuvo entretenido de los malos ratos que pasaba en la escuela, al considerarme una especie de caballero jedí en una misión secreta por la alianza rebelde.

Ahí me veían haciendo gestos con mis manos según yo para usar la Fuerza, o callando mi mente para intentar no llorar ante la burla de mis compañeros. En pocas palabras, me dio la fuerza que necesitaba para dejar de darle peso a esos malos pensamientos y a ya no pedirle a Dios que me llevara con él cada noche en víspera de que en un par de años saldrían las precuelas y obvio que no quería perdérmelas por saber más de los Skywalkers.

Gracias a la forma en que hablaban algunos de los personajes o alienígenas, la ansiedad causada por mis problemas de dicción disminuyó al percibir que, así como existía esta galaxia de personalidades especiales, también habría otro sitio o lugar en donde mi voz y forma de comportarme serían percibidas como algo normal y natural. Incluso, todavía conservo mis sets de Micromachines en donde cada tarde, después de salir de la escuela, me ponía a jugar imaginando toda clase de historias o misiones.

Sostenía a un diminuto Luke en mi set de Dagobah y a través de éste confesaba todo lo malo que me había pasado entre clases al maestro Yoda. Con la Princesa Leia, era siempre la líder, la que organizaba las misiones o lideraba las batallas, Han Solo me hacía reír y Darth Vader, bueno he aquí un dilema cuando descubrí que era el padre de Leia y Luke. Por mucho que me gustara que fuese el villano, siempre encontraba agradable rehacer una y otra vez la escena en que rescataba a su hijo de las garras electrizantes del Emperador.

Sí, gracias a Star Wars, pude reconectar con mi niño interior y enfocarme en todo lo bueno y a su vez pude procesar o reinterpretar todo lo malo para encontrarle el lado bueno, porque no sería la persona que soy ahora, ni siquiera estaría vivo sino fuera por esta película de “entretenimiento” que me mostró que aún hay cosas buenas por las que luchar y soñar por más imposibles o perjudiciales que sean.

La esperanza siempre muere al final, antes no solía creerlo, ahora sí y es por eso que pase lo que pase, yo voy a seguir siendo un seguidor de esta saga y al igual que lo hago con los demás, daré siempre el beneficio de la duda o trataré de ver la bondad en las personas por más despiadas que sean conmigo y con los demás.

Yo sé bien lo que se siente que te traten mal, que hablen a tus espaldas o te digan que no sirves para nada y te lo recuerden cada vez que tengan la oportunidad. Desde muy niño he cargado con ese peso y por esa misma experiencia, prefiero dejarlo pasar, soltarlo y tratar de sacar lo mejor. No busco venganza ni tampoco quiero causar ese mismo daño que me hicieron, sólo quiero ser un Jedi como lo fue Luke Skywalker al igual que como lo fue su padre antes de él.

Dado el reciente anuncio de que Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza volverá a las salas de cine en 2027, estoy seguro que será un evento que tanto yo y mi niño interior vamos a disfrutar como locos porque todavía sigo jugando, aunque ahora mis juguetes sean mi teclado y mis podcasts. Por decir que todavía sigo sintiendo esa promesa de salir al mundo cuando se lo presencié en el rostro de Luke conforme miraba el atardecer de los dos soles en Tattoine.

Jamás podré dejar de fantasear con el recorrido en el túnel de la Estrella Letal: mi hermano me lo escenificaba a bordo de su bicicleta al pasar por un callejón con hoyos y sobre todo, es algo que me ha mantenido unido con él y mis padres porque hasta la fecha seguimos sin perdernos ninguno de los estrenos ya sea en el cine o en Disney Plus.

Star Wars es un cuento de nunca acabar en mi vida, y es exactamente eso, mi vida y mi niñez. Me dio la Fuerza cuando más la necesitaba en enero de 1997. Ser niño no fue fácil para mí como ya podrán haberse dado cuenta, más eso no es lo que quiero sacar a relucir de esta nota, sino quiero hacer hincapié en la importancia de tener un soporte cuando eres diferente a los demás y estás creciendo.

No es saludable suprimir emociones, quedarse callado y asumir que todo lo malo sucede por culpa de uno mismo. Eso de que te digan que estás por quieres estar ¡No! ¡Claro que no! Estás porque estás y debes hallar la forma de salir adelante, hacer alianzas y confiar en uno mismo y en los demás, y nunca juzgar sino conectar y en dar el beneficio de la duda. Es así como yo decido mirar la vida a pesar de todo lo malo que nos rodea.

La película de Star Wars: Una Nueva Esperanza no sólo me reconectó a mi niñez sino me hizo ver que tuve una niñez y gracias a ello, puedo seguir disfrutando, aprendiendo y dejar volar mi imaginación a pesar de ser un adulto. Sin duda voy a disfrutar el relanzamiento en April 30 de 2027 ya que no encuentro una mejor manera de cerrar este círculo que viendo la película que cambió mi vida en la gran pantalla.

Gracias.

domingo, 31 de agosto de 2025

Amor y desamor con The Roses

 


La vida parece tan sencilla y fabulosa para la familia de los Roses quienes de repente se ven envueltos en una guerra al invertirse los roles de casa, colocándose la ambición por encima del romance hasta el grado de detonar literalmente en llamas y todo por no hacer a un lado su ego en lugar de enfocarse a escuchar y solucionar sus propios.

Ah, y yo que esperaba encontrarme con una linda y divertidísima historia que me ayudara a desestresarme de la terrible semana de la cual no parecía salir. Mmm, confieso que me tomó trabajo relajarme por la terrible sorpresa que me azotó justo cuando la función estaba a media hora de comenzar, así que, vaya forma de sumarle ansiedad a la ansiedad viendo cómo esta comedia oscura yacía demasiado lejos de ser una dulzura.

Eso me pasa ante mi ignorancia, poco sabía de que la novela en la cual está basada había lanzado ya una versión cinematográfica en 1989 con Michael Douglas, Kathleen Turner, Danny DeVito y Sean Astin. En esta ocasión fue el turno de Benedict Cumberbatch, Olivia Colman, Andy Samberg, Kate McKinnon y Allison Janney, y vaya que los disfruté dentro de lo que acabe.

Es que son muy raros, en especial Andy y Kate con su humor que en veces compartía una mirada confusa con mis padres (mis invitados especiales) al cuestionarnos sobre si lo que estábamos viendo en la gran pantalla estaba sucediendo como tal. Por decirse que, en su papel de Amy, la esposa de Barry, se la pasa coqueteando y tirándole los perros a nuestro protagonista. Gesto que podría percibirse como desagradable, pero cuyo carisma nos causa gracia.

Aunque sea por un par de minutos, Allison como la abogada de divorcios es espectacular dado que su presencia por sí sola se roba nuestras miradas y es aquí donde me encantaría verla en el futuro trabajar con Andy debido a que su breve interacción como colegas me encantó por lo agresivos que pueden llegar a ser en sus negociaciones como también volverse los más sociables.

Para el papel de los dos hijos, se ocuparon de dos niños y dos niñas para cumplir con los dos periodos de tiempo, y excelente trabajo para el director Jay Roach por la naturalidad en que los niños se desenvuelven, hasta me dieron ganas de hacer ejercicio y competir. Además, para haber sido el director de las de Austin Powers y los Fockers, me ha parecido un trabajo bastante serio por la forma en que nos permite procesar la caótica narrativa.

Difícil de creer y es que existe un mensaje en este nuevo guión proporcionado por Tony McNamara, quien se inspira en sus previos trabajos de La Favorita y Cruela para lograr que esta pareja tóxica no caiga tan pesada, y cómo podría si tenemos a los nominados Benedict y Olivia. De por sí son unos expertos cuando se trata de equilibrar la oscuridad y la luminosidad dentro de ellos mismos.

De hecho, desde el primer encuentro me ganaron por su interacción de ir de soñadores y por su diálogo de psicópatas al requerir del cuchillo, lo cual es un indicador de la gran tragedia que les depara al final. Esa chispa e impulsividad de dejar sus vidas en Inglaterra aburrida para mudarse a América y conseguir ese sueño podría inspirar a uno que otro por la forma en que nos lo vende esta pareja.

He sido seguidor de Benedict desde que lo descubrí como Khang en Star Trek: En la Oscuridad posterior a haberlo escuchado en La Desolación de Smaug. Con Olivia, me temo que sí me ha costado agarrarle cariño ya que solamente la tengo presente por La Favorita y Wonka, siendo en esta segunda en donde me ha fascinado su conducta extrovertida.

No puedo evitar felicitar al responsable que los emparejó por la manera en que armonizan para luego antagonizar en una escala imparable de interacciones verbalmente violentas hasta recurrir el uso de herramientas poniendo su vida en riesgo. Vaya forma de mantenerse cuerdos delante de los hijos, debo dárselas, espero jamás verme en esa situación en donde me resulta imposible hacer las paces con mi pareja y es mediante estos atroces actos donde capte la lección de las cosas terribles que se pueden desencadenar cuando uno pierde el control sobre sí mismo con tal de controlar a la otra persona.

Bueno, no sólo controlar sino superarla en todos los aspectos porque tal como se lo dijo su terapeuta, ambos habían generado esa incapacidad de resolver sus propios problemas. Cada uno aferrándose a sus éxitos, creyendo que era lo único que les quedaba ante los sacrificios que tuvieron que llevar a cabo en sus respectivos escenarios de vida.

Entonces, muy importante mantener los canales abiertos de comunicación, y sobre todas las cosas usarlos sin caer en el abuso verbal ni mucho menos en la violencia doméstica porque nada bueno sale de ello y es la cruda realidad con la cual este elenco y director nos golpean en cuanto se dan los créditos.

Desconozco si esta readaptación sea superior o inferior a la antepasada, quiero creer que su diferencia de 30 años podría beneficiarla al colocarse en streaming porque la Taquilla no ha sido para nada amable, y eso es una pena porque visualmente es radiante y no se diga la secuencia final por asemejarse a lo que vimos con Bradgelina en Señora y Señora Smith.

De que se van a reír, se van a reír, pero eso no quita que en algún momento vas a sentirte incómodo por la forma en que escala este amor y desamor en la vida de Los Roses. Bien dicen que hay verdades que duelen y aquí no es la excepción.

sábado, 30 de agosto de 2025

Reinterpretando The Acolyte


Un año ha pasado desde la controversial conclusión de la primera y cancelada temporada de #TheAcolyte, que me vi en la necesidad de volver a hacer este recorrido decadente de la #AltaRepública y esto es lo que he llegado a pensar.

viernes, 29 de agosto de 2025

Hablemos de Amores Materialistas y de El Mapa Que Me Lleva a Ti

 Confieso que después de haber visto Vidas Pasadas, aun así Amores Materialistas (Materials) terminó por sorprenderme al no ser la típica comedia romántica de Hollywood sino por presentarnos algo tan acorde a nuestros tiempos sobre relaciones, las citas por apps, el concepto del amor y todo lo relacionado a la industria de las bodas.

Más que acorde, conscientemente compleja por decir que desde el primer minuto es inevitable que no te pongas a pensar ante el bombardeo constante de las expectativas y estereotipos que los clientes le hacen saber a la casamentera Lucy para que ella misma se encargue de “cumplir” para lograr que consigan a su pareja ideal, o en el mejor de los casos, a ese compañero con el que juntos se ayudarán a cambiarse los pañales y que terminaron por enterrarse.

Confieso que la forma en que nos introducen a este relato es tan inusual que por unos segundos creí que me había equivocado de película. Mis respetos para la directora y guionista Celine Song, nunca hubiese pensado en cómo los seres primitivos solían unirse en matrimonio en esos tiempos en que tanto leyes como tecnología eran inexistentes.

Como cristiano, es entendible el por qué nunca se me hubiese ocurrido hacerme esa pregunta, aún así, todo parece indicar que el materialismo se ha vuelto parte fundamental al momento de ponernos a buscar pareja. Suena bastante complicado y tóxico por estar juzgando a las personas por su peso, edad, estatura, voz, cuerpo, físico, riqueza o pobreza. Es agotador de sólo pensar tanto el que cuenta con las ventajas como el que está en desventaja. Será necesario cumplir con tales “requisitos” que la sociedad nos impone y que nosotros mismos ejercemos aunque nos cueste nuestra felicidad,

Este argumento engloba todas las razones por existir sobre las relaciones y el matrimonio. Incluso se atreve a darnos un par de respuestas, obvio que no sin antes hacernos pensar con profundidad. Por decir que casi casi nos enfrenta a lo absurdos e ilógicos que solemos ser al engrandecer nuestras expectativas, tan así que no sólo nos contradecimos sino hasta nos proyectamos sin hacernos responsables de lo que pedimos a cambio de nada.

Honestamente, no es una historia para nada fácil de desmenuzar porque podría estar equivocado al darme cuenta de lo vulnerables que solemos ser al momento de buscar pareja y peor aún en las citas por apps en donde confieso que le he perdido la fe por sólo traerme frustraciones.

Es como si fuese un fantasma en donde no tengo la menor idea de qué poner o qué decir al ver que la verdad sólo me perjudica al nada más no dar el gancho con esos famosos “requisitos”. Me temo que estoy demasiado lejos de ser un unicornio pero al menos el sentirme identificado con John Finch, personaje interpretado por Chris Evans, me brinda esperanza de algún día poder amar y ser amado con lo poco que tengo para ofrecer.

Lo que son Dakota Johnson y Chris, comparten dos o tres escenas con tanta honestidad que es imposible no sentirse conmovido por lo tan real que se siente ese conflicto interno con el que cargan sus personajes de Lucy y John. A primera instancia son el uno para el otro pero son sus inseguridades y expectativas la que tuercen esa relación hasta el grado de quebrarla y dejarlos marcados al no poder superarse uno del otro, y cómo podrían cuando ambos son perfectos imperfectos. Y es que juntos mantienen un equilibrio que resulta enriquecedor de ver y de escuchar ante sus ingeniosos diálogos.

Lo sé, a estas alturas me encuentro enfadado con Pedro Pascal, lo veo por todas partes y pese a ello, interpretar a Harry Castillo ha sido su mejor decisión al igual que Chris porque el salirse de su zona de confort para lucir ese lado sensible los ayuda a identificarnos con ellos y a meternos dentro de su psicología para entenderlos y entendernos a nosotros mismos por su forma de actuar y razonar ante los distintos escenarios en los que se ven envueltos.

Dakota y Pedro no me convencían como pareja al principio, y ese es el punto, de mostrarnos que la estabilidad o el conformismo no garantizan un matrimonio feliz. Tampoco el dinero porque es bien cierto que la felicidad no se puede comprar. Difícil de creer, pero tiene que haber discusiones, intercambios de duras verdades y sobre todo tomar el gran riesgo de salir a citas en víspera de todo lo malo que nos acecha porque al final, todos somos personas y las personas somos como somos. Impredecible, crueles y egoístas, lo llevamos en la sangre por más controlados que estemos. Depende de encontrar nuestro balance o elegir dentro de nosotros si queremos ser luz u oscuridad.

En efecto, compartimos el miedo de quedarnos solos, de morir solos, de no tener la capacidad de amar, experimentamos el miedo a la pobreza, a fracasar pero también compartimos la esperanza, la lucha, la valentía, la honestidad. A través de estas cualidades, podemos despojarnos de las expectativas porque es sólo así cuando podemos amar y amarnos con tanta libertad.

La clave de ello radica en ser uno mismo, sin filtros de por medio y sin esperar nada a cambio. Al menos que sea algo que no tenga costo en el sentido materialista sino de la forma más humanamente posible como la oferta final que le propone John y que Lucy acepta tras revelarle sus peores miedos en una escena que me destroza por completo, y es así como la larga construcción brindó esos deliciosos y jugosos frutos en el tercer acto.

Sí que estoy fascinado con todo lo que Celine Song nos ofreció en esta travesía dramática, que brilla por lo calculadora, intelectual y frívola que llega a percibirse en su dirección a pesar de una casual cinematografía.

Uno creería que entre tanto diálogo y desarrollo circunstancial pausado, uno terminaría aburrido más gracias al buen ritmo proyectado en su edición, la música dinámica y las orgánicas actuaciones del elenco, nos hacen pasar no sólo un buen rato sino nos obsequian un bello análisis de lo que debería ser la búsqueda por una pareja adecuada, o mejor dicho, la transacción ideal de mutuo beneficio.

Ya que si quieres una aventura romántica un poco más sencilla y agradable, y subrayo poco porque viniendo del director Lasse Hallström, uno ya sabe qué esperar tras ver Hashiko, Safe Heaven, Querido John, entre otros. Así que también podrías derramar un par de lágrimas con El Mapa Que Me Lleva a Ti (The Map That Leads to You). Que puedo decir, soy un bebé llorón cuando se tratan de corazones rotos o despedidas dolorosas.

Desconozco que tan fiel sea a la novela de J.P. Monninger, y al igual que Mi Año En Oxford, la crítica especializada ha sido dura y puedo entenderlo por la falta de una dirección por así decirlo, y es que la primera hora se siente como un documental por la libertad en la que se desenvuelve en donde se nos introduce a Heather y sus amigas haciendo un viaje por Europa antes de regresar a su casa a iniciar su vida laboral.

Por obra del destino, Heather conoce a Jack y decide acompañarle en su travesía por seguir los pasos de su bisabuelo mediante su diario, por lo que juntos visitan esos hermosos lugares hasta que un secreto oscuro pone en riesgo este romance. Esto a su vez nos da mucho de qué pensar con respecto a la libertad que solemos sacrificar por “conformismo”, “seguridad” y “en cumplimiento de las expectativas tanto nuestras como de nuestros padres”.

Sí, podría ser de esas películas que nos retan a cuestionarnos sobre nuestra vida y lo que verdaderamente queremos, lo que dejamos ir y a lo que nos aferramos. Al menos eso es lo que capté en la última media hora. Aunque no lo parezca, existe una gran evolución en nuestros protagonistas a pesar de sentirse com un drama juvenil cualquiera en su primera media hora. Eso sí, las locaciones fueron las mejores seleccionados.

Otro acierto es su ritmo porque nunca llega a sentirse cansada, aún más importante, son Madelyn Cline y KJ Apa quienes en sus respectivos papeles de Heather y Jack nos mantienen enganchados a cada rato por lo carismáticos que suelen ser al ejecutar sus diálogos. No tendrán la madurez de Chris y Dakota al ejecutar sus enfrentamientos, ni tampoco el director se atreve a quebrarnos la cabeza como lo hizo Celine, pero algo que podría compartir es la necesidad de darnos una lección sobre la libertad en la que las relaciones deberían desenvolverse. Sin planes de por medio y sin expectativas o demandas a exigir o exigirnos, sino con la confianza por delante y siempre manteniendo la esperanza de llegar a amar a alguien.

Hablemos de Alien: Earth - Episodio 4


Tal como su título lo describe, el cuarto episodio nos mantuvo en constante Observación de todo lo que se ha venido desenvolviendo con respecto a los híbridos, sintéticos y cyborgs. Por lo visto, los humanos seguimos cometiendo los mismos errores al permitir a la Corporaciones que se adueñen del Planeta Tierra el cual parece estar en gran peligro por los elementos impredecibles que representan tanto los xenoformos como el T. Ocellus.

jueves, 21 de agosto de 2025

Hablemos de Alien: Earth - Episodio 3


El retorno a las instalaciones de Nerveland en la Isla Prodigy comienza su proceso de Metamorfosis conforme se va disecando a cada unos de los protagonistas, incluyendo al famoso facehugger.

lunes, 18 de agosto de 2025

Weapons: Analizando La Hora de la Desaparición de la que nadie puede dejar de hablar.

 


No suelo ser de las personas que acude a los cines para asustarse con las películas de horror, pero dado el reciente estreno de La Hora de la Desaparición como que ha surgido mucho ruido en las redes sociales por quienes la han visto al manifestar una especie de ultimátum. Independiente de que la ames o la odies, no se puede negar que se ha convertido en un rotundo éxito al exceder de su presupuesto de $ 38 millones con lo que podría ser una suma final proyectada en los $ 300 millones globales.

Con una premisa que involucra la desaparición de todos los niños de un aula de clase, a excepción de uno quien es señalado como sospechoso en conjunto con su profesora. Sin verlo venir, este horror se torna en mitad misterio-detectivesco y mitad suspenso psicológico que a su vez beneficia las diferentes capas que rodean su estructura no lineal por tenernos siempre a la expectativa de conocer la hechizante verdad.

Desconozco si esté basado en un caso real tal como se nos narra en los primeros minutos, aunque no se puede negar que la posibilidad de serlo por el tipo de relato que nos cuenta. Además, una vez que unes las piezas de este desordenado rompecabezas, no dejarás de pensar en el trauma detonado tanto en las víctimas como en nosotros por lo depresiva e invasiva que llega a percibirse. Catalogada como comedia, nada de lo que vi me causa gracia en lo absoluto y puedo entenderlo, pero igual no es algo de lo que yo podría reírme por lo que implica.

En ese aspecto, debo aplaudirles la valentía por haber hecho lo que nunca creí que fueran capaz de hacer y con niños de por medio. Tan siquiera me siento aliviado de haber un cierre, eso sí, nada de lástima para el antagonista. De que es original y creativa, lo es y gracias al director, productor y guionista Zach Cregger. Vaya manera de mantenernos aferrados al asiento y con el corazón latiendo a mil por culpa de dos o tres tremendos sustos.

La ambientación oscura mezclada con los sonidos y la música nos tienen ansiosos a cada rato que se vuelve inevitable no cerrar los ojos. No obstante, resulta en vano la mayor parte del tiempo porque siempre te golpean cuando menos lo esperas. Zach tiene una habilidad nata para hacerte temblar antes de tiempo, y para sacarte el lado emotivo dada la pausada construcción en sus personajes quienes tienen que lidiar con el estrés y la pérdida.

Bastante ingenioso la crítica que hace hacía la escuela, del departamento policiaco y hasta los padres de familia. Tanto maestros, padres y policías deben actuar de acorde a las “reglas”, fuera de eso por más bondadosas que sean ciertos actos son considerados inapropiados y fácilmente manchan el carácter de uno mismo porque en este mundo ya no importa si lo que haces esté bien o mal sino mientras no vayas en contra de lo “estipulado” por la sociedad, compañía o gobierno.

Me sorprende que el tercer acto me haya puesto a pensar, tan así que me hubiese gustado tener más escenas sobre los sobrevivientes en lugar de sólo ser referenciados mediante diálogos. Me hubiese gustado saber el origen de esta maldad, su sobrevivencia o cómo era que estaba vinculada a esa familia en específico.

Efectivamente el caso de los diecisiete alumnos desaparecidos tiene principio y fin, pero no puedo evitar sentir que había mucho potencial para escarbar más en lugar de desenvolverse en la superficie a través de varios puntos de vistas haciendo un poco tediosa y lenta por repetir ciertos diálogos y acciones.

En lo personal, los relatos de Archer y Justine son los mejores al igual que el de Alex. Este trío de actores nos obsequian personalidades enriquecidas por sus conflictos internos. Mientras que el resto, no les va como debería en base a las tragedias que los envuelve y me temo que así fueron escritos, por decir que están carentes de complejidad y sólo sirviendo de paso para inyectarle acción a una trama generalmente calmada ante la escasez de lo sobrenatural.

Josh Brolin es estable como Archer lo cual no es nada nuevo viniendo de él, Julia Garner nos convence de su inocencia en su problemático papel de la profesora Justine y Cary Christopher se une a la lista de niños talentosos de este año en donde superan las expectativas porque interpretar a Alex Lilly fue un papel demandante tanto físicamente y psicológicamente hablando.

Alden Ehrenreich, Benedict Wong y Amy Madigan le echaron todas las ganas y estuvieron así de cerca de dejar su huella. El detalle fue la falta de un respaldo circunstancial para hacernos que nos importasen por lo desechables que terminan siendo al no ser el enfoque principal, que es ahí el aspecto negativo que yo podría darle. Entonces dividir el metraje en este caso benefició mucho más a los editores y directores por impulsarlos a ser creativos con su cinematografía.

Después de lo visto ¿cuál es la moraleja? Por ahí decían que era como un llamado visual a las balaceras que se han dado en las escuelas y cómo estas han afectado a los niños, maestros y padres al generarles traumas insuperables por así ponerlo. Eso me recuerda a la referencia de la ametralladora durante uno de los sueños por lo que si podría ser un llamado. Incluso se menciona el bullying infantil o la severidad de hacer el bien al ayudar a un alumno o incluso abrazarlo al considerarse una violación de la privacidad del menor. De esto sí que es interesante analizar por cómo se ha vuelto frívola la sociedad.

Más no lo veo por ese camino, ya que sólo se dice sin seguimiento, por eso me refiero a La Hora de la Desaparición como un espectáculo de horror psicológico en donde eres puesto a prueba al ver qué tanto puedes sentir y atreverte a ver, pero al igual que todas las películas, la decisión recae en ti. De haber sabido de antemano a lo que iba, no creo haberme atrevido a abrir esta puerta que me ha estado costando cerrar por no haber sido de mi total agrado como sucedió con Longlegs y Huye.

domingo, 17 de agosto de 2025

Comentario Especial de Thrawn: Treason (El Final del Legado Thrawn)


Concluimos con éxito el Legado Thrawn con el noveno libro titulado #Treason de las tres trilogías escritas por #TimothyZahn.

Ahora, sí es cuestión de esperar otro año y medio más para su directa continuación en la Segunda Temporada de #Ahsoka, o eso espero.

Entretanto, puedo decir que gracias a esta exploración literaria tengo una mejor comprensión sobre el papel que juega este Almirante tanto en el Imperio Galáctico como en la Ascendencia Chiss.

sábado, 16 de agosto de 2025

La Noche Siempre Llega (para Bien o para Mal)


 Desde que vi las dos primeras dos temporadas de La Corona, quedé fascinado ante la belleza, vulnerabilidad y fuerza que proyectaba la talentosa Vanessa Kirby como la Princesa Margaret.


A parte de sus participaciones llenas de personalidad en Misión ImposibleNapoleónEverest y me falta por verla en Los Cuatro Fantásticos donde se dice que termina por robarse la función lo cual no me extrañaría dada la tremenda capacidad en la que se desenvuelve esta joven actriz, por decir que siempre deja buenas cosas que decir al respecto y este drama callejero lo respalda de principio a fin.

Una mujer desesperada hace hasta lo imposible por tratar de recaudar dinero para lograr comprar la casa de sus padres y así evitar ser desalojados a la mañana siguiente. Sin embargo, líneas tendrán que cruzarse y eso la hará enfrentarse con un terrible pasado cuyo trauma ha permanecido acechándole desde los 16 años y que nadie en su supuesto círculo de amigos y familiares, parece preocuparse en lo más mínimo por su salud mental al considerarla un caso tóxico y sin solución.

Confieso que ni siquiera había visto los avances, ni me había enterado de la existencia de esta producción. Así que, ni idea de qué esperar al reproducirla. Solamente vi el nombre de Vanessa Kirby y con eso fue suficiente para correr el riesgo y vaya que no decepciona, al contrario, desde que inicia se nos bombardea con una realidad actual que es inquietante para cualquiera que se encuentran en dicha situación o ha sabido de alguien que está a punto de perder su casa por cuestiones económicas.

No es nada nuevo el asumir que cuando vemos a personas sin casa deambular en las calles, optemos por creer que es porque algo hicieron mal y por ende se lo merecen cuando la terrible realidad es que con la inflación y la inestabilidad económica del mundo, hoy en día cualquier podría verse envuelto en esta batalla para vivir ya no bien sino lo más decentemente posible con lo mal que son pagados los trabajos y el alto precio que uno tiene que pagar para comer.

Los primeros cinco minutos se nos introduce esta realidad capitalista y económica en la que se encuentra sometido cualquier país del mundo, y de ahí brincamos a Lynette quien está haciendo todo lo posible por cuidar a su familia, compuesta por su madre y hermano, y para cuidarla se ha puesto de objetivo usar el dinero de su madre y sacar un préstamo en conjunto para negociar la casa en la que siempre han vivido y así evitar ser próximamente desalojados.

Suena fácil, pero he aquí el giro en sí es que su madre siempre ha estado en contra de ella y sus ideas y debido a esta falta directa comunicación, sobre todo de honestidad, la madre la sabotea al decidirse por gastarse todo su dinero en un lujo suyo y he aquí orillando a su hija a volver a los malos pasos porque no conoce de otra manera para salir adelante. Es la única forma en la que ella ha peleado desde que tenía dieciséis años ya que su madre nunca se molestó en tratarla tras la huida del esposo.

Como productora y protagonista, Kirby nos presenta la mejor actuación de su carrera, en la piel de Lynette, cuya inseguridad se debe al pasado turbio en que se desenvolvió y he aquí su conducta tóxica impulsada por sus malas amistades y una madre ausente en toda la extensión de la palabra, pero siempre presente para regañarla y hacerle recordar la gran molestia que sigue siendo. En pocas palabras: Lynette es el saco de boxeo en el que todos se proyectan, se desquitan y pisotean para sentirse superiores.

“La amistad no tiene precio”, una frase que se lo dice su amiga “cercana” al negarse a devolverle su dinero prestado, ya que se ha vuelto en su misión aprovechar toda la noche para conseguir el dinero necesario para dar el enganche y así sacar el préstamo. Como siempre, sin el apoyo de la madre que al contrario, la presiona y obliga a que se haga cargo de su hermano quien lamentablemente tiene una condición que sólo complica aún más su situación porque pese a quererla, también la condena por sus acciones al no comprenderla a causa de su condición.

Y eso no es todo, durante esta travesía nocturna, uno de sus clientes sexuales la denigra, un supuesto amigo termina robándole y un proxeneta la condena con un violador como medio de justificación.

¿Y qué hace ella?

Ella hace lo que su madre dice que haría cualquier mujer, defenderse del peligro acechante, aunque tenga que cruzar la línea porque no le dejan alternativa, y es lo que en momentos nos hace que cerremos los ojos y esperar a que pase lo peor. En efecto, se necesita de mucha paciencia y estómago para procesar cada escenario de esta infernal noche de la cual deseamos jamás vernos envueltos.

La Noche Siempre Llega se presta para ser una moraleja de que pase lo que pase, para bien o para mal, podemos encontrar cierta claridad en esta oscuridad de la noche. Al igual que el día, la noche representa una oportunidad de encontrarle solución a los problemas, aunque no de la forma que muchos considerarían “correcta”.

Es fácil condenar esas acciones a simple vista, más se convierten en otra historia si nos vemos sumergido en estas, por decir que nos hacen cuestionar de lo prejuiciosos que solemos ser y de la doble moral que siempre cargamos a conveniencia. La terrible realidad a la que somos recordados es que solemos estar solos cuando más necesitamos de alguien, y si toda tu vida depende de malas relaciones y malas decisiones, lo más seguro es que dependerá de uno mismo salir adelante por más que te niegues a verlo.

Hay una escena justo al final entre Vanessa y Jennifer Jason Leigh, esta segunda interpretando a la madre, que nos dejan con la boca abierta. Estamos hablamos de un conflicto intenso entre madre e hija en donde ninguna de las dos puede ganar porque cada una está en su propio campo de batalla, y lo sentimos por Lynette porque siendo la hija, ser despreciada y abandonada por su madre es terrible de presenciar y más cuando su hija siempre la ha esperado. Ambas merecen la nominación por sus actuaciones, es que esta escena te vuela la cabeza y te hace sentir una montaña rusa de emociones.

En el pasado, Jennifer había tomado papeles odiosos pero aquí excede las expectativas al lucir su inmadurez y supuesta franqueza, más que nada es una idiota que se preocupa por su otro hijo pero que no parece estar al tanto de éste debido a la condición en que se encuentra, y ver como ya lo tiene todo solucionado para ella y su hijo, revelándole a su hija que se las ingenie ella solita, funciona para que Lynette luche por ella misma, en lugar de seguir desperdiciando sus esfuerzos en una familia que no la soporta.

Por más sencilla que parezca, este drama de 108 minutos es compleja e incómoda de ver a todo momento, pero gracias a la dirección de Benjamín Caro y a las estables actuaciones de las protagonistas y compañía, es una película que nos muestra una terrible realidad de la cual esperamos nunca vernos envuelto.