Tres años después de haber derrotado
al formidable Khan, el USS Enterprise se encuentra en su tercer año de
exploración cuando un altercado en la estación Yorktown los coloca en una misión
de rescate la cual se tornará en una intensa travesía por su sobrevivencia ante
el ataque de una fuerza del pasado.
Hoy en día existe mucho más competencia por mencionar a Star Wars: El
Despertar de la Fuerza, Guardianes de la Galaxia, Avatar y próximamente Rogue
One. Extrañamente Star Trek es una franquicia que ha estado perdiendo público
americano aunque ha estado compensándolo lentamente a nivel internacional.
Es extraño considerando lo geniales que fueron las producciones de
J.J. Abrams. En horabuena se requirió de otra mano y que mejor que la del
director Justin Lin quien no pierde el tiempo de inyectarle su vibra de
imparable acción y sublime humor. La formula de Rápidos y Furiosos 5-6 funciona
a la perfección en esta trama mucho más dinámica y diversa.
En un principio se opta por darle un giro a la estructura narrativa ya
que la tripulación es separada en dúos cuyas interacciones nos enganchan por no
haber sido exploradas en el pasado. La estrategia es sacar a cada individuo de
su zona de conforte y he aquí la clave por la cual esta tercera entrega se renovada con calidad.
A estas alturas del juego, se es necesario innovar y Simon Pegg supo
hacerlo al asumir el rol de guionista al lado de Doug Jung. Todos los
personajes sin excepción se crecen porque comparten el mismo tiempo en pantalla
y en primera instancia cuentan con su propio momento. Hasta las nuevas
adiciones hacen la diferencia.
Visualmente hablando la cinematografía y edición son de las mejores presentadas
debido al espectacular diseño de la estación Yorktown, el planeta Altamid cuyo
panorama enriquece los combates y ni se diga de la invasión en el Enterprise
porque es fácilmente la razón por la cual se vuelve relevante esta secuela.
Sirviendo como un homenaje a Leonard Nimoy, se toman el tiempo
necesario para mandarle una merecida despedida aunque por otro lado, Anton
Yelchin asume un rol protagónico al lado de Chris Pine que es difícil no evitar
sentirnos nostálgicos por tratarse de su última participación como Chekov y
vaya que logra un gran alcance. Sin duda será extrañado.
De por sí Pine es la base y al lado de Zachary Quinto, estamos
consciente de su brillante química que para variar se optó por emparejar a
Quinto con Karl Urban descubriéndose así una de las mejores interacciones.
Hasta Simon Pegg se torna serio por equilibrarse con la intrépida Sofia
Boutella.
Tampoco podemos descartar a John Cho y Zoe Saldana quienes podrían haber
sido llevados un poco al fondo quizás por Idris Elba, ya que éste tiende a
robar la atención y muy en especial durante el clímax. Su experiencia en escena
con Pine contagia la atmosfera de sentimentalismo, fuerza física y sobretodo
autocrítica.
En conclusión Star Trek: Sin Límites cumple con su título de no
frenarse en adrenalina y humor porque una vez que despega te enganchas al
instante y todo gracias a esta familia de actores y técnicos que han hecho lo
posible por mantener la esencia intacta pese a sus dos irremplazables perdidas.
Calificación: 4 de 5 estrellas
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