Cómo
adquieren peso ciertas películas con el paso de los años, y lo digo ante la
curiosa necesidad de haber vuelto a reproducir la comedia más taquillera del
año 2003 cuyo final ahora me resulta tan inesperado y poderoso a la vez por el
mensaje directo con el que nos golpea porque no sólo consiste en hacernos reír
con las excentricidades de Jim Carey como Bruce Nolan, sino logra que conectemos
con nosotros mismos a través de lo divino de una forma humanamente simple.
Justo
llevaba 15 años cumplidos cuando mi familia y yo fuimos a las salas de cine para
ver la película que mi hermano literalmente se moría por ver. Desconozco si
todavía siga siendo fan de Jim Carey, en víspera de que sus gustos ya no son los
mismos de hace 21 años. Y es que ciertos héroes dejan de ser héroes conforme
uno atraviesa las distintas fases de la vida. Llamémosle “madurar”.
Algo que
me llama la atención es que no recuerdo a nadie quejarse de que Morgan Freeman
haya interpretado a Dios. Quizás la ausencia de las redes sociales haya sido el
factor beneficiario. Sí que hecho de menos esos días en que la opinión era más
tolerable; en donde no cualquiera tergiversaba la opinión por conveniencia y
que el miedo a expresarte no fuera destructora de carreras y hasta de vidas.
Bruce
Todopoderoso pudo
librarse de este confuso tormento, operando no sólo como el retorno de Jim Carey
a su zona de conforte, considerando sus éxitos de Mentiroso, Mentiroso y El
Grinch, producciones que sin duda tendré que revisitarlas, sino que este pedazo
de entretenimiento sobresale por el enganchador mensaje que hace que esta
comedia ponga los pies en la tierra al adquirir una carismática seriedad en su
narrativa. En otra palabras, demostró tener corazón después de todo.
Fácilmente
una trama familiar que cualquiera podría identificarse con el protagonista y
más si se encuentra en una mala racha, en donde nada más no puedes conseguir un
maldito respiro. Adversidad tras adversidad, quedándote en el estancamiento
mientras las personas a tu alrededor ascienden a lo bestia. Parte de la vida,
me temo.
Por
tanto, qué levanté la mano aquel que en algún momento criticó a Dios por sus
desgracias e injusticia, yo sin duda la levantaría porque es inevitable que no
lleguemos a sentirnos como se sintió Carey al interpretar a Bruce. Es bastante
normal enojarnos con nuestro creador y de plano exigirle, es parte de la
naturaleza humana y el director Tom Shadyac estaba consciente de ello, así que
un buen aplauso por cuidar el tono.
En ningún
momento me pareció ofensiva, aunque puede que lo sea con un par de escenas ante
la realidad actual. Lo importante a resaltar es la frase de Tú sé el milagro,
que cuando Bruce descubre que no es tanto pedir o ver un milagro, sino en ser ese
milagro. Con ser uno mismo, andar en buenos pasos y optar por ser siempre una
buena persona es suficiente para percibirse como un milagro.
Una madre
soltera que tiene dos trabajos y aún tiene tiempo de llevar a sus hijos a los
juegos de futbol, ese es un milagro, un joven que dice no a las drogas y sí a una
educación, ese es un milagro. Y estando consciente de lo dura que es la vida,
es difícil encontrarnos con tales milagros y cuando los encontramos incluso en nosotros,
ni cuenta nos damos porque no sabemos valorarlos.
Por eso
es importante valorar lo que haga uno por más simple que parezca y disfrutarlo
por algo eres quien eres, y con eso basta, aunque tu don sea hacer reír a los
demás: es igual de importante que otros logros prestigiosos. Parecerá extraño
que haya decidido hablar sobre esta comedia y su final por ser extraña en comparación
con los demás títulos
Cabe a
destacar la involucración de Jennifer Aniston, quien apenas comenzaba a aventurarse
en el mundo del cine. En el papel de Grace Connelly, me fascinó verla fuerte en
cuestiones de seguridad, creencia y fe. Inclusive Steve Carell despegó gracias
a la escena en donde pierde la compostura, volverla a ver me hizo que me
doliera el estomago porque ni idea de cómo lo logró.
Para
personalizar a Dios, Morgan Freeman fue convincente y más por la química
compartida con Carey, que en momentos nos conmovían y en otros nos robaban una
carcajada. Yo creo que cualquiera que recibiera el puesto de Dios, se
comportaría como se comportó Bruce al principio, e inevitablemente nos
toparíamos con el asunto del libre albedrio.
Lo de la
luna, Carey desvistiéndose en segundos, el perro en el excusado, los orgasmos
en Grace y la contestación a las oraciones resultaron secuencias creativas e
impactantes de ver que hasta la fecha se puede analizar desde varios sentidos y
situaciones. Concuerdo en que nadie sabe lo que realmente quiere y quizás por
esa misma razón, no recibimos lo que quisiéramos recibir y por otra es que no
sabemos pedirlo. Siendo peor, no reconocer algo bueno, aunque lo tengamos
enfrente de nosotros.
El
reportaje de la Galleta me agradó mucho como el reportaje final, la travesía
por la que pasó Bruce en compañía de Grace y Dios resulta demasiado sólido
viniendo de una “simple comedia” para pasar el rato, viendo que no sólo pasas
el rato sino se aprende a no querer un milagro sino a ser un milagro y, por
tanto, necesitaba verla para recordarlo y jamás olvidarlo.
Habiendo
recaudado $ 484 millones de dólares a nivel mundial de un presupuesto de $ 81
millones, me da gusto que haya logrado haber hecho historia durante su
lanzamiento en Taquilla. Películas como estas son muy raras de ver por lo que
pase lo que pase, siempre la tendremos disponible en el catalogo de Disney, o
eso espero de ello.
En cuanto
a Evan Almighty, la secuela fue decente en parte por Steve Carrell, quien hizo
lo que pudo con lo que tenía al igual que Shadyac al retomar la dirección.
Entiendo que el mensaje iba encaminado a la política, pero me temo que la
chispa se había esfumado para entonces por desenvolverse como una reinvención
moderna del Arca de Noé.
Difícilmente se podría identificarse con Evan Baxter viendo su repentina
transición de reportero a congresista, por lo que la formula no le brindó el
éxito que el estudio anticipaba a pesar de haberse duplicado los recursos dado
el presupuesto de $ 175 millones. Tal parecía se trataba de un riesgo que no
debió correrse en primer lugar.
En fin,
lo hecho está hecho y digan lo que digan, Bruce Todopoderoso sigue siendo igual
de importante y todo gracias a poderlo verlo y procesarlo por lo que es, una
comedia sofisticada que intenta hacernos aspirar a ser el milagro. Lo subrayo
porque esa frase le da otro sentido a la película, la hace ponerse seria y
entrar en razón sobre nuestra identidad y nuestra forma de desenvolvernos en
nuestra comunidad.
Bueno, espero y esta entrada haya sido una agradable sorpresa en comparación con lo esperado, porque de seguro no esperaban que considerara a Bruce Nolan interactuando felizmente con la comunidad como lo haría cualquiera que se sintiese milagroso. A caso ser nosotros mismos, no es lo que quisiéramos ser alrededor de las personas. Así que si es un final que le hizo cobrar un sentido de propósito a Bruce Todopoderoso y la hizo cruzar a la seriedad absoluta para que nosotros pudiéramos validarla y aprender algo al respecto sobre lo que creemos que queremos.
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