Cada uno de nosotros tenemos nuestra selección de películas a maratonear en cada temporada navideña, películas de las cuales nunca nos cansamos de ver. Incluso han estado presentes desde que éramos niños y lo siguen estando ahora en nuestra adultez y posiblemente en la vejez, por más nervios que nos produzca el solo hecho de pensarlo.
La vida es dura con uno mismo y más cuando el año está por acabarse, porque nos pone a cuestionarnos sobre quienes somos, qué hemos hecho y como afecta o beneficia lo que sucede a nuestro alrededor. Es inevitable, lo digo por experiencia propia y seguramente algunos coincidirán en mis palabras y si no es así, será después porque sólo así es como maduramos.
Lo que trato de decir es que las películas navideñas nos ayudan a calmar nuestra agonía, a través de estas podemos regresarnos en el tiempo y valorar todo lo que hemos aprendido y avanzado. Por más mínimo que sea el conocimiento o la sabiduría alcanzada, es más que suficiente para darnos cuenta de que no somos el mismo de ayer, y aunque estemos aún lejos de convertirnos en la mejor versión posible, la esperanza se mantiene firme gracias a esos relatos que nos han marcado para bien.
Algunos podrán coincidir conmigo y otros, no en lo absoluto. Es cuestión de gustos y de vivencias, y por tanto quisiera compartirles aquellos títulos que han dejado huella en mi vida desde que tenía nueve años aproximadamente. Espero y sean de su agrado conforme las comento y les comparto la enseñanza que me han dejado para mi desarrollo personal.
Todavía era muy pequeño para haber disfrutado Mi Pobre Angelito (Home Alone), un clásico que cada niño experimenta porque no puede pasar desapercibida. Recuerdo bien aquellas duras palabras que le dice Kevin a su madre de que quisiera vivir solo y no tener a su fastidiosa familia. Espero y no haber sido el único niño en haberlo deseado y es que me identificaba con ese conflicto del hermano abusivo. Ahora me rio y hasta nostalgia me trae de sólo recordarlo, pero como detestaba que se burlaran de mí y que nada más no encajaba con mis primos, hasta el grado de mejor pasarla con los adultos porque solía disfrutar las charlas de mis tías. En cuanto los ladrones entran al ruedo y Kevin se las ve durar al darse cuenta de que no sólo extraña a su familia sino la necesita para sobrevivir y relacionarse.
De lo contrario, la vida de un niño es totalmente aburrida y sólo es cuestión de hablar con firmeza, darse a valorar y aprender a tolerar. Así que no sólo se trata de un relato de un niño encerrado en casa haciendo travesuras, sino es la encrucijada de un niño que demuestra valentía, adquiere conciencia y se torna honesto al expresar sus emociones. Sin olvidarnos del amor de una madre por hacer todo lo necesario para regresar con su hijo a causa de un error que cualquier padre pudiera cometer incluso ahora con tanta tecnología. En cuanto a la segunda, es prácticamente lo mismo sólo por el cambio de escenario, aún así se agradece que hayan mantenido la formula y el mensaje.
Ah y cómo olvidarme de El Grinch, la adaptación del aclamado cuento de Dr. Seuss en manos de la inesperada mancuerna de Ron Howard y Jim Carey. Llevado de una forma en que no sólo enganchara a los niños sino también a los padres por adentrarse en temáticas maduras y oscuras sin dejar a lado el toque familiar y la importancia de lo que representa la navidad.
A parte de identificarme con ese odio que tenía nuestro peludo verde, se cumple el propósito de calentarnos el corazón y de verle el lado bonito a las cosas por más incomprensibles que estas parezcan. En efecto no deberíamos de juzgar a las personas ni mucho menos encasillarlas.
Aprendí a mejor seguir el ejemplo de Cindy Lou al investigar las razones que condujeron a esta criatura en volverse en un misántropo, malhumorado y ladrón. Es importante no generalizar sino comprender, cuestionar y ver en nosotros qué es lo que podemos hacer para ayudar a nuestro prójimo por más odioso que nos parezca. Sí, el humorista Jim Carey estuvo perfecto como era de esperarse pero debo colocar por encima a Taylor Momsen al lograr posicionarse como el corazón de esta conmovedora fantasía que termina por sentirse real.
Corríjanme si me equivoco, pero creo que la única película navideña que ha hecho Arnold Schwarzenegger ha sido El Regalo Prometido, y apenas descubriendo la involucración de Chris Columbus, ahora reconozco su mano de obra. Como quisiera regresar en el tiempo y advertirle al pequeño Jake Lloyd, que su vida sería tan dura después de La Amenaza Fantasma.
Y es que en algún momento estuvimos bajo esa manía de pedirles a nuestros padres lo inalcanzable sin tener la menor idea de las locuras en que se tenían que meter o siguen metiéndose con tal de conseguir ese regalo prometido. Además de haberme divertido y hacer una sátira de lo que hoy se refiere como las compras de viernes negro, comprendí que vale más el esfuerzo de un padre que el objeto de nuestro deseo, y pese a tratarse de un juguete, la mente adulta sabe que puede adquirir diferentes significados y el que Jamie haya decidido en obsequiarle ese cotizado Turbo Man al contrincante de su padre, me ayudó a reconocer lo duro que era el trabajo de los padres, y que su resultado no se puede medir en regalos o juguetes, sino en sus acciones y fortaleza.
Sin duda, esto me recordó al batimóvil que pidió mi hermano cuando Batman Regresa se encontraba en cines. Otra película de contexto navideño, sin querer queriendo, lo recuerdo como si fuera ayer porque en esa navidad nos contó que tuvo que ir a todas las tiendas de San Diego hasta finalmente conseguirlo. Gracias a ello, le bajé unas rayitas a mi superficialidad.
Seré honesto y confesaré que no he sido amante de La Santa Clausula, han pasado treinta años y sigue siendo un referente cultural que no puede faltar en cada navidad y más al producirse temporadas en Disney Plus, lo cual hubiese deseado que no pasará de la tercera. De que entretiene, entretiene, pero como el niño adventista que algún día fui, digamos que yo veía mal esa creencia americana, lo cual cambió en definitiva con La Santa Clausula 2 al considerarla la mejor de la trilogía por haberme hecho conectar con mi niño interior y entender que a veces uno tiene que escuchar de verdad.
Lo menciono porque Scott estaba tan preocupado por permanecer como Santa que ignoró por completo que su hijo se encontraba lidiando contra su sombra y que lo importante aquí era escucharle y ayudarle a conectar con él. La navidad (disfrazada de trabajo) pasó a segundo plano, como siempre debería ser al tratarse de la familia.
¿Qué puedo decir de El Expreso Polar? Resulta imposible no amar el regalo visual de Robert Zemeckies y Tom Hanks. Hasta la fecha siempre se me quedó grabado la frase de que las personas que no creen en fantasmas han estado en presencia de estos mientras que los que creen nunca han podido verlos. Tal vez sea algo abstracto.
La clave radica en el cascabel que el niño recibió como primer regalo de Santa Claus, ya que le llega a uno cuando narra que con el tiempo la familia y sus amistades dejaron de escuchar, a lo que yo entiendo como el paso de la niñez, el sonido es la imaginación con la que nos desenvolvemos de pequeños antes de perderla con la adultez.
Siendo la realidad de que por más grandes que seamos, siempre podremos recurrir a nuestro niño interior y simplemente creer, no sólo en la navidad, Dios sino en lo que uno quiera. Actualmente me encuentro lidiando con la terrible verdad de que jamás volveré a ser un niño, pero lo irónico de esto es que lo sigo siendo, el detalle es dejar de pensar y sólo abordar el tren hacía el polo norte con la mente en blanco.
Klaus, la animación sorpresa de Netflix y nominada al Oscar, retomó la leyenda de Santa Claus y le dio un giro inolvidable al mostrarnos como uno puede hacer la gran diferencia en un pueblo abandonado en espíritu y convivencia. Lo importante aquí es centrarnos en los niños, ya que por naturaleza son los únicos capaces de hacernos sonreír y no son tan difíciles de convencer porque con un objeto de madera, es más que suficiente para tocarles el corazón y que ellos nos los toquen a nosotros también.
Mis respetos para el español Sergio Pablos, y aunque al principio me rehusaba a verla, terminé viéndola al descubrir su nominación como Mejor Película Animada y vaya que debió haber ganado esa categoría. Fue irónico haberla visto a finales de Enero, pero todo sucede a su tiempo por más ilógico que suene.
Confieso que en ocasiones desearía pasar la Navidad a solas, sin nadie ni obligaciones, y sí es posible lejos de casa, en plenas vacaciones. Me declaro culpable y es por ello que me proyecto en Una Navidad de Locos. Además de hacerme carcajear, Tim Allen y Jamie Lee Curtis comparten una grandiosa química conforme intentan llevar a cabo un viaje en plena festividades evitando así ser anfitriones de la gran cena, no obstante, en un giro de eventos su hija siempre si decide pasar la navidad obligando a los Kranks de reconciliarse con el pueblo para sacarlo adelante.
Me gustó que al final la Sra. Krank le diga al Sr. Krank que quizás el próximo año podrán llevarlo a cabo tras enterarse de que su egoísta esposo optó por regalarles sus pasajes a su vecino Walt y a la esposa de este, Bev, cuya navidad podría ser la última por estar gravemente enferma. Es en esta escena donde pude comprender lo importante que es estar atento de aquellos cercanos a nosotros, tanto en distancia como en parentesco y amistad. Sí está en nuestro poder, hacer algo por ellos, por más mínimo que se pueda, adelante, es bueno de vez en cuando no sólo pensar en uno mismo. Mensaje que puedo ver reflejado en las comedias de Christmas Vacation y Cuatro Navidades.
Ver a los Griswolds celebrar la navidad de una forma caóticamente divertida que hasta el S.W.A.T. les cae por haber secuestrado al jefe de Clark dado que se rehusó a darles el bono navideño a él y a todos sus empleados. Es más que evidente que a veces no nos queda más que aguantar a nuestros primos, tíos, sobrinos… y es que a veces los quieres ahorcar pero algo que debo destacar es que sin importar lo que sintamos, siempre tenemos en nosotros la tolerancia de recibirlos con los brazos abiertos y ellos por igual responderán al llamado como se visualiza en esta comedia que por un segundos se torna drama.
Por otro lado, doy gracias de que mis festividades no tengan que partirse en cuatro como sucede en Cuatro Navidades. A pesar del humor negro, lo sobresaliente es la capa de emociones que se desenvuelven al mirar en el interior de esta pareja cuyos traumas y sentimientos reprimidos van saliendo a flote hasta el grado de romper la barrera al convivir con las distintas familias de sus padres y madres.
Tanto Vacaciones como Cuatro, ambas dan por hecho que la familia lo es todo, en las buenas y en las malas tanto con ellos como con nosotros mismos, es necesario ser transparentes con aquellos que siempre han estado desde que llegamos a este mundo, lo cual me lleva directo a La Joya de la Familia.
En donde una madre oculta su más grande temor y es el bienestar de sus hijos al estar consciente de que no pasaría otra navidad con sus ellos, por lo que esta historia se caracteriza por resentimientos, discriminaciones, rechazos, redescubrimientos y crisis existenciales que cualquiera podría identificarse con cualquier integrante de este estelar elenco. El amor de una madre está bien representado en el protagonismo de Diane Keaton como Sybil, consolidándose como la Joya de esa Familia porque es así como cada madre debería percibirse y no sólo en esta temporada.
Ah y quizás Nicolas Cage si tenga lugar en esta fechas todavía porque me es inolvidable no acordarme de Hombre de Familia ¿Será que perseguir los sueños impliqué sacrificar el hacer una familia con la persona que amas en el mundo?
No lo vería de ese modo, pero lo que amó de este drama familiar es que ponga en alto a los hombres y mujeres de familia, padre o madre, no hay absolutamente nada malo en compartir un matrimonio humilde. No se necesita de trajes, mansiones o carros para ser feliz, podrás carecer de bienes, pero mientras goces de salud y de la compañía de las personas a quienes amas, eres mucho más millonario y afortunado de lo pienses porque hasta las personas más ricas del mundo, pueden llegar a sentir envidia del más “pobre” y lo digo entre comillas.
A todo eso, hay dos dramas que son de ley reproducir cada año o eso intento porque lo que falta hoy en día, es tiempo. Curiosamente, una supera a la otra o viceversa, dependiendo del humor en que me encuentre. Nunca me canso de ver El Descanso, y quien diría que Jude Law, Kate Winslet, Cameron Diaz y Jack Black podrían formar parejas de una forma extraordinaria y eterna.
Siempre lloró cuando Amanda Woods corre para reencontrarse con Graham Simkins tras haber derramado una lágrima. Cuando ambos están con las niñas, me rio sin parar al igual que la escena de la Blockbuster en donde Miles le canta a Iris. Ah esos tiempos cuando trabajaba en esa tienda de videos…, ni se diga del cameo de Dustin Hoffman, no tiene precio.
El respeto hacía las personas mayores, y la importancia de darse uno a valer a través de los ojos de Amanda y Kate no pasa desapercibido y se convierte en medicina para el alma. El empoderamiento, la locura y la honestidad, factores que sin duda deseo y trato de contagiarme cada que reproduzco esta comedia romántica de Nancy Meyers. Es como si fuera ayer cuando la vi en los cines, justo iniciando el 2007. Tan Inolvidable e insuperable como la obra inmortalizada de Realmente Amor.
21 años no han pasado en vano ya que estoy seguro que cualquiera la sigue teniendo muy presente y si no, tarde o temprano se van a topar. Es ingenioso ver a famosos que aún eran desconocidos en ese entonces, y es que lo mejor es que todos sin excepción llegan a ser de tu agrado. Bueno, a excepción de uno que otro que podríamos llegar a detestar. Que en paz descanse Alan Rickman, una pena no tenerlo más con nosotros.
A quién no le ha vuelto loco el bailecito de Hugh Grant, cuando era el galán a diferencia de lo odioso que se ha vuelto al cambiar de roles. Liam Neeson con el pequeño Thomas, a cualquiera nos derrite el corazón durante el acto final. Un niño también puede enamorarse, claro que sí, hasta los dobles de sexo y ni se diga del escritor y la limpiadora de casa que solamente a través de sus miradas pueden lucir lo que realmente sienten el uno del otro.
Y por supuesto que la sonrisa de Keira Knightley puede enganchar al protagonista de The Walking Dead. Aquella boda con la canción de Los Beatles, me parte el corazón y vaya que anhelo tener algo así en el futuro. Y decirle al amor de tu vida lo que significa para ti mediante carteles, correspondido o no, tiene mucho valor y mérito el tan sólo exponerte. Porque cuando se trata de Amor, realmente amor, lo mejor es no quedarse callado sino decirlo a los cuatro vientos y expresarlo con toda el alma. Es lo más bonito que hay, lo que sana heridas y pone fin a las guerras incluso antes de desatarse.
En conclusión, esto es todo lo que me han enseñado las películas navideñas conforme las empecé a ver desde los nueve años. Llámenme cursi, no me avergüenzo porque es bueno serlo. También sensible, si eres de los hombres como yo que lloran con una buena carta o una buena película, adelante, no hay nada más bello y transparente en esta vida que dejar fluir nuestros sentimientos. Es mil veces mejor enamorar a alguien que ignorar o peor aún lastimar.
Seré Grinch la mayor de las veces, pero mi corazón siempre se me derrite conforme recuerdo el pasado de aquellos escenarios nostálgicos que me regalaron estas adaptaciones navideñas que por siempre cargaré en mi mente y corazón, por estar vinculadas a mis demás vivencias y sobre todo a mi familia.
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