![]() |
Actualmente se encuentra participando para el Desafío Peliplat Agosto 2025. Les agradecería su apoyo con puntos de luz en el siguiente link: https://www.peliplat.com/es/article/10072854/la-inolvidable-kate-leopold-entre-risas-y-reflexiones |
Hace un par de días me encontré con el reestreno de Kate & Leopold mientras navegaba la plataforma de Netflix, y de inmediato fui invadido de una nostálgica alegría al hacerme retroceder 21 años en el tiempo, justo cuando era un adolescente inseguro y soñador que se encontraba en la búsqueda de encontrar el amor verdadero mientras me enfrentaba a los horrores de cursar la secundaria.
Hablando de aquellos viejos tiempos en donde no existían las redes sociales ni los teléfonos inteligentes, aquellos en los que la gente se miraba a la cara al momento de dirigirse a ellos para conversar y el entretenimiento no era tan genéricamente saturado como lo tenemos hoy en día. Por decir que los estudios se preocupaban más por la calidad que la cantidad y que hasta el tiempo nos sobraba para estarlas viendo una y otra vez sin la presión de estar al tanto de todo lo que se nos arroja y de dudosa calidad.
En esos años creía era un creyente del amor verdadero, y es que en mi defensa, había crecido con las animaciones de Disney y las comedias románticas de Julia Roberts. Entonces, recuerdo lo mucho que a mi madre le gustaban las películas de Meg Ryan, y con Hugh Jackman a su lado tras haberse dado a conocer en X-Men en el 2000, resultó inevitable no acompañarla a verla y para mi sorpresa, esta comedia romántica terminó siendo un drama de ciencia ficción cuyo equilibrio entre risas y reflexiones redefinieron mi concepto sobre el amor a través de la autenticidad, el sacrificio y la honestidad.
Por eso no me extraña que hoy en día esté escalando el Top 10 de las películas más reproducidas por lo avanzada que se encontraba durante su lanzamiento en el 2001, lo digo por terminar siendo un fracaso comercial al sólo recaudar $ 76 millones de dólares a nivel mundial de un presupuesto de $ 48 millones. Sólo era cuestión de tiempo para que se volviera un fenómeno cultural y era de esperarse teniendo como guionista y director a James Mangold.
Difícil de creer, pero el nominado al Oscar por Logan ya había trabajado con Hugh mucho antes que The Wolverine. De hecho, su carrera se disparó con Inocencia Interrumpida hasta consolidarse con Ford v. Ferrari y no se diga de la reciente Un Completo Desconocido. Un dato curioso y es que su filmografía se destaca por almacenar 23 nominaciones a los Premios de la Academia de los cuales, cuatro han obtenido una estatuilla. Y es que los actores son los grandes beneficiados de sus proyectos por el excelente tratamiento que les proporciona para que brillen tal y como fueron descritos.
Ahora entiendo la calidad en esta historia que nos presenta Mangold porque está lejos de resultar empalagosa como me di cuenta tras volverla a ver ahora como un Señor. A decir verdad, ha envejecido lo bastante bien y todo gracias a la dirección de arte, cinematografía y vestuarios de ambas épocas en la que se desenvuelve. Para nada trata de pasarse de lista, ni hace quebradero de cabeza para hacernos entender sobre la existencia y mecánica de este agujero en el tiempo. No se trata de justificar sino de seguir con la marea y dejarse llevar por este encantador sueño que se vuelve realidad frente a nuestros ojos en sus 118 minutos de duración.
Todo comienza cuando Leopold Alexis Elijah Walker Thomas Gareth Mountbatten se fija en Stuart Besser, un físico aficionado que ha logrado llegar a su Nueva York de 1876 a través de un portal temporal, y lo sigue al Puente de Brooklyn con la intención de “salvarlo” y por obra del “destino”, Leopold es jalado al año 2001 donde su mundo gira 360 grados al conocer a Kate Mckay, una mujer cínica, ambiciosa, moderna y trabajadora con quien entabla una relación que termina por redefinirlos conforme sus creencias y culturas chocan.
Hugh Jackman es todo un caballero en su papel de Leopold. Tanto carisma como elegancia juegan a su favor ya que le impiden que tropiece en lo caricaturesco. Incluso, es muy bonito ver sus actos de caballerosidad y buenos modales hasta el grado de extrañarse la ausencia de estos gestos amables. Digan lo que digan, yo hasta la fecha sigo abriéndole la puertas a la mujeres, les cede el asiento en los camiones, siempre me colocó del lado de la calle cuando las acompañó y de preferencia me hago a un lado cuando tiene que pasar. No pasa que me gané una que otra mala mirada, pero es que es muy bonito darles su lugar y mostrarles ese respeto que se merecen.
Y es que es triste que los buenos valores se hayan perdido como la importancia de defender el honor de las mujeres. Claro que entre líneas se puede criticar el machismo tal como se percibe directamente en la cita de Kate con su jefe. Lamentablemente en esos años estaba normalizado pero Mangold logra subrayarlo a través de Leopold al referirse a la carrera de investigación de mercado de Kate como una buena afición para la mente femenina. Me fascina como ella no le da importancia a este línea fuera de contexto, que a su vez funciona para conscientemente aterrizar a Leopold en esta nueva realidad a la que tiene que enfrentarse y adaptarse.
Todavía peor lo que le dice el jefe a Kate sobre ser un hombre que entiende a las mujeres, pero no ser en realidad una de ellas al buscar cortejarla. Esto podría tratarse de acoso laboral, y lo interesante es la forma discreta la que se desenvuelve Kate al rechazar la defensa de Leopold por darse a valer porque por sí sola, Kate representa a una mujer capaz de decir NO de forma educada sin ocasionar escenas que pongan en riesgo su futuro laboral por encontrarse en desventaja en este mundo de hombres. Aún así, se retira con gracia y tranquilidad, siempre con la frente en alto y su humildad por delante.
Entre que la primera hora nos hacen reír con el comportamiento de Leopold al enfrentarse a Kate tras serle advertido como una chica peligrosa. También como olvidar esas poses de no dejarla pasar al departamento de Stuart con tal de recuperar su tableta, o rehusandose a recoger las cositas del perro. No se diga del melodrama por quemársele el pan en el tostador o sintiendo temor ante la música roquera y la televisión para enseguida ponerse serio al invitar a Kate a una cena en su azotea mediante una carta de perdón que fácilmente nos roba el corazón.
Es ahí donde las vidas “establecidas” de Kate y Leopold giran al interactuar y dejarse llevar en la realidad opuesta de cada uno de ellos. Leopold es de gran ayuda para impulsar la carrera de Kate al usarlo para el comercial de la mantequilla en donde la autenticidad nos pone a reflexionar al observar a Leopold rechazar el comercial por resultarle asqueroso el producto a vender, en este caso la mantequilla disque saludable.
Hablando de un caso de integridad, Kate, como toda una profesional, lo pone en su lugar al decir que ella no es un Duque, no nació con privilegios y no hay nadie que le entregue las cosas en bandeja de oro por lo que sí tiene que aguantarse, lo va a hacer porque así es la vida laboral y tal parece lo sigue siendo mientras no tengamos otra forma de ganarnos el sustento. Un hecho que ignoraba Leopold al suponer tenerlo todo excepto el amor como deseaba tanto conseguirlo al rechazar a todas las herederas recomendadas por su tío por ser floreros en lugar de las protagonistas de sus propias vidas.
Previo a eso, me gusta la espontaneidad y simpatía en la que Meg Ryan posiciona a Kate, siempre de buen humor y de una belleza delicada tanto en su interior como en su exterior. Fuerte al no dejarse intimidar por los hombres e inteligente al pelear sus propias batallas. Trabajadora y una líder audaz que sobresale en el mundo de los hombres y que cuyo trabajo le consigue el ascenso por mérito suyo y no por ese bufón al que se refiere Leopold al querer convertirla en una zorra, haciendo referencia a su contexto social de 1876.
Leopold ya se había resignado a la creencia del amor verdadero cuando Kate le llega de sorpresa para cumplir con su destino de quedarse con éste en su época. Lo sé, muchos dirán que es una pena que haya sacrificado su sueño de ser jefa de su departamento por un hombre, pero siendo honestos, no era en sí su sueño porque feliz no estaba en ese trabajo y nunca lo estuvo ni con ella misma tras desperdiciar “sus mejores años de vida” con Stuart quien se torna serio al final al decirle que quizás su relación sólo fue para conducirla con Leopold. Hablando de verle el lado amable a las cosas y es que a veces las cosas pasan por alguna razón que no llegaremos a comprender del todo.
Y hablando de Stuart, al igual que Leopold, Liev Schreiber nos proporciona un par de risas genuinas como cuando en pleno discurso empieza a reírse del alcalde al pronunciar erección en lugar de elección. El asunto con el perro y el collar en el apartamento como el elevador no tuvieron precio y es que entre el caos verlo interactuar con Meg de forma cómica e irónica para al final ponerse serios, es bastante dulce y agradable. De hecho, la escena en donde está en el manicomio, refiriéndose a este como el perro que vio el arcoíris casi me hizo llorar por ser un monólogo pronunciado desde el corazón en donde la ficción llegó a sentirse tan real que el giro con las fotos termina por vendernos esa fantasía, o gusto culposo.
“Tal vez y todo este asunto del amor sea la versión de Santa Claus, un mito impuesto desde la niñez y la razón por la que seguimos comprando revistas, uniéndonos a clubes, haciendo terapias o viendo películas exitosas con canciones populares endulzando los montajes de amor y todo esto en un intento patético de explicar porque nuestro adorable Santa sigue atorrándose en el elevador”. Sin duda, estamos ante un diálogo así de profundo en una supuesta comedia romántica.
Y qué importa que el rescate a caballo en el parque sea cursi como ver a Kate y Leopold bailar el vals nupcial con una música tan preciosa, y sin saber el futuro que les depara a ambos ante este nuevo amanecer. Está bien ser un poco cursi y soñar en esta clase de amor porque es así como Kate & Leopold transiciona de fantasía a realidad por la seriedad que se desprende en su narrativa gracias al buen uso que se le da a sus escenarios mediante la ciencia ficción dentro de las posibilidades.
Entre risas y reflexiones, me atrevo a dirigirme a Kate & Leopold como una historia de amor inolvidable y por ende me resulta importante compartir este humilde análisis con ustedes por lo encantadora y entretenida que es ver a estos protagonistas lidiar con los problemas a los que seguimos nosotros enfrentándonos en esta actualidad.
“En teoría, si viajas al pasado en el futuro, entonces tu futuro se encuentra en el pasado. Esta es una imagen de ti en el futuro, en el pasado”.
Ahora bien, recuerden que esta frase cobra sentido si se atreven a llevarla a cabo desde la mente, es así como podemos visualizar el valor de nuestros sacrificios hasta el punto de reconocer nuestra autenticidad y compartirla a través de la honestidad, sin olvidarnos de sonreír en caso de que nos cueste reírnos de las cosas incluso más sencillas como se nos refleja en las miradas eternas de amor entre Kate & Leopold.
No hay comentarios:
Publicar un comentario