La vida parece tan sencilla y fabulosa para la familia de los Roses quienes de repente se ven envueltos en una guerra al invertirse los roles de casa, colocándose la ambición por encima del romance hasta el grado de detonar literalmente en llamas y todo por no hacer a un lado su ego en lugar de enfocarse a escuchar y solucionar sus propios.
Ah, y yo que esperaba encontrarme con una linda y divertidísima historia que me ayudara a desestresarme de la terrible semana de la cual no parecía salir. Mmm, confieso que me tomó trabajo relajarme por la terrible sorpresa que me azotó justo cuando la función estaba a media hora de comenzar, así que, vaya forma de sumarle ansiedad a la ansiedad viendo cómo esta comedia oscura yacía demasiado lejos de ser una dulzura.
Eso me pasa ante mi ignorancia, poco sabía de que la novela en la cual está basada había lanzado ya una versión cinematográfica en 1989 con Michael Douglas, Kathleen Turner, Danny DeVito y Sean Astin. En esta ocasión fue el turno de Benedict Cumberbatch, Olivia Colman, Andy Samberg, Kate McKinnon y Allison Janney, y vaya que los disfruté dentro de lo que acabe.
Es que son muy raros, en especial Andy y Kate con su humor que en veces compartía una mirada confusa con mis padres (mis invitados especiales) al cuestionarnos sobre si lo que estábamos viendo en la gran pantalla estaba sucediendo como tal. Por decirse que, en su papel de Amy, la esposa de Barry, se la pasa coqueteando y tirándole los perros a nuestro protagonista. Gesto que podría percibirse como desagradable, pero cuyo carisma nos causa gracia.
Aunque sea por un par de minutos, Allison como la abogada de divorcios es espectacular dado que su presencia por sí sola se roba nuestras miradas y es aquí donde me encantaría verla en el futuro trabajar con Andy debido a que su breve interacción como colegas me encantó por lo agresivos que pueden llegar a ser en sus negociaciones como también volverse los más sociables.
Para el papel de los dos hijos, se ocuparon de dos niños y dos niñas para cumplir con los dos periodos de tiempo, y excelente trabajo para el director Jay Roach por la naturalidad en que los niños se desenvuelven, hasta me dieron ganas de hacer ejercicio y competir. Además, para haber sido el director de las de Austin Powers y los Fockers, me ha parecido un trabajo bastante serio por la forma en que nos permite procesar la caótica narrativa.
Difícil de creer y es que existe un mensaje en este nuevo guión proporcionado por Tony McNamara, quien se inspira en sus previos trabajos de La Favorita y Cruela para lograr que esta pareja tóxica no caiga tan pesada, y cómo podría si tenemos a los nominados Benedict y Olivia. De por sí son unos expertos cuando se trata de equilibrar la oscuridad y la luminosidad dentro de ellos mismos.
De hecho, desde el primer encuentro me ganaron por su interacción de ir de soñadores y por su diálogo de psicópatas al requerir del cuchillo, lo cual es un indicador de la gran tragedia que les depara al final. Esa chispa e impulsividad de dejar sus vidas en Inglaterra aburrida para mudarse a América y conseguir ese sueño podría inspirar a uno que otro por la forma en que nos lo vende esta pareja.
He sido seguidor de Benedict desde que lo descubrí como Khang en Star Trek: En la Oscuridad posterior a haberlo escuchado en La Desolación de Smaug. Con Olivia, me temo que sí me ha costado agarrarle cariño ya que solamente la tengo presente por La Favorita y Wonka, siendo en esta segunda en donde me ha fascinado su conducta extrovertida.
No puedo evitar felicitar al responsable que los emparejó por la manera en que armonizan para luego antagonizar en una escala imparable de interacciones verbalmente violentas hasta recurrir el uso de herramientas poniendo su vida en riesgo. Vaya forma de mantenerse cuerdos delante de los hijos, debo dárselas, espero jamás verme en esa situación en donde me resulta imposible hacer las paces con mi pareja y es mediante estos atroces actos donde capte la lección de las cosas terribles que se pueden desencadenar cuando uno pierde el control sobre sí mismo con tal de controlar a la otra persona.
Bueno, no sólo controlar sino superarla en todos los aspectos porque tal como se lo dijo su terapeuta, ambos habían generado esa incapacidad de resolver sus propios problemas. Cada uno aferrándose a sus éxitos, creyendo que era lo único que les quedaba ante los sacrificios que tuvieron que llevar a cabo en sus respectivos escenarios de vida.
Entonces, muy importante mantener los canales abiertos de comunicación, y sobre todas las cosas usarlos sin caer en el abuso verbal ni mucho menos en la violencia doméstica porque nada bueno sale de ello y es la cruda realidad con la cual este elenco y director nos golpean en cuanto se dan los créditos.
Desconozco si esta readaptación sea superior o inferior a la antepasada, quiero creer que su diferencia de 30 años podría beneficiarla al colocarse en streaming porque la Taquilla no ha sido para nada amable, y eso es una pena porque visualmente es radiante y no se diga la secuencia final por asemejarse a lo que vimos con Bradgelina en Señora y Señora Smith.
De que se van a reír, se van a reír, pero eso no quita que en algún momento vas a sentirte incómodo por la forma en que escala este amor y desamor en la vida de Los Roses. Bien dicen que hay verdades que duelen y aquí no es la excepción.