domingo, 14 de julio de 2013

Crítica de Titanes del Pacifico (Pacific Rim)

 
La fusión entre Godzilla y Transformers resultó bastante innovador por parte de Guillermo del Toro. Obviamente se trata de un trabajo derivado de varias mitologías y producciones de ciencia ficción, pero en conjunto este concepto neuro-tecnológico aplicado en un contexto apocalíptico ha resultado una de las mejores experiencias para su género.  En otras palabras, se aspiró a realizar más de lo acostumbrado.
 
Del Toro tenía fija una visión y con ayuda de Travis Beacham logró plasmarlo en un respetuoso guion. El relato en sí es estable, contamos con situaciones de drama y comedia pero mayormente dominan las épicas secuencias de destrucción. Varios personajes integran esta travesía y cada uno cuenta con su propio desarrollo, quizás desde un aspecto superficial ya que no se tiende a profundizar en sus pasados a excepción de los dos principales.
 
Debo admitir que ver a la humanidad combatiendo a los monstruos a través de robots es fascinante en lugar de verlos correr por sus vidas. No es una trama complicada de entender ni mucho menos de seguir. Al principio se nos narran los motivos por lo cual la Tierra está siendo invadida por los Kaijus por lo que uno no necesita adivinar. El diseño de estos monstruos es formidable y dado que se trató de material inédito, la creatividad simplemente fluyó.
 
Siempre acostumbrados a ver la destrucción sin sentimiento invertido, pero ahora se puede percibir de otra forma conmovedora. Debido a la inserción de la neurociencia, el manejo de las máquinas no es sólo mover una palanca o apretar botones, sino depende de impulsos físicos y raciocinios acertados. Dos pilotos deben compartir una conexión sentimentalmente compatible  o de lo contrario, sufrirán por el severo peso mental que requiere el enlace.  
 
Estás son cuestiones básicas mostradas a partir de escenas directas sin caer tanto en alboroto. Se requiere un poco de atención en los aspectos técnicos pero el diálogo es comprensible; de hecho, no suelen usarse muchos tecnicismos. Sorpresivamente esta adaptación da mucho de qué hablar a pesar de tratar casi todos los elementos que la componen. Interesantemente permanecen algunos detalles que podría indicar tanto continuidad como orígenes, pero ya estaría de más.
 
Incuestionablemente Guillermo del Toro se tomó un gran riesgo y salió adelante. Aunque no es de extrañarse toda su carrera ha consistido de proyectos inusuales, curiosamente esta vez optó por la ruta de la tecnología robótica en lugar del diseño artístico. No lo descuida del todo, al contrario, se nota la mano de obra en los trajes, las bases militares, los robots y la urbanidad de las ciudad elegidas. Por otro lado, omitió la presencia de una estrella taquillera para posicionar a este elenco común en una élite capaz.  
 
Charlie Hunnam se podría comparar con Channing Tatum por su sentido de seriedad y carisma. No tiene experiencia en este género y su status popular es algo limitado. Sin embargo, aprovecha esta oportunidad para desempeñarse con profesionalismo y en cierto modo es bueno ver una cara fresca. Asumo tomó como referencia a Sam Worthington en Avatar al estar conectado con el enlace y la compatibilidad con su hermano, pero al final de cuentas nos atrapa de inmediato.
 
La verdadera estrella aquí es Idris Elba, desde Prometeo ha estado creciendo en esta clase de papeles no por interpretar a gente de mando sino por relucir esa presencia. Desde principio a fin, su actitud es impresionante de observar y cada diálogo es ejecutado con una notable dicción. Pese a su comportamiento militar, nos sentimos obligados a darle nuestro respeto ante cada palabra, consejo o discurso expresado.
 
Rinko Kikuchi es atractiva desde que entra a cuadro pero su razón de ser se la debe a Mana Ashida porque la secuencia donde interpreta a Mako de niña se conforma como uno de los momentos esenciales de Titanes del Pacifico. Tanta descripción emocional liberada por su mera inocencia.  Sin duda, es impactante de ver y por tanto Kikuchi lo toma como referencia y aprovecha este vínculo de simpatía.  
 
Con su forma de hablar, Charlie Day nos hace pasar buenos ratos. Ahora en compañía de Burn Gorman, la diversión se duplica. Ambos pertenecen a lados opuestos de la misma moneda pero en conjunto, son unos genios. Tampoco podemos descartar a Ron Perlman quien luce un atuendo bastante novedoso. Seguramente esos zapatos de oro se pondrán de moda. En sí la participación de Perlman es breve pero efectiva. Favor de quedarse unos minutos durante los créditos porque su frase lo vale.  
 
Los efectos visuales son fenomenales, por más destrucción existente no se siente un grado de saturación. Las batallas son espectaculares no por su sensacional forma de transmitirse sino por no perder de vista la vulnerabilidad de los personajes que las controlan. La edición es limpia, el sonido siempre entra en el momento adecuado y la composición musical nos contagia de energía. La cinematografía de las ciudades y el Océano Pacifico son bellamente administradas pero en mayor parte, el director de fotografía merece esté crédito.  
 
En conclusión, lo mejor de tener una producción original es también contar con una donde no terminé en continuación. Es cierto que permanecen unos pendientes pero no se siente necesario de explicarse porque la trama principal está  artísticamente ejecutada por Guillermo del Toro. Su pasión es de admirarse como siempre y por tanto si se busca pasar un buen tiempo en el cine, entonces no dudes en acudir a verla porque se espera un raite fantástico con sólo ver los efectos. 
 

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