Hace por ahí de un año que se estrenó en el catálogo de Netflix, la comedia musical de Notas Perfectas 2 y
tomando en consideración su taquilla mundial de 287.5 millones contra un
presupuesto de $ 30 millones, no pude quedarme con los brazos cruzados así que tuve
que ver la secuela sin conocer absolutamente nada de las protagonistas lo cual terminó por sorprenderme de la buena dirección, música y papel secundario que realiza nada menos
que Elizabeth Banks.
La introducción musical es contagiosa por la mezcla de diversas canciones
populares de esa época y ni se diga del retorno de Anna Kendrick, Brittany Snow
y Rebel Wilson en compañía de Hailee Steinfield. Básicamente retoma la fórmula
original para colocar a las Bellas en un conflicto que las hace suspender de la
liga del Campeonato de Acappella. Lo cual no es tan distante a lo que sucede ahora con la cultura de la cancelación.
Sigo sin quitarme de la mente el número final con la fusión de canciones como Timber, Flashlight y
We Belong Together, y en sí te ofrecían reírte con sus ocurrencias ya que estas chicas tenían su forma de desenvolverse sin caer en el humor negro. Debido a ello comprendí la atracción pero no me convenció del todo en querer saber sobre
sus orígenes y vaya que me estaba perdiendo de lo mejor porque el guión equilibró la comedia con el drama.
Indudablemente Notas Perfectas es la mejor de la trilogía y tras 8 años de
haberse lanzado en los cines recaudando $ 100 millones a nivel mundial, gracias a Netflix entendí el entusiasmo al lado de la emoción de ver canciones recibir un
tratamiento acappella. Ni la menor idea de que hubiese concursos pero en
Estados Unidos, esa es la ventaja que te proporcionan las Universidades no
tanto las fraternidades sino la oportunidad de hacer familias y desenvolverte con
tu creatividad.
Pese a ser una película feminista, me gustó el papel que jugaron los hombres
como Adan DeVine, Ben Platt y Skylar Astin. Lamentable que sus papeles pierdan
peso en la secuela y ni se diga de la tercera donde los justifican con una mención de sus nombres. De igual forma su
participación en la original es la que más cuenta y es la que fundamenta la
rivalidad entre Las Bellas y The Treblemakers. En una palabra: Memorable.
Viniendo de La Saga de Crepúsculo, Anne Kendrick sin querer queriendo
encontró su verdadera franquicia para protagonizar y su modo de ser congenia con
la narrativa de la trama, siendo la chica solitaria, la que aleja a todos y
tiene un sueño complicado de seguir. Ni se diga de Rebel Wilson a quien no
solía soportar por su humor oscuro pero logra hacerme reír lo cual es un bonus. Debo confesar que Ben Platt como Benji rifó por su
fanaticada por Star Wars.Ya quisiera tener una recámara así.
Entonces nos vamos a la tercera la cual Netflix se le está haciendo
costumbre tener primeras y terceras partes en su catálogo sin entender porque
omitir las segundas partes. En fin, sentí que
la magia se acabó al definirse por el aspecto comercial, desordenado intermedio y
su intento de despedir al elenco al optar por cumplir el sueño a la protagonista.
Siento que debieron poner los pies sobre la tierra y no tirarle tanto al
espionaje o a la explosiva acción a pesar de un buen número gracias a Toxic.
Como si se hubiesen inspirando en la trayectoria de Rápidos y Furiosos, la
canción al final será emotiva pero no es tan efectiva comparada a las entregas pasadas porque la dirección se desenfocada en los rellenos.
Inclusive las participaciones de John Michael Higgins y Elizabeth pierden
relevancia como la competencia. Eso no quita que no me haya divertido pero como que siento que fue la necesidad de generar dinero y no tanto contenido
creativo.
Así que, me quedo con la primera porque su mensaje es tan claro que es
imposible no dejarte llevar por la canciones pegajosas, el conflicto entre el elenco y el espontaneo humor ante los obstáculos que se enfrentan.
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