domingo, 16 de noviembre de 2014

Crítica de El Médico (The Physician)


Aunque no lo crean este drama basada en la novela alemana de Noah Gordon ha estado estrenándose en países selectos desde el año 2013. Dado a su triunfo en Europa, tuvimos la oportunidad de tenerla en nuestras salas y vaya que tomarse el riesgo de irla a ver lo valió. Si te gustó Cruzada, lo más seguro sea que te gusté aunque cabe señalar que no se trata de una relato enteramente de acción.

Centrada en el siglo XI donde la Iglesia se encuentra peleando contra la supuesta magia negra, Robert Cole descubre un don durante el lecho de muerte de su madre, siendo despojado de sus bienes y alejado de sus hermanas, no le queda más que aliarse con el Barbero del pueblo para sobrevivir. Afortunadamente para éste se desenvuelve en las prácticas más típicas de la medicina.   

Conforme adopta esta profesión, descubre que existen técnicas mucho más avanzadas impulsadas por el maestro Ibn Sina en la única universidad científica y médica del mundo. Motivado por dominar este conocimiento, Cole viaja a Isfahan enfrentándose a la tormenta del desierto, la tensión de guerra  y el amor no correspondido.  

Debo asumir que con esta sinopsis habré despertado un gran interés e incertidumbre por sentir que hable de más. Descuiden, esto es sólo el planteamiento de una gran imagen. Contextualmente hablando, El Médico está perfectamente posicionado en esa época y se verifica a través del vestuario, la cinematografía, los diálogos o discursos, comportamientos sociales, las temáticas y políticas.  

El director Philip Stolzl nos envuelve con esta sugestiva ambientación, es como si el guionista Jan Berger hubiera dado en el clavo en la novela porque la esencia se transforma en arte. Hasta la fecha sólo Ridley Scott ha sido el único en proyectar la grandeza del viejo mundo, por tanto Stolzl merece crédito por adentrarnos no sólo a los orígenes de la medicina sino a la cultura que la rodeaba durante su práctica.     

Falta conocerse a Tom Payne, pero observando su protagonismo como Rob Cole, algo me dice que muy pronto podría estar en el radar de Hollywood. Su personificación es similar a Orlando Bloom, caracterizado bajo la humildad y determinación. Tener a Ben Kingsley como el maestro Ibn Sina le ayudó a destacarse en escena como el buen aprendiz.

Olivier Martinez es irreconocible como el Shah, principalmente cruel pero ocultando un granito de bondad en su interior. El acento que proporciona va acorde a su identidad frívolo pero conforme lo vamos conocimiento, logra dejar cierta huella en la historia. Desde ese ángulo me hubiese gustado que exploraran más a fondo de esta batallas, después de todo ya se tenía todo.   

La mujer llamada Rebecca juega un papel relevante, en el sentido controversial. Emma Rigby es carismática, soñadora e inocente. Su química con Payne es naturalmente atractiva. Es una pieza fundamental durante el tercer acto que se insertó cuidadosamente para no saturar o distraerte del verdadero foco de atención.    

A estas alturas Stellan Skarsgard ha estado en diversas películas de cualquier género, desde independientes hasta mega-producciones. Aquí se le da la función de posicionar a Payne a través de su profundidad emocional y buen humor. Podría decirse que su papel del Barbero es equivalente al de Liam Neeson en Cruzada.  

No me queda más que concluir que esta adaptación multifacética nos pone mucho a analizar en las creencias, costumbres y políticas del antiguo mundo. Tal parece indicarse que algunos se estancan en el fanatismo mientras otros avanzan al buscar la verdad.  

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