lunes, 7 de abril de 2014

Crítica de Divergente (Divergent)


 En orden de asegurar la sobrevivencia y mantener la paz debido a un periodo desconocido de guerra, Chicago dividió su sociedad en cinco facciones: Abnegación, Erudición, Verdad, Cordialidad y Osadía. Cada una de estas cumple con su propósito de mantener el equilibrio eliminándose así el error de la naturaleza humana. A través de un examen psicológico, los ciudadanos de 16 años asisten a una ceremonia donde deberán elegir su facción correspondiente, Beatriz Prior tendrá que pensar dos veces ya que podría terminar quedándose sin una facción debido a sus resultados inconclusos.    

Basada en la novela aclamada de Veronica Roth, Divergente es similar a Los Juegos del Destino en política y opresión del pueblo. El contexto permanece cercano a la realidad innovándose ciertos avances tecnológicos en armamento y urbanidad. Un elemento en común que comparten es que ambas protagonistas no temen en cuestionar el sistema ni tampoco dudan al actuar en contra de este. Las personalidades se distinguen entre sí aunque visualmente y en desarrollo de eventos, Divergente vence a Los Juegos del Hambre: En Llamas.

Esta primera entrega de tres cumple su propósito de introducirnos en este nuevo mundo del futuro y a su vez nos entrega una visión a la cual podríamos aspirar. No es de sorprenderse que encontremos perspectivas relacionadas  a nuestra realidad, de hecho en algunos países se están tomando dichos rumbos con el fin de controlar al pueblo mediante sus categorizaciones. En primer plano consta de una adaptación analítica donde la acción, el romance y el humor están en el fondo.  El único detalle es que su tercer acto se torna frenético concluyendo en una especie de preámbulo para la siguiente secuela. 

La dirección de Neil Burger es metódica durante sus dos horas de duración. La ejecución se siente limpia y el ritmo es agradable. No puedo evitar encontrarle ciertos escenarios inspirados en Los Juegos del Hambre sobretodo el entrenamiento y el lugar de Origen de Katniss Everdeen. Burger saca provecho de su elenco y sus localizaciones porque su desenvolvimiento se percibe con  espontaneidad. El director se luce en las secuencias de acción, haciendo referencia al tercer acto donde la adrenalina nos mantiene al borde de nuestros asientos.

Lo que me gusta de Shailene Woodley es la autentica seriedad que le da a su personaje de Beatriz o Trish Prior. Woodley disfruta mucho de su desconocimiento en cuanto a las facciones y su modo de fusionarse. Conforme la vamos siguiendo, nos damos cuenta de la manera en que la actriz madura. Quizás se vuelva en un ejemplo a seguir para quienes les suele costar mucho trabajo al momento de elegir o adaptarse, mas su convergencia es la que muchos deberíamos aspirar a tener en lugar de conformarnos en un solo modelo de vida.

El Personaje de Tobias “Cuatro” Eaton es el claro ejemplo de lo anterior. El joven Theo James lució su presencia física  en Inframundo: El Despertar que aquí se le dio reconocimiento gestal. La química con Woodley es demasiado reservada para mi gusto hasta el final, lo cual funciona porque el misterio de no saber que esperar de esa relación nos mantiene intrigados  un poco alertados de verla caer en lo mismo de siempre. Más no hay nada que temer porque James sabe su lugar en esta historia y por tanto su participación es clave para el futuro.

Kate Winslet destaca en su primer papel de villana, Jeanine Matthews le sirvió de bien ya que esta actitud formada mantiene a algunos un poco ansiosos. Estoy casi seguro que esta postura la podremos detectar en grandes políticos, presidentes e inclusive en uno que otro de nuestros jefes. Desafortunadamente su presencia es limitada pero cuando entra a cuadro, nos capta nuestra atención debido a su mirada fuerte.

Cabe aplaudir a Jai Courtney, Ray Stevenson, Zoe Kravitz, Maggie Q, Mekhi Phifer, Jai Courtney, Milles Teller y Ashley Judd.  Sus contribuciones brindaron enriquecimiento al área de la personalidad y cultura.  Cinematográficamente es sugestiva en el diseño de las ciudades, la edición general no causa mareo por su clara nitidez. Los encuadres son rectos y el sonido tanto musicalización se mezclan con armonía.  Faltó un poco más de creatividad en el vestuario pero se puede comprender la preferencia en sus segmentos visuales tales como las pruebas psicológicas y el gran muro. 

En conclusión, Divergente no será la obra maestra que esperaban los lectores, tampoco se convertirá en la siguiente Crepúsculo ni mucho menos aspirará a la grandeza taquillera de Los Juegos del Hambre. No obstante, esta historia tiene lo suyo y efectivamente se defiende por su trama original. No se trata del típico relato de romance y acción, sino aquí se nos induce a cuestionar lo social, las políticas y nuestra capacidad.  Después de verla, muchos tendrán su propia opinión al respecto, mala o buena es una certeza que la tendremos cerca por lo menos hasta la llegada de Insurgente.  

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