sábado, 23 de abril de 2016

Crítica de El Libro de la Selva (The Jungle Book)


La readaptación del cuento popular de Rudyard Kipling regresa a la pantalla en una aventura más oscura, madura y de constante suspenso. Respaldado por un elenco estelar de voces, Neel Sethi interpreta a Mowgli, un cachorro humano criado por una manada de lobos que ante una acechante amenaza, debe abandonar la jungla e ir a la villa humana para lograr estar a salvo.

No quiero indagar en el drama ni especificar sucesos que podrían ser familiares por quienes hayan visto la caricatura clásica de 1967. En sí no quiero restarle de la emoción que sentirán porque el guionista Justin Marks hizo un gran trabajo en pulir esta obra mediante con un profundo desarrollo del personaje principal.

Cuestión de dejarse llevar por la experiencia de este pequeño Mowgli y créanme que una vez que Sethi entra en acción, al instante nos convence que no hubiese existido otro actor capaz de transmitir esa tremenda caracterización. Sensible, valiente, temeroso, irónico, estas y más son las expresiones que destacamos conforme nos adentramos al corazón de la jungla.

Claro que el mayor beneficio viene de las contribuciones de Bill Murray, Ben Kingsley e Idris Elba. Tanto dramatismo en sus voces hacen eco durante los 105 minutos de duración. Tampoco nos olvidemos de Idris Elba, Scarlett Johansson, Giancarlo Esposito y Christopher Walken. Así es, dos actores nos sorprenden con dos canciones que inevitablemente brindaran nostalgia.

Estoy impresionado con la cinematografía, una edición bellamente fluida en mi sincera opinión considerando la rectitud de los encuadres seleccionados. Los paisajes lucen no sólo por su textura visual sino por la extraordinaria ejecución del sonido.  En pocas palabras se cumple con el contexto selvático y el misterio se realza con la fascinante ciudad en ruinas y la Flor Roja. 

Inclusive la iluminación empleada beneficia a esta de por sí espléndida atmosfera de Jon Favreau. Disney debe sentirse orgulloso de contar con una mente creativa como la de este actor y director, cuya segunda labor se aplaude por hacer lo mismo de Ang Lee cuando se decía que filmar La Vida de Pi sería imposible y he aquí Favreau hizo lo imposible posible y de gran forma.

Se nota el respeto que tiene Favreau al libro y quizás a la versión animada, aunque siendo honesto, no la recuerdo en su totalidad dado que no me gustó cuando era niño. Tampoco puedo evitar sentir ciertas similitudes lo cual me ayuda a hacer la transición a este mundo similar al Planeta de los Simios: Confrontación y Avatar.

Lo lamento por Andy Serkis y su propio recuento de la misma historia bajo el subtítulo de Orígenes. Con el reciente anuncio de una segunda parte para ese mismo año 2018, me temo que Warner Bros deberá pensarlo dos veces antes de seguir porque Disney le ganó la partida y lo hizo con estilo, calidad y grandeza taquillera.

Por ende concluyó en que El Libro de la Selva es una película que no tiene límites cuando se trata de edad o estado. Seas padre de familia, soltero, joven, adulto o por supuesto un niño, podrás disfrutar de su exquisita narrativa, toque emocional, estilo clásico-musical, constante acción, aventura y de los personajes inolvidables.

                            

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