La adaptación biográfica de 2016 que
trata sobre la pintora Maud Dowley que pese a tener una severa artritis, eso no
la detiene de seguir haciendo lo que más le guste sin descuidar sus labores. Y
empezamos con el pie izquierdo cuando la vemos ser abandonado por su hermano al
quedarse con el dinero de la casa y desecharla a una tía que nomás quiere
sumisa, callada y obediente al suponer como todos que no puede hacer nada, ni
siquiera cuidarse a causa de su condición.
Esto sí que impresiona por caer en las
primeras impresiones o en juzgar a las personas por lo que se vea en el
exterior. Y debo confesar que la forma en que Maud conoce a Everett es
divertido pero a su vez intenso por el conflicto emocional que se desenvuelve
entre los dos hasta el grado de complementarse, aunque aquí fue Maud la que
tuvo la paciencia y el amor de aceptarlo como él la acepta con las décadas.
De verdad que es imposible no enamorarse
de esta frágil y controversial historial, y recalco controversial porque hay
ciertas acciones que hoy en día pegaríamos de gritos pero debe ponerse en
retrospectiva el contexto de esa época y la psicología de la pareja. Ambos
tenían sus traumas y ambos necesitaban de alguien porque nomás nadie los
aceptaba por ser diferentes. No dañados, sólo diferentes.
Y con Sally Hawkins (La Forma del Agua) y
Ethan Hawke (Boyhood) como los principales es más que suficiente para darle una
oportunidad porque de sólo ver el título en el catálogo de Netflix, como que no
convence pero es cuestión de darle una oportunidad porque las poderosas
actuaciones que nos ofrecen es lo que nos hacen encariñarnos con esta historia
y a la par aprender a no ser tan duros y tener siempre una buena actitud.
No soy seguidor de las producciones
mexicanas, menos comedias a excepción de Un Padre No Tan Padre y Nosotros Los
Nobles, pero no había nada que ver excepto la Rebelión de los Godinez, ni idea
de qué significaba ese concepto y ahora ya sé gracias a esta secuela que muchos
dicen ser mejor que la primera la cual nunca miré y no creo hacerlo porque
simplemente no va conmigo.
En mi defensa me hizo reír al principio y
la referencia de Eugenio fue genial, el detalle es que el personaje está
genial, Gustavo Egelhaaf tiene un gran carisma que sabe llevarse con Bárbara de Regil,
Alejandro Suárez, entre otros. La primera media hora entretiene con normalidad,
es cuando entramos a la oscura verdad cuando se vuelve torpe la trama y pierde
la credibilidad por lo caricaturesco que se torna el panorama.
Es más su desenlace se me hizo similar a
Son Como Niños 2 donde la oficina se suelta a golpes y todo por un proyecto. Quizás
y a la gente le guste este estilo y es válido, lo importante es entreternerse y lo hace en su desordenada froma. Pero no la recomendaría porque
prefiero que haya una estructura y un guión serio inclusive en las comedias, sí es que me
entienden a lo que me refiero.
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