lunes, 21 de noviembre de 2011

Crítica de La Saga de Crepúsculo: Amanecer Parte 1 (The Twilight Saga: Breaking Dawn Part 1)


En un principio no me atraía en absoluto esta mitología, pero a diferencia de Harry Potter, inicié a conocer este romance de fantasía tras animarme a rentar la primera parte, meses antes de que debutara en los cines Luna Nueva. Para mi gran e inesperada admiración, la encontré fascinante y plenamente insólita. Obviamente muchos de mis compañeros de la universidad estuvieron en desacuerdo por su reinterpretación, pero si ellos consideran El Resplandor como una obra maestra inigualable. Bueno, eso lo dice todo (sarcasmo).

Eventualmente opté por comprarme las cuatro novelas y para cuando se estrenó Eclipse, ya habían pasado meses desde que había terminado de leer las 800 páginas de Amanecer. A pesar de la exquisita narración de Stephanie Meyer, la encontré inferior a las anteriores y de golpe, la tercera adaptación me condujo a la decepción por el fugaz guión, maquillaje barato, efectos inocentes y las malas actuaciones de Pattinson, Stewart y Bryce Dallas Howard.

Desde julio de 2010, mi fe en esta franquicia se fue disminuyendo y más al analizar la división de la última novela en dos partes. Confieso que tampoco estuve de acuerdo con Warner Bros pero al menos Las Reliquias de la Muerte contaba con muchísimo material del cual no podía ignorarse. En cuanto a Amanecer, el contenido es limitado y repetitivo por lo que la movida es puramente por dinero. Summit no se hubiera conformado con una sola apertura de $ 138 millones de dólares cuando sabe que podría duplicarlo como se consiguió con Harry Potter 7.

Desde un principio y hasta la fecha sigo sosteniendo que la adaptación de Amanecer debió haberse quedado en una sola versión de 3 horas. Con esa duración hubiera sido más que suficiente para entregar a su público y lectores, la tan merecida obra que se merecían. No obstante, después de ver en acción esta primera parte, debo admitir que la manejaron de un buen modo, y eso ya es decir algo.

Básicamente el guión se apoyó en los primeros dos tomos de la novela, los cuales consisten en los puntos de vistas de Bella y Jacob. Gracias al espacio concedido, tuvimos un adecuado desarrollo de la boda, una divertida luna miel y una tensa situación entre los hombres-lobos y los vampiros por el embarazo de Bella. Aunque siento que la primera hora está un poco cansada por la suma tranquilidad de su ritmo. Por la ausencia de esta presión, la relación de Edward y Bella continúo con los mismos problemas de siempre del mismo modo que la obsesión de Jacob.

Si esperabas secuencias de acción como Eclipse, me temo que no las tendrás excepto por un breve escenario donde vemos por primera vez el combate entre la familia Cullen y la manada de Sam. Esto me tiene atónito porque este conflicto nunca llega a un combate físico, mas el modo de ejecución fue sorpresivamente eminente y a la vez, colosal a lo descrito en el texto. Este resalte me ha puesto a pensar que aún se le puede hacer justicia al resto de la cuarta novela, refiriéndome a la conclusiva segunda parte.

Entre otras diferencias: lamento no haber contado con la escena del carro del año, el peinado con plumas de Bella y los pleitos entre Rosalie y Jacob. Quizás los productores decidieron contar con más formalidad que estar contrarrestando la situación grave de Bella con escenas humorísticas. Por otro lado, hizo falta reforzar la conexión mental entre los hombres-lobos. Algunos parecen todavía confundirse con este vínculo debido a que no se han atrevido a aclarar estas inquietudes a través de la lectura de la fuente.

Por lo tanto, haber elegido a un director dramático como Bill Condon ha sido la mejor decisión puesto que de un día para otro, la saga recuperó parte de su resplandor. A pesar de su prolongada duración, la boda de Bella y Edward prevalece por su espontaneidad, elegancia e renovadores diálogos. Inclusive le agregó un poco de horror al insertar las pesadillas. Ello para recordarnos que Crepúsculo es un universo de color rojo y no de blanco.

Debo admitir que estaba nervioso con la escena de sexo porque la novela la trata de forma natural que a veces se suele perder esa inocencia en un filme. Milagrosamente el director la trató con respeto y en su proceso, la mantuvo limpia y con suma brevedad. De ahí, le metió un poco de diversión a la luna de miel y con la edición le metió la transición de los días. No obstante, su momento definitivo consta en la realización de la segunda hora hacia el clímax.

Es en esta producción donde los elementos técnicos y actorales se impulsan a un grado nunca antes visto en esta peculiar franquicia. El parto es realísticamente sangriento y el peligro que corre Bella se siente con las expresiones de Jacob y Edward. Dicho lo anterior, me da gusto que finalmente haya existido un gran avance en las actuaciones. Mi única crítica severa ante Condon, sería la repetición de canciones y la lentitud en la primera hora.

Concentrándonos en el departamento actoral, Kristen Stewart es la verdadera sorpresa de esta travesía emocional. No suele verse hermosa pero esta vez, los encargados de maquillaje y vestuario hicieron un tremendo trabajo en proporcionarle esa belleza y ese color rojizo a su palidez. Sin duda se miraba divina en ese vestido de novia y me da gusto su seguridad al mostrar su espalda y al aparecer en bikini. Este atrevimiento es curiosamente contrapesado durante las etapas del embarazo donde opta por revelar esa terquedad mezclada con emociones inciertas.

Stewart en compañía de Robert Pattinson, comparten una fuerte escena que le otorga ese protagonismo que se merece su personaje. Pattinson tendía a mostrarse con el típico rostro lleno de remordimiento mientras Stewart era más de enfado. En esta ocasión, ambos reflejan nerviosidad y rectitud; probablemente se deba a su noviazgo en la vida real. En cuanto a Taylor Lautner, su química con Stewart sigue siendo impresionante mientras con Edward es estable por la falta de más tiempo. Mas debo especificar que la escena en donde se suelta llorando Lautner al suponer lo peor, es cómodamente la mejor escena dramática de toda la película y eso que se la avienta sola.

El resto del elenco merece una grata mención por su correcto desenvolvimiento pero por lo menos debo destacar a uno y se trata de Billy Burke, quien entrega una actuación completa como el padre de Bella. El Sufrimiento se denota en sus ojos casi llorosos y el sarcasmo en sus diálogos es difícil de no reírse.

Este año es de Río de Janeiro, no se discute, ya que muchas producciones la tomaron como punto de enfoque para la cinematografía. Los editores no sobresaturaron el panorama con lo ya antes visto y procuraron por una localización sublime durante la luna de miel. La playa y la cascada fueron elecciones sabias por el director de fotografía.

Los efectos especiales se basaron más en el desarrollo de los personajes, pero concentrados arduamente en el personaje de Bella. Vaya que se miraba fatal tal y como la novela la detalla. El sonido de los huesos rotos y su caída fueron genuinas, aunque honestamente me esperaba contar con más tomas grotescas.

En comparación con la trilogía, podría decirse que es mejor que Eclipse, pero debido a su inconclusión, permanece por debajo de Luna Nueva y la original Crepúsculo. No hay mucho de que sorprenderse, este relato es profundamente dramático y serio. Lo mejor está por llegar en la segunda parte, pero no me haría ilusiones ya que me dejó deseando más. Sin embargo, en el mundo del cine, todo puede pasar.

Un Buen Aperitivo antes del Gran Platillo Principal.

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